La exmodelo inconformista que persigue nuevos sueños como emprendedora en Santiago

SANTIAGO CIUDAD

Carla Támez compitió por el título de Miss España en el 2010 y, tras 16 años en el sector de la estética, decidió abrir su propio centro
22 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El mundo de la belleza y la estética puede considerarse un terreno rodeado de frivolidades. Sin embargo, a veces va más allá de las apariencias y de la simple aspiración a resultar más o menos atractivo. Así lo demuestra Carla Támez, una exmodelo inconformista que nunca ha llevado bien que le cierren puertas. Cuenta esta santiaguesa de 36 años que se subió por primera vez a una pasarela, casi como un juego, de niña: «Participaba en los desfiles de los vestidos de primera comunión, o en los que hacían algunas tiendas de moda cuando abrían... me cogió la época de los desfiles de Area Central, quedé primera finalista en su concurso y empecé a presentarme a otros. Al hacer bailes de salón desde pequeñita, partía con la ventaja de tener un control de mi postura y del movimiento corporal». Recuerda a la familia reunida en el salón de su casa, en Vite, viendo la gala de Miss España cuando era un evento de interés nacional: «Yo siempre decía que un día iba a estar ahí y nadie me tomaba en serio, pero siempre fui muy perseverante y, como me digas que no, lo voy a seguir intentando hasta que sea un sí».
Su altura (1,67 metros) limitó su carrera sobre las pasarelas y continuó como modelo de fotografía, pero nunca se dio por vencida, relata: «La delegación de A Coruña no te cogía si no eras alta, pero vi la posibilidad de presentarme por otra provincia un año que abrieron las fronteras dentro de tu propia comunidad». Así es como se convirtió en Miss Lugo allá por el 2010 y compitió por el título de belleza en el certamen nacional, cumpliendo a sus 23 años un sueño que parecía imposible.
Carla compaginó sus estudios con el modelaje y encontró su gran vocación en la Estética, en la que se pasó los últimos tres lustros trabajando por cuenta ajena. Podría haber seguido haciéndolo, pero su espíritu inconformista la llevó a emprender: «Te encuentras con situaciones laborales que te mellan y me di cuenta de que iba a trabajar sin ilusión, cuando siempre fue algo que adoré hacer. Para mí esto nunca fue un trabajo, porque me dedicaba a lo que más me gustaba, y no podía seguir permitiendo que me quitasen mi vocación». En este punto vital estaba cuando le surgió la oportunidad de coger un centro que se traspasaba en el barrio compostelano de Santa Marta. «Si te lo piensas mucho nunca es buen momento para emprender, es un paso arriesgado y los autónomos en España no lo tenemos muy fácil», reflexiona la vecina de Fontiñas. Su familia y amigos le dieron el último empujón que necesitaba para lanzarse y en febrero abría Carla Támez Estética Avanzada en la avenida da Liberdade, donde realiza tratamientos faciales, corporales, láser y, sobre todo, se centra en las personas: «Cada uno tenemos una mochila a nuestra espalda y para mí es fundamental saber empatizar, escuchar mucho y responder a las necesidades individuales de cada uno. Para mí es muy gratificante ver sus caras cuando el resultado es satisfactorio. Va más allá de lo físico, refuerza la confianza en ellas mismas y su autoestima, y es importante ayudar a que se sientan mejor por dentro y por fuera». Y, comprometida con dar el mejor servicio, para ella es imprescindible «estar en constante formación en aparatología y en los principios activos, que hoy en día avanzan a pasos agigantados y es necesario estar al día de los últimos avances».
Reconoce Carla que es una persona muy familiar y arraigada a su ciudad natal. Sabía que, si iba a comenzar un nuevo proyecto, quería que fuese en la capital gallega, aunque no en cualquier barrio: «No quería estar en el Ensanche, por ejemplo, porque el centro está muy masificado en cuanto a centros de estética. Sin embargo, Santa Marta tiene muchísima vida, hay vecinos a los que les gusta consumir en su barrio, mucha gente haciendo ejercicio, espacios para aparcar de forma gratuita y es una zona que sigue creciendo». De hecho, dice que ellos han sido clave para el exitoso desembarque de su negocio. «Tuve muchísima suerte. Se suele decir que el primer año es el más difícil para todo emprendedor, pero tuve una acogida muy buena por parte de los vecinos de la zona que no me conocían. Hoy son el 50 % de mi clientela y el resto son personas que ya me conocían y que se hacen los tratamientos por la confianza que tienen en el profesional, independientemente de que trabaje en un lado o en otro. Es una cartera de clientes fieles que me ha seguido hasta aquí y a los que también estoy muy agradecida». Aclara que, aunque cerca del 80 % de las personas que cruzan la puerta del centro son mujeres, cada vez hay más hombres.