La razón por la que abrió en Compostela su primer estudio Jimenas, la marca de calzado y accesorios que enamora a los gurús de moda

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Tania Pardo, en el estudio de Jimenas, que desde el pasado día 9 atiende a los clientes en la Rúa Nova 41 con cita previa, indica: «Ellos van hasta allí, se prueban los productos y, si les gustan, se los llevan».
Tania Pardo, en el estudio de Jimenas, que desde el pasado día 9 atiende a los clientes en la Rúa Nova 41 con cita previa, indica: «Ellos van hasta allí, se prueban los productos y, si les gustan, se los llevan». CEDIDA

Tania Pardo explica que tener una tienda física era para ella un «capricho» y le atrajo la idea de poner su granito de arena para revitalizar el comercio del casco histórico santiagués

01 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En el meollo del casco histórico santiagués, en la Rúa Nova, abrió hace pocas semanas el primer estudio de la casa Jimenas. Esta tienda online de calzado y accesorios que ha prendado a los gurús de la moda se creó en Madrid (con sede de operaciones en Alcalá de Henares) y su fundadora nació en Suiza, pero tiene alma gallega. Tania Pardo, de 33 años, explica que su familia paterna era de Curtis y fue la primera generación de emigrantes. Ella nació allí, aunque con 12 años retornó junto a sus padres y estuvo viviendo en Sigüeiro (Oroso) hasta los 18. Estudió el bachillerato artístico en el instituto compostelano de Sar y acabó mudándose a Madrid para formarse en Diseño de Moda.

«Desde pequeña decía que iba a hacer algo relacionado con el diseño, pero no sabía exactamente qué, porque me gustaba la moda, la decoración... Siempre estaba dibujando y tenía pasión por los zapatos, por lo que acabé hilando las dos cosas». Tania terminó la carrera en el 2013 y luego trabajó en varias empresas, relata: «Estuve en Hoss Intropia, que ahora pertenece al Grupo Cortefiel. Ahí toqué la parte de la artesanía, un trabajo que cada vez tiene menos presencia en España frente a la moda low cost. Mi marido me animó a emprender, pero llegó la pandemia y preferí esperar un poco para lanzar la marca, que surgió como una marca online en el 2021». Desde entonces, sus bolsos, mocasines, sandalias y cinturones han acaparado la atención de numerosas revistas de moda: Elle, Glamour, Trendencias, Yo Donna...

«En realidad, abrir un estudio es para mí un capricho. Hay una cuestión práctica y es que Ana lleva la atención al cliente en remoto desde Santiago. Por otra parte, siento que el casco histórico de la ciudad está repleto de bares y de tiendas de suvenires, cada vez lo veo más muerto a nivel comercial, y era una forma de contribuir a su revitalización. De hecho, la respuesta de la gente fue una auténtica pasada. Nos agradecen que apostáramos por la zona monumental y no por la de las tiendas. En realidad esta ciudad es preciosa, tenemos una joya y hay que reactivar el negocio en este enclave, o por lo menos intentarlo», defiende una treintañera que ha construido su marca entorno a otra joya: un recuerdo familiar. «Nuestros diseños son únicos y exclusivos y los metales de los zapatos, las hebillas cinturones o bolsos se inspiran todos en un anillo de Gilbert Albert que mi padre regaló a mi madre y ella me dio para el día de mi boda. Esa textura del anillo la llevamos incluso a una alpargata, un nuevo producto que vamos a empezar a trabajar de cara al año que viene», explica Tania, que en Jimenas defiende una producción 100 % española, hasta el último hilo, «y apostamos por un consumo responsable».

¿Y dónde cree que estuvo la clave del éxito? «Funciona tan bien porque el producto que trabajamos es de muchísima calidad. Nuestros fabricantes están en Alicante y son los mismos que los de Isabel Marant o Ralph Lauren. Es decir, hacemos una prenda con la misma calidad, porque el fabricante y las hormas son las mismas, pero tres veces más económico que estas marcas. Puede que un principio nuestro precio te parezca elevado, pero cuando ves lo que recibes te das cuenta que en realidad nosotros tenemos un margen súper pequeño y hacemos las cosas como se hacían antes, pensando en que duren. Es una vuelta al pasado, a ese armario de nuestros abuelos, que tenían dos o como mucho tres pares de zapatos muy buenos, los cuales acababan formando parte de la identidad de esa persona», responde Tania.

Confiesa que en su propio vestidor no hay zapatos, bolsos y cinturones que no sean de Jimenas, porque «sé que no podría obtener nada mejor por este precio». Ya de niña le apasionaba el calzado y recuerda que pidió por su cumpleaños unas sandalias con plataforma que le encantaban: «En Suiza se llevaba mucho que los padres de tus amigos te preguntasen a ti, y no a tus padres, qué querías. Yo les pedí esas sandalias, a pesar de que mi madre ya me había dicho que no quería que llevase plataforma. Al poco tiempo hubo una excursión en la escuela. Íbamos de caminata y yo insistí en llevar las sandalias. Mi madre ya me advirtió que no era el mejor calzado ese y me iba a reventar los pies. Efectivamente, volví con los pies destrozados a casa. Hay lecciones que una tiene que aprender por sí misma», comenta entre risas una mujer que -como buena tauro- dice ser «dura de cabeza».