Guías

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO CIUDAD

14 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Respeto a los guías turísticos, respeto a los que contratan sus servicios y espero que todos ellos respeten el que nunca figuro entre los que buscan quien les explique algo en una ciudad: me horrorizan esos grupos tan habituales en Santiago merodeando por las cercanías de la Catedral. En mi peregrinar por el planeta me he encontrado con algunos que o bien sabían menos que yo o bien decían obviedades de primero de bachillerato. Tanto que en más de una ocasión me he encontrado con guías que ignoraban la iconografía de la fachada de Azabachería, y eso que lo tenían fácil: en el libro de Manuel F. Rodríguez (Santiago de Compostela para los peregrinos) la explican con detalle.

Pero siempre aparecen las excepciones. He disfrutado lo indecible con tres guías, y ojalá todos fueran como ellos.

Con el primero, cronológicamente hablando, me crucé hace tres o cuatro años: el arqueólogo Tito Concheiro ganó una matrícula de honor guiando a través de las calles del campamento romano de A Ciadella (Sobrado dos Monxes) con motivo de su reapertura tras el fin de una campaña de excavaciones.

Raquel, de Make Your Own Camino, no me sorprendió hace un par de semanas por su conocimiento del Camino Inglés, sino por su ilusión y su contagiosa simpatía.

Y el último por ahora es Luis F. López, de una empresa centrada en la arqueología. Se marcó otra matrícula de honor explicando in situ el pasado día 6 las excavaciones de Monte Cido, en Folgoso do Courel, donde hace tiempo apareció el magnífico pacto de hospitalidad. El lugar, por cierto, es una joya de fácil acceso que pocos gallegos conocen, compostelanos incluidos.

Lo sé: meras experiencias personales.