El santiagués Paco Otero cuenta cómo guarda y clasifica las piezas y luces del montaje familiar de Conxo, un trabajo en el que invierte meses
10 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Esta semana toca desmontar el árbol y guardar la decoración navideña, una tarea necesaria, pero poco gratificante. ¿Y qué pasa cuando tu belén tiene más de 1.000 figuras? Esto es lo que sucede con el nacimiento que la familia Otero Moreira montó para el disfrute general, de 45 metros cuadrados. El lunes, día de Reyes, fue la última jornada que estuvo abierto a visitas y el mismo el martes Paco Otero comenzaba ya a quitar las luces y adornos del exterior de la casita de piedra más navideña de la rúa Torrente.
«El año pasado lo desmonté todo. Tenemos la suerte que, como no es un espacio habitado que utilicemos en el día a día, puedo hacerlo con calma. Esta vez será la primera que no lo desmonte al completo. Van ya 25 años montando y desmontando, un trabajo que hago yo solo en mis ratos libres, a menudo por las noches, cuando vuelvo de trabajar, quitando horas al sueño... y tardo meses. Muchas veces, cuando acabo de desmontarlo ya empiezo con el nuevo montaje. Pero, a partir de ahora, he decidido dejar algunas piezas que sé que me gustan en ese sitio para el próximo año, como el portal de Belén», indica este conocido belenista santiagués dedicado profesionalmente a la pirotecnia.
Él envuelve cuidadosamente en papel de seda o de periódico las piezas que componen su instalación, las mete en cajas de botellas de vino y las cataloga religiosamente antes de colocarlas en unas estanterías reservadas para este fin. Utiliza un sistema de numeración para saber dónde ha guardado cada cosa, hasta el cableado. «Así sé dónde guardé serie, incluso cada bombilla», explica un hombre metódico, que disfruta de los trabajos hechos a mano.
Cuenta que su padre, Francisco, quien inició la tradición familiar en 1946, ya envolvía las figuras en papel de seda. «Sigo manteniendo muchas costumbres», dice su hijo, quien recuerda que este belén nació en San Caetano y «entonces las casas eran reducidas, por lo que yo me quedaba sin habitación cuando él lo ponía. Sacaba el armario, movía la cama... y a mí me tocaba compartir habitación».
Lo de guardar el musgo es otra ciencia más que Paco tiene bien estudiada. «Yo lo meto también en cajas de vino y luego va, tal cual, a sacos de plástico. Aquí, al no darle el sol, no se estropea. Antes usaba mucho más, de distintas especies, pero estas Navidades eliminé mucho y los sustituí por un papel que imita la montaña y musgo. Hay que tener en cuenta que va toda la plataforma empapelada y con cinta plástica por si cae agua fuera del circuito, aunque los estanques los hice en cemento», apunta el autor de una de las atracciones de la Navidad compostelana que este año recibió 5.924 visitas y es disfrutada tanto por niños como por mayores.
«Es habitual que venga gente de Noia, de Ribeira e incluso de más lejos a ver nuestro belén. En zonas de puerto de mar es muy conocido. Unos se lo comentan a otros», añade Paco, quien tras el día Reyes ya tiene la cabeza puesta en el carnaval y en el desfile del martes de entroido, en el cual lleva participando desde el año 98.