Marieta Lorenzo, archivera de la Real Filharmonía: «A la gente de Santiago históricamente le gustaba la ópera y la zarzuela»
SANTIAGO CIUDAD
La investigadora repasa en un libro las temporadas líricas en el Principal desde 1840 a 1914
09 sep 2024 . Actualizado a las 21:36 h.Las posibilidades de asistir en la actualidad a una ópera o una zarzuela en Santiago son contadas a lo largo del año, pero durante las primeras décadas del Teatro Principal —abrió sus puertas a mediados del XIX— «era música del día a día, lo que se consumía habitualmente», concluye Marieta Lorenzo Vizcaíno después de pasar más de año y medio investigando mayoritariamente en la hemeroteca sobre su programación musical para la tesis doctoral. Un trabajo que ahora ha visto la luz en el libro Ópera y zarzuela en Santiago de Compostela. Las temporadas líricas del Teatro Principal (1840-1914) publicado por el Consorcio de Santiago junto con Andavira Editora.
Marieta Lorenzo trabaja desde el 2006 como archivera de la Real Filharmonía de Galicia, así que a la hora de hacer su tesis decidió investigar sobre la programación musical previa al Auditorio de Galicia centrándose en el período que va desde la apertura del Principal hasta el año 1814. «La tesis iba a ser sobre toda la música en el Teatro Principal, pero dos tercios son ópera y zarzuela, porque era lo que más tiempo ocupaba en la programación», afirma la investigadora. Precisamente, resalta que el Principal se inauguró con una ópera a cargo de la compañía de la familia Villó en enero de 1841. Una de sus integrantes, Cristina Villó, nació en A Coruña. «Era una compañía a la que cogieron mucho cariño en Santiago porque después regresaría con otras giras», detalla la autora.
En esa etapa inicial del teatro, cuya actividad la investigadora agrupa bajo el epígrafe de «Albores», lo que más había era ópera italiana. Por entonces «aún no se había inaugurado el tren y era horroroso para las compañías acercarse a Santiago». Precisamente, la puesta en marcha de la línea Cornes-Carril en 1873 facilitó mucho esa llegada de artistas, que accedían en barco hasta Vilagarcía desde otros puntos de la Península y Portugal. Encaró en torno a esas fechas el Principal la época de mayor programación, que se produjo entre 1875 y 1900, con una decena de ciclos musicales anuales. Poco a poco la ópera fue dejando paso a la zarzuela: «Era en castellano, y la temática era más picaresca», apuntó. Pero esa etapa que figura en el libro como «Apogeo» se vio truncada por la llegada del cinematógrafo, que relegó este tipo de actuaciones musicales, dando paso a lo que la autora agrupó bajo el epígrafe de «El ocaso» entre los años 1900 y 1914.
Durante las más de siete décadas que analizó la investigadora, entre los datos que más le sorprendieron se encuentra el comportamiento del público. «Era distinto según su situación en el teatro. A la zona del gallinero iban normalmente los estudiantes, que en ocasiones lanzaban objetos o iban a ligar», detalla. Otro aspecto que resalta es la influencia de la Iglesia, no solo restringiendo la programación en épocas como Navidad o Pascua, sino también aconsejando sobre los espectáculos. «¿Quién iba a ir a ver una ópera o zarzuela si el cura decía que no era adecuada? La sombra de la Iglesia siempre estuvo muy presente», afirma la autora, a quien le llamó la atención el sistema que poseía el Principal para situar el suelo de la zona de espectadores y el escenario a la misma altura para facilitar bailes como el de carnaval.
Esta vinculación histórica con la ópera y la zarzuela del público compostelano es la razón por la que a Marieta Lorenzo le molesta especialmente cuando le dicen que en la ciudad no se puede hacer ópera porque no gusta. «A la gente históricamente sí le gustaba mucho la ópera y la zarzuela. Estaban deseando que la hubiese en el Principal», asevera y añade que en la actualidad la respuesta también depende del tipo de producción. «Prefieren las de la antigua usanza: de Verdi, Puccini..., con esas lámparas de araña en escena, que si pones una moderna», afirma la investigadora, que ahora trabaja en una exposición de cantantes gallegas famosas que abrirá sus puertas en el Colexio de Fonseca en octubre.