Lucía Ferreiro, jefa de la Unidad de Tuberculosis del Clínico: «No es una enfermedad de pobres, puede sufrirla cualquiera»
SANTIAGO CIUDAD
La neumóloga del hospital compostelano pide extremar la vigilancia ante una patología que «sigue viva»
24 mar 2024 . Actualizado a las 23:44 h.Hoy, 24 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis, enfermedad que este 2024 matará a 1,5 millones de personas. Será, en definitiva, la principal causa de muerte por patología infecciosa del planeta, que en su larga historia se ha cobrado las vidas de iconos como George Orwell, Franz Kafka, Antón Chéjov, Gustavo Adolfo Bécquer o Erwin Schrödinger. En Galicia, la puesta en marcha en 1993 de un programa de prevención y control ha conseguido arrinconarla, aunque no erradicarla. Todas las alertas siguen encendidas en la Unidad de Tuberculosis del CHUS, dirigida por la neumóloga Lucía Ferreiro Fernández, que pide que no se baje la guardia ni un segundo tras registrar 67 nuevos casos durante el 2022.
—La lucha continúa.
—La tuberculosis es un problema de salud pública. En los 90, en Galicia hubo una incidencia muy alta, con 72 casos por cada 100.000 habitantes. Eso motivó la puesta en marcha del programa gallego, creándose unidades específicas en los siete principales hospitales. Cada unidad está dotada de personal médico, de enfermería y de una figura muy importante, que es el trabajador social. La tuberculosis puede afectar a cualquier persona, pero sobre todo tiene incidencia en colectivos desfavorables, como drogodependientes, prostitutas, inmigrantes o personas que viven hacinadas. El trabajador social se encarga, una vez se diagnostica, de hacer una exploración para ver los posibles riesgos de incumplimiento del tratamiento. El paciente, cuando se le diagnostica, normalmente está mal. Tiene síntomas y cuando empieza con la medicación pasa a verse mejor y, al ser un tratamiento largo, no son infrecuentes los abandonos. Es clave adelantarse a eso. Si vemos indicios de que el paciente no va a ser cumplidor, sobre todo en casos de gente con problemas psiquiátricos, alcoholismo u de otras drogas, instauramos un tratamiento supervisado. La ingesta de las pastillas se hace manera vigilada, sea en el hospital, en el centro médico, por parte de un trabajador social del concello donde viva o por un familiar. Gracias a eso hemos logrado bajar la incidencia muchísimo. De 72 casos por cada 100.000 habitantes, a los 11,4 de ahora.
—¿Erradicar la enfermedad lo ve como algo posible?
—Durante la pandemia, con el aislamiento social y el uso de las mascarillas hubo una bajada muy significativa en el número de positivos. Ahora se va manteniendo, pero pasa como con otras enfermedades, cuando se baja mucho la incidencia, tanto la población general como los médicos, nos olvidamos de la tuberculosis y, si no pensamos en ella, es tiempo que perdemos y en el que se generan nuevos casos.
—Es que hablar de la tuberculosis recuerda un poco al pasado.
—Exacto. De hecho, cuando en la consulta le explicas al paciente que le hemos diagnosticado de tuberculosis, se lleva las manos a la cabeza. Considera que es una enfermedad que ya estaba erradicada y para nada, ojalá. Lo asocian a inmigrantes, situaciones de hacinamiento y malas condiciones de vida, pero enferma cualquiera. De hecho es muy frecuente en pacientes inmunodeprimidos que la sufren porque tienen las defensas bajas. No es una enfermedad de pobres, puede sufrirla cualquiera.
—Recuerdo hace años vivir un episodio cercano en el colegio y la psicosis que se montó.
—Siempre se genera mucha polémica. Al hacer el estudio de contactos, aunque se mantiene la confidencialidad, si en una empresa trabajan diez personas y uno está de baja, ¿quién es el enfermo? Siempre pasan cosas de estas. Por ejemplo, de alguien al que hacen la prueba y da positivo y que acusa a otra persona de haberla infectado. Es muy difícil saberlo porque la incidencia es alta, entorno al 25 o al 30 %. En un niño es más sencillo, porque o la cogió en la guardería o en su casa. En el caso de un adulto o de ancianos resulta más difícil.
—¿Cómo es el tratamiento?
—Se trata con antibióticos. Durante dos meses tienen que tomar cuatro diferentes, y en los cuatro meses siguientes, dos. Después depende de la respuesta del paciente. Es decir, que en los cultivos de esputo no se vaya encontrando el bichito. El tratamiento dura esos seis meses, pero se puede prolongar a nueve o incluso más. Hay casos de tuberculosis que son resistentes a los antibióticos, entonces implica un tratamiento que puede durar un año, o año y medio.
—Y se requiere aislamiento.
—Depende del órgano al que afecte. Hasta en el 65 % de los casos, los enfermos lo tienen en el pulmón o en el hígado. Si hay muestras en las flemas que el paciente expectora, hay que aislarlo. Tiene coger la baja y en casa, aunque no lo vas a encerrar [ríe], sí hay que tomar unas medidas de precaución. Hay que ventilar mucho, limpiar y que duerma en una habitación sola. ¿Durante cuánto tiempo? Más o menos dos semanas. No todos responden al tratamiento igual y depende de lo contagiosos que sean. Puede alargarse a las tres semanas.
—¿Cómo se infecta uno?
—La transmisión es por vía aérea. El bacilo de la tuberculosis entra por las vías respiratorias y llega al pulmón. Ahí produce una pequeña cicatriz. Si nuestras defensas están fuertes, la bacteria se queda ahí, como encapsulada. Puede permanecer viva y latente durante muchísimo años y, después, con una bajada de defensas, despierta y comienza a dividirse y provoca la enfermedad.
—¿Cuáles son los principales síntomas?
—Lo más típico es la tos, de más de tres o cuatro semanas. A veces seca y con expectoración de sangre. Típicamente produce también sudoración nocturna y pérdida de peso. Sin los síntomas normales cuando afecta al pulmón. Si lo hace, por ejemplo, a la vía urinaria es más complicado de diagnosticar porque puede confundirse con una infección de orina.
—Tiene un historial de millones de muertos
—Generaba y genera mortalidad. A nivel gallego lógicamente las cosas están bien, pero a nivel mundial se estima que matará a 1,5 millones de personas este año. En muchos países subdesarrollados los recursos que había contra la tuberculosis se destinaron al covid. Se bajó la vigilancia y se espera un exceso de muertes por ese motivo. Este año conmemoramos el aniversario del descubrimiento del bacilo y pedimos no bajar la guardia. Por ejemplo, en atención primaria, que si viene a consulta alguien con tos, que se le haga una radiografía para mirarlo en detalle. Puede haber otros motivos, pero también está la tuberculosis. Aunque las cifras van bien, hay que seguir. No podemos bajar la guardia.