Foliada sin descanso en el Trad Fest

O. P. Arca, I. C. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Alta temperatura musical en el maratoniano festival tradi de Santiago

29 jul 2024 . Actualizado a las 11:11 h.

No hubo tregua para la diversión en toda la jornada. Es el espíritu con el que nació el Compostela Trad Fest, y que se renovó ayer. Cuando pasado el mediodía Bailai Malditos iniciaba en el parque de Bonaval su ruada por la zona vieja, los primeros en llegar empezaban a disfrutar de las trece horas de música que tenían por delante. Nada que ver con el agónico baile de los protagonistas de la película de Sydney Pollack: a la cita tradi se va a pasárselo bien, a bailar, a cantar y a vivir una foliada ininterrumpida que conquista en cada Apóstolo el corazón de Santiago.

Y que acaba en la Praza da Quintana cuando el sol cae, pero aún irradia desde su pétrea escalera, convertida en excepcional grada. Va terminando el día, pero no la buena música. Como la de Caamaño&Ameixeiras. Y tampoco remata el baile. Como el de las decenas de personas que ya en el segundo tema del dúo, el instrumental Entrudio, se marcaban los primeros puntos en A Quintana. Más lento Se souberas, y primera invitación al público a cantar; de nuevo acción con Florencio, y multiplicación de bailadores en Santa Mariña, cerrada con un gran aplauso. Pizzicato de violín en la intimista Ai de min, con Sabela y Antía en pie, espalda contra espalda, recreando el videoclip del tema. Tiempo luego para Sabela Caamaño luciendo voz en una versión pausada del Soy rebelde de Jeannette, sin miedo a subir escalas.

El cierre, con Capercaillie: «Quedades cunha das mellores bandas de folk do mundo». Lo dijo Xabier Díaz tras interpretar dos temas con la banda que lideran Karen Matheson y Donald Shaw. Lo demostraron de nuevo en Santiago, dejando claro que el ritmo desatado en Escocia suena a violín, gaita y acordeón. Capercaillie interpretó cerca de una veintena de temas, haciendo un recorrido por su exitosa trayectoria de cuarenta años que ahora está conmemorando.

Alta temperatura musical desde el inicio por la mañana en Bonaval

Con calor y con alta temperatura musical, con mucha animación y bailes del público, arrancó el festival Compostela Trad Fest en Bonaval. Fuertes ovaciones al guitarrista Marcos Teira en la iglesia de San Domingos con su repertorio de reinterpretaciones de la tradición gallega, como la primera pieza que sonó en las trece horas de música del festival, el «Fandango galego» de Xosé Casal, y a sus propias composiciones, «Mandileta» o «As alegrías do mundo», entre otras, una decena de temas que dejaron constancia del trabajo de este veterano guitarrista multifacético que inició una nueva andadura con su proyecto «Costeira», que hace referencia a su propio apellido pero también «á cor mariñeira» de su inspiración, en el que se da coherencia a su trabajo de muchos años sobre el acervo musical de Galicia.

Mientras Marcos Teira, que se estrenaba en la iglesia de San Domingos como concertista, se manifestaba encantado con la acústica de este escenario hasta el punto de que «eu quedaría a tocar sempre aquí», a pocos metros el bullicio de la feria de artesanía llenaba el acceso al parque de Bonaval, donde se distribuían cerca de cuarenta puestos de productos de calidad a los que tampoco era ajena la música, ya que se ofrecían grabaciones en varios puestos y hasta instrumentos musicales en el de un lutier. Desde la explanada de la feria arrancaba su primer pasacalles hacia el centro del casco monumental, con su música alegre de percusión y gaita, el trío Bailai Malditos.

En los recintos de conciertos del Trad Fest en el parque de Bonaval, el grupo Cantometrics desgranó un repertorio de versiones propias sobre las piezas del repertorio de Alan Lomax, un homenaje al etnomusicólogo estadounidense cuando se han cumplido setenta años de su viaje por Galicia inventariando temas de la cultura popular, contenido también del disco de presentación de Cantometrics, que lleva el nombre de esta formación. «O chifro», la grabación que Lomax hizo a José María Rodríguez en Nogueira de Ramuín y que interesó a Miles Davis hasta el punto de que el prodigioso trompetista hizo una versión de la pieza, fue el inicio del concierto de Cantometrics, que pronto arrancó los primeros bailes del Trad Fest. Este joven grupo ya trabaja en su próximo disco, que se inspirará en la visión fotográfica de otra estadounidense, Ruth Matilda Anderson, en su viaje por Galicia hace ahora cien años.

Violeta y Alba son cantareiras de Lina e Lola y el dúo embrionario de este grupo de ocho de O Morrazo, también pandeireteiras, que cogieron el relevo de Cantometrics en el parque de Bonaval. Con ellas, Mónica, Melisa, Claudia, Saínza, Tania y Paula, acompañadas a la guitarra en varias piezas por Miguel Fraile, levantaron varios grupos del público para bailar desde que abrieron su repertorio, que fue un recorrido exprés por la tradición popular gallega salpicado con muestras del cancionero del folclorista castellano Agapito Marazuela.

Las mujeres son las auténticas protagonistas sobre el escenario de esta edición del Trad Fest, como lo demuestra el hecho de que, casi sin pausa, en Bonaval las portuguesas de Crua, el grupo de seis artistas formado en Oporto, dieron continuidad a las voces de Lina e Lola para dejar muestra de su dominio del adufe y de la armonía de sus voces sobre un repertorio tradicional luso.

Con más de 30 grados a la sombra de los carballos de Bonaval y con el público huyendo del sol iniciaba Luis Peixoto a las 15.30 su actuación en el Trad Fest. Acompañado de bases electrónicas, el cordofonista de Coimbra iba desgranando sus composiciones en un recital que abría con «Drone». La mandolina, el bouzouki irlandés, y cómo no, el cavaquinho portugués, iban pasando por las manos de Peixoto para interpretar piezas que estrenó ayer como «Synchronized chaos». «Coñecía Santiago, pero non este parque. É un ambiente espectacular, é unha marabilla tocar aquí», manifestó al bajar del escenario.

Sin solución de continuidad, en el espacio alternativo, Os Carecos arrancaban con un tema que unía «O Cantar do Arrieiro» y la «Xota de Abelenda», que dejaba ver dos características distintivas del sexteto de Ortegal: la polifonía y una percusión que dominan. No en vano el grupo nació como un quinteto de pandeireteiros, que al perder dos integrantes, decidió el año pasado incorporar bombo, acordeón y gaita-clarinete para musicar conocidas coplas del cancionero popular. Lo demostraron en «Tristimil», título en honor a su aldea para un vals que toma su letra inicial de la portuguesa «Lágrima» que hicieron eterna Amália Rodrigues y luego Dulce Pontes, y enlaza con« Costureiriña bonita».

 El grupo pidió bailadores «se vos dá o alento, que tampouco queremos desgracias», y los tuvo: los primeros, y de los más animosos de la jornada, fueron los vigueses María Alonso y José Soto, que se integran en el grupo tradicional O Fiadeiro y acudían de nuevo al Trad Fest. Os Carecos se despidieron entre aplausos con «Cortellas».

Acto seguido, «Arroutes», con refuerzo de batería, interpretaron unas piezas instrumentales que iban llevando a más bailadores al torreiro a medida que el sol iba bajando, y alguna brisa se dejaba sentir. El público acompañaba con aturuxos el sonido de la gaita amalgamado con la guitarra eléctrica, en piezas actualizadas como la «Muiñeira de Vilanova» y la «Polka de Vilagarcía», a las que unían la «Xota de Paulino» y alguna repichoca que gustó al público.

Alana basó su concierto en temas de su primer disco, presentado el pasado mayo, «O xeito á cantigha». Cayeron la «Xota de Liñares», «Dorinda de Xacobe» o «Foliada de Negreira», en un parque de Bonaval que destacaron como un espacio espectacular y de especial significado para el grupo, porque donde ayer tocaron hicieron las fotografías de su proyecto musical. Con alguna tregua de temperatura, buena parte del público acabó bailando después de que Antía Vázquez bajase al torreiro para cantar desde allí una versión muy personal de «La cucaracha».

Ariel Ninas, el artista que es Mauro Sanín, llevaba el sonido de su zanfoña al ábside central de la iglesia de San Domingos, con unas notas que iban de la armonía al desgarro, de los tonos más graves a los más agudos que recordaban al violín. Interpretó temas propios, como «Hidegardii Laul» o «Par», junto a descubrimientos como una muiñeira del siglo XVIII de Custodio Santabaia, maestro de capilla de la catedral de Mondoñedo.

El Trad Fest enfiló su recta final en el parque de Bonaval, antes del traslado a la Praza da Quintana, con el grupo Rholben, formado hace un año en Oxford, con su repertorio tradicional galés, su guiño compostelano en forma de «Muiñeira de Monte Viso», que puso a bailar a la concurrencia, y con los temas a capela de su cantante y clarinetista Siriol Davies. Fue el primer concierto de Rholben en Galicia y quedaron maravillados con el Trad Fest, como explicó su gaiteiro, el focense Manuel Vázquez, Mano Panforreteiro. Tras ellos, cerró la fiesta del parque de Bonaval el dúo bretón Le Mange Bal, Théodore Lefeuvre al acordeón y teclados y Nils Kassap al clarinete, rompiendo los esquemas tradi con su música contundente de base electrónica y ritmos desenfrenados que incitaron al público a disfrutar de los últimos bailes pisando césped, antes de cambiarlo por la piedra de la Praza da Quintana, donde iba a arrancar el concierto de Caamaño&Ameixeiras y el fin de fiesta con los escoceses Capercaillie.  

Varios miembros del gobierno municipal compostelano no quisieron perderse el Trad Fest ya al poco de iniciarse en Bonaval. La alcaldesa, Goretti Sanmartín, declarada fan del festival, acompañada por la concejala de Festas, Pilar Lueiro, así como Xesús Domínguez o Xan Duro, se interesaron por la feria de artesanía antes de asistir a la actuación de Cantometrics y de Lina e Lola. También el concejal de Urbanismo, Iago Lestegás, fue preparado para bailar, junto a un grupo de amigos.

Compostela Trad Fest es un festival promovido por La Voz de Galicia y el Concello de Santiago dentro de la programación de las Festas do Apóstolo, con la colaboración de la Xunta de Galicia y la empresa Espina&Delfín.