En directo, en la Conchi: «Miña nai sempre di que é mellor coller moza na biblioteca que na discoteca»
SANTIAGO CIUDAD
Un millar de universitarios preparan a diario los exámenes en la Concepción Arenal, edificio que ha trascendido su esencia como espacio de estudio para convertirse en un icono de la cultura pop compostelana
14 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«¿Cuántos cafés servirán aquí al día?». Esa es la pregunta que surge entre un grupo de universitarios que hacen cola en la Cafetería Universal. El reloj marca las 11 de la mañana. Es plena época de exámenes y la ingente cantidad de estudiantes que se agolpan en las puertas del establecimiento indica dos cosas: a ese ritmo el local seguramente venderá más de 1.000 cafés durante el día y que las 11 son la hora idónea para hacer el primer descanso de una jornada que se espera larga y quizás intensa en la biblioteca Concepción Arenal de la Universidade de Santiago. «Algúns viven aquí todo o mes», confirma José Rodríguez, director de la popularmente conocida como la Conchi, edificio que ha trascendido su esencia como espacio de estudio para convertirse en un icono de la cultura pop compostelana. De los cerca de 25.000 alumnos con los que cuenta cada curso la USC, no hay uno solo que no la conozca.
Con horario continuado desde las 8.30 horas hasta la medianoche, antes de su apertura ya hay cientos de jóvenes esperando para coger sitio. Con casi un millar de plazas disponibles en sus seis plantas, los huecos disponibles son mínimos, una excepción. ¿El motivo de su éxito? «Implicámonos coa xente, o ambiente é agradable e a localización é boa. Os estudantes están tranquilos e seguros. Existe tamén unha retroalimentación positiva de ‘como van moitos, eu igual'. Aínda que hai unhas mil persoas durante 15 horas cada día, os problemas son anecdóticos. Non temos roubos. O comportamento da xente é exemplar», precisa Rodríguez, quien apunta que la biblioteca cuenta con un personal estable de 16 personas, a los que se suma seguridad, limpieza y algún refuerzo para estas épocas.
Son tres funcionarios los que se encargan de evitar los descansos interminables y paseos. «Sempre existe a picaresca de deixo aquí as cousas para gardarlle o sitio a un compañeiro, pero tamén o controlamos. Se vemos a alguén deambulando preguntámoslle se desexa algo. Claro que hai interaccións sociais, hai mil persoas cada día. É algo normal, senón isto sería un mosteiro», afirma Rodríguez, que reconoce que episodios como el del joven que se bañó en la fuente son la excepción que confirma la regla: «Actuouse en cuestión de tres minutos. Aos propios estudantes non lle fai graza, veñen aquí a estudar».
Apuntes, libros, pero sobre todo ordenadores y tabletas. Esa es la imagen que define al universitario de la generación Z. Los atriles son una excepción en las mesas, en las que relucen los tratados de derecho, anatomía o química. La atmósfera de quietud, concentración y silencio choca con lo que se vive en el exterior. «Dejé las lentejas listas para ir rápido a casa a comer, sino te quedas sin sitio y después es imposible recuperarlo», admite una joven andaluza que está en Santiago por un programa Séneca.
¿Se liga mucho en la Conchi? La pregunta provoca las risas en la cola de la Cafetería Universal, carcajadas que demuestran que, al menos, si no se consigue se intenta. «Miña nai sempre di que é mellor coller moza na biblioteca que na discoteca», apunta Ángel, estudiante del doble grado de Física y Química que prefiere no explicar los motivos. Lo que también ha cambiado son las herramientas. Ya no se dejan notas con teléfonos, «ahora se usa la cuenta de Instagram. Le dejas un pósit y si te sigue, empiezas a hablar», afirma Juan, que confirma que en cuanto acabe el café volverá a la Conchi. Aún le quedan exámenes por delante, pero «tengo confianza». Él, afirma, viene a la biblioteca a estudiar.