Castañas de Portugal para el tren de Manolo Prieto: «Son mejores, aunque más caras»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLER

Constata que los compostelanos «se animan mucho más a comprar un cucurucho» cuando baja el termómetro

09 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hay un símbolo claro de la llegada del invierno es la presencia de las locomotoras con castañas de Manuel Prieto y Ofelia Asorey en Porta Faxeira y en el entorno del Cantón do Toural. En ambos puntos del casco histórico despachan el fruto del otoño desde hace unos días, pero no siempre con el mismo éxito de ventas. Las elevadas temperaturas de los últimos días, en los que se alcanzaron hasta 25 grados, no animan especialmente las ventas. Aunque siempre hay nostálgicos que se rinden y, aún sudando, no son capaces de resistirse a un cucurucho de castañas. Con el anuncio de la bajada de temperaturas en este fin de semana, el vendedor más veterano de Santiago espera que aumenten la demanda. «Los compostelanos se animan mucho más a comprar las castañas cuando hace frío, porque sirven también para calentar las manos». Manolo cree que la clave del éxito es la garantía de que «todas las castañas que se venden salen bien. Es como tiene que ser, porque para que vuelvan a comprar, hay que garantizar el producto», explica. Con este fin, Manolo salió este viernes a las seis y media de la mañana de su casa en Concheiros rumbo a Portugal para comprar el producto en una zona de Trás-os-Montes. Asegura que las castañas allí «son más caras, pero la calidad es óptima. Están totalmente garantizadas», insiste. Fue un viaje relámpago, porque su previsión al iniciar la ruta era poder estar por la tarde «al pie del cañón» en su rincón de Porta Faxeira. «Vamos a una zona sin cobertura, y con muchas curvas, pero vale la pena el sacrificio». Comenta que «este año parece que las hay buenas por Galicia, pero prefiero no arriesgar. Voy a lo seguro». Manolo Prieto lleva más de 50 años vendiendo castañas en la ciudad y, aún teniendo edad para ello, todavía no piensa en la jubilación. Él empezó con solo 14 años junto a su padre, que fue el impulsor de la primera locomotora, llamada Santa fe, en la que se asaban las castañas a pie de calle. Ahora, cada tarde, es habitual ver tanto a Manolo como a Ofelia empujar sus respectivos asadores desde la rúa dos Concheiros hasta sus ubicaciones habituales en el centro de la zona monumental. Allí volverán a despachar hoy, para mantener un tradición que forma parte del paisaje de Santiago.