Teo tiene la receta del helado mágico

Emma Araújo SANTIAGO / LA VOZ

TEO

SANDRA ALONSO

La marca Mõody fabrica desde el año 2015 en Campos de Mirabel polos cremosos y saludables

24 sep 2018 . Actualizado a las 23:00 h.

¿Galicia es buena tierra para los helados? Siguiendo el tópico, la respuesta a este interrogante es, depende. Si no, que se lo pregunten al empresario Alberto Bellas Rodríguez, de familia coruñesa, nacido en Santiago y vecino de Ames hasta su etapa universitaria. Emprendedor inquieto donde los haya, en el año 2015 lanzó al mercado la marca de helados de paletería artesanal Mõody con un primer establecimiento en Noia, al que siguieron dos en Santiago, el primero ubicado en A Senra y el segundo en plena rúa do Franco.

En la elección de Galicia tuvo que ver su deseo de regresar a su tierra tras años de periplo vital y empresarial por Sudamérica, y también porque llegó a la conclusión de que si una idea como la suya triunfaba en esta tierra es que puede hacerlo en casi cualquier parte. «Elegimos Noia por la cercanía de personas que en ese momento estaban en la empresa y por ver cómo funcionaba el negocio en el peor de los escenarios posibles», explica Bellas, que considera que «Galicia es el peor sitio para montar una heladería». «Por eso llegamos a la conclusión de que si en Galicia funciona, es que puede funcionar mucho mejor fuera».

Tras superar su primer invierno en Santiago, se dieron cuenta de que la parafernalia necesaria para protegerse de la lluvia es incompatible con disfrutar de un helado en plena calle. De ahí que decidiesen dar el salto a los centros comerciales. Y así es como entraron en el centro Gran Plaza de Majadahonda y también en todos los cines Kinépolis, en donde disfrutar de lo que Bellas define como «un producto de impulso» es mucho más sencillo.

Con este nuevo mercado, en Mõody dan prácticamente superada la primera fase empresarial, porque la capacidad de consumo en estos lugares también es limitada. Ya trabajan en la segunda, con la búsqueda de espacios en restaurantes a los que ofrecen frigoríficos especiales con imagen de marca para la venta individual de helados.

3,5 millones de unidades al año

Mientras negocia nuevas fórmulas para explotar su producto en las grandes firmas de la distribución, sus polos cremosos se siguen elaborando a mano en un pequeño taller en la urbanización teense de Campos de Mirabel. Desde este lugar salen al año 3,5 millones de unidades, pero la idea es ampliar mercado y para ello necesita una nueva sede. Que esté en Galicia es incuestionable, pero Bellas tiene muy claro que la zona elegida para el siguiente salto estará entre Ames, Brión o Teo. «No queremos irnos a un polígono, buscamos algo más rural, un terreno de dos o tres mil metros para una nave de cuatrocientos y capacidad para seguir creciendo, pero con un taller artesanal», avanza.

El dato de producción puede parecer pequeño, pero esta cifra se valora en su justa medida al comprobar que cada helado es distinto porque todo el proceso es artesanal. «Se desmolda y estucha a mano», una tarea que asumen ocho trabajadores durante la temporada alta y cuatro en la época más baja. Esta plantilla elabora helados de 42 sabores, con la particularidad de que los hay veganos, sin gluten y todos muy dietéticos (el de mango tiene 48 kilocalorías y el de mascarpone con fresa, 103). Tienen en común su particular diseño como una pequeña tableta de chocolate o con la forma ovalada tradicional.

El valor añadido de este producto es que es un helado cremoso, como los italianos, pero con el diseño del típico polo. Y la faceta saludable se la dan sus ingredientes, ya que el grueso calórico de los helados es el que aporta la leche, aunque en una proporción que lo hace más ligero, una característica que el consumidor valora especialmente, y que hace que repita.

Un maestro de Italia y un técnico de Colombia, artífices de la textura

Detrás de la historia de Mõody está la del periplo vital de Alberto Bellas. Estudió empresariales e INEF y lo dejó antes de terminar. «Era muy inquieto», dice. Prueba de ello es que cruzó el Atlántico y comenzó a desarrollar proyectos empresariales en Perú, Chile, México, Colombia y Brasil. Allí descubrió el helado de «paletta en crema» y quiso adaptarlo. «No es ingeniería de la Nasa pero nos llevó su tiempo», relata. Para ello contó, «obviamente, con un maestro heladero italiano y un técnico heladero de Colombia». El reto fue conseguir un helado cremoso para consumir como si fuese un polo. Eligió Mõody por ser una palabra de fácil recuerdo y pronunciación y porque en inglés significa cambiante, «como nuestros helados, con un sabor que puedes cambiar cada día».