El colorido altar con el que una camarera mexicana recuerda a sus seres queridos en Santiago

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

El restaurante mexicano Mestiza, que abrió en febrero sus puertas en el barrio de Vista Alegre, cuenta con su propio altar por el Día de Muertos, en el que el dueño y empleados (en la imagen, Montse del Río) rinden homenaje a sus seres queridos. Así mantienen viva una tradición muy arraigada a sus raíces, radicalmente distinta a la celebración que se hace aquí de Difuntos.
El restaurante mexicano Mestiza, que abrió en febrero sus puertas en el barrio de Vista Alegre, cuenta con su propio altar por el Día de Muertos, en el que el dueño y empleados (en la imagen, Montse del Río) rinden homenaje a sus seres queridos. Así mantienen viva una tradición muy arraigada a sus raíces, radicalmente distinta a la celebración que se hace aquí de Difuntos. PACO RODRÍGUEZ

Montse del Río vive desde hace un mes en la capital gallega, donde mantiene la tradición de la ofrenda típica del Día de Muertos y la comparte en su lugar de trabajo

31 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre Ciudad de México y Santiago hay más de 8.600 kilómetros, una distancia que parece aún más larga por estas fechas. El choque cultural es grande entre un país en el que recuerdan a sus seres queridos en una fiesta llena de color y alegría, y el recogimiento y tristeza que reina a este otro lado del charco en el Día de Difuntos. Así lo constata Montserrat del Río Zabal, una mexicana que lleva un año en España y se mudó hace solo un mes a la capital gallega.

Esta camarera de 26 años cuenta que en su tierra natal «la celebración empieza a mediados de octubre, que es cuando comienzan a colocar los altares públicos y arrancan las actividades en torno al Día de Muertos. Ves que en todos lados hay mucha alusión a la muerte, con calaveras, catrinas, flores y ofrendas por todas partes. Personalmente, yo nunca había tenido tan presente esta fecha hasta hace 2 años, cuando se murió mi perrita», relata. En su último Día de Muertos en México dedicó su homenaje a Gaia, una gran danés que llegó a la vida de Montse cuando tendría unos 16 años. Explica que en casa su tía tuvieron muchos cachorros y «mi mamá no quería un perro tan grande, pero mi papá y yo nos enamoramos de Gaia y pasamos toda la comida cargándola para quedárnosla». Al final, lograron convencerla y ese animal compartió algunos de los momentos más tiernos y divertidos que recuerda Montse, quien rememora el día en que vio por primera vez una alberca y se calló a la piscina o lo feliz que fue en la pandemia «de que estuviésemos todos metidos en casa para poder jugar con ella». Hoy Gaia es una de las protagonistas del altar que ha montado en su lugar de trabajo, el restaurante mexicano Mestiza.

La ofrenda incluye desde una foto de la mascota hasta su collar o un cucurucho por el helado especial para perros que tanto le gustaba, además del resto de objetos típicos de un altar (con la flor de cempasúchil y sus cuatro elementos: agua, velas representando el fuego, fruta en alusión a la tierra y papel picado decorativo con forma de calaveras por el aire.

PACO RODRÍGUEZ

«Empezamos a montarlo hace un par de semanas. Yo coloqué a mi perrita y mis compañeros mexicanos, Antonio [que es cocinero] y mi jefe Guillermo, también pusieron cosas de sus seres queridos. A la gente que viene al restaurante le llama mucho la atención nuestro altar y le sacan fotos. Nada más queda poner la comida específica que les gustaba, porque se cree que ayuda a que vuelvan con nosotros para visitarnos el 2 de noviembre y así la pueden disfrutar una vez al año. Esta es una celebración de origen prehispánico y hay muchas leyendas en torno a ella, como la leyenda del Mictlán que cuenta el viaje que emprenden las almas de los difuntos», indica esta joven mexicana que estudió Veterinaria y trabaja en la hostelería mientras espera a que su título se homologue para poder ejercer.  

Aclara que, lo más común, en México es «poner en tu casa los objetos de las personas o animales que han muerto para recordarlos y mostrarlos en su memoria, aunque depende mucho de cada familia y puedes ponerlos también en algún lugar común, como en el cementerio junto a sus tumbas». Siente que aquí el festejo de Difuntos «es más triste y hay como un luto» que ella no tenía asociada a estas fiestas. «Para mí esta festividad es para recordar con amor y alegría, no con tanta pena», subraya.