La reválida del aeropuerto

SANTIAGO CIUDAD

01 jun 2024 . Actualizado a las 10:35 h.

l aeropuerto de Santiago cierra un mes excepcional. Durante 25 días, las aerolíneas operaron en el Rosalía de Castro el grueso de los vuelos que no pudo atender Peinador. Fueron más de 450 adicionales a su tráfico habitual. Y la terminal superó el reto sin contratiempos. La mayoría de los enlaces operaron con puntualidad y los únicos problemas de cara a los usuarios, en lo que atañe estrictamente al funcionamiento del aeropuerto, fueron los derivados de las protestas de trabajadores por la sobrecarga laboral a la que tuvieron que hacer frente, y que desembocaron en dos jornadas de huelga que provocaron una veintena de cancelaciones los días 16 y 17. Lavacolla, en definitiva, cumplió con lo que le toca, que es ofrecer las mejores condiciones a las compañías para que puedan desarrollar sus servicios. Ahora bien, el trasvase del tráfico por el cierre de Peinador también dejó en evidencia algunos flancos débiles de la que es, con diferencia, la infraestructura más relevante de la ciudad. Es el caso de su capacidad de aparcamiento. Como sucede en Semana Santa y en los picos de julio y agosto, la petición añadida de plazas colapsó en algunos fines de semana las disponibles en reserva. Aena sabe del problema y por eso trabaja en las alternativas. Esta es la tarea que debe ocupar a los gestores. Y de lo demás ya se encarga la propia evolución de la demanda, que es la que está orientando la especialización del Rosalía de Castro como aeropuerto eminentemente turístico. No lo hará el comité de rutas, que lleva años demostrando su inoperancia en lo que debiera ser su objeto central: la coordinación de las tres terminales gallegas. Convertido ese foro en cancha de cansinas y estériles disputas localistas, es el propio mercado, y no las administraciones públicas, el que está marcando el rumbo a cada aeropuerto. Y el de Santiago pasa por consolidar su crecimiento dentro de unos parámetros razonables. Porque seguir mirando al de Oporto —referente del norte de Portugal— como competidor resulta un tierno ejercicio de ingenuidad. Las expectativas del Rosalía de Castro deben ser acordes a la dimensión del área a la que sirve, que es Galicia. Toda Galicia.