Un veterano delincuente está tras la oleada de «simpas» que ha sufrido este verano la hostelería de Santiago

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

El restaurante Carretas, en la calle del mismo nombre, fue una de las víctimas de los «simpas»
El restaurante Carretas, en la calle del mismo nombre, fue una de las víctimas de los «simpas» DANIELA YANES

Actúa junto a su pareja y cuenta con numerosos antecedentes por robos y hurtos

07 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Siempre hizo simpas, pero es que ahora está desbocado». El diagnóstico es el de un curtido policía que conoce muy bien al hombre que está detrás de la oleada de incidentes que han sufrido este verano bares y restaurantes de Santiago con una pareja que se marchaba sin pagar la cuenta dejando a deber elevadas cantidades. Ambos están plenamente identificados y figuran en buena parte de las denuncias que se acumulan en la comisaría compostelana. Él es Z. F. F., un veterano delincuente que ha vivido en Fontiñas y en la calle Touro y que cuenta con numerosos antecedentes, sobre todo por robos y hurtos. Su actual pareja, Á, A. L., le acompaña en estas razias puferas que tanta preocupación están causando entre los hosteleros. Algunos incluso cuentan con fotos para que los empleados estén alerta y no les sirvan si entran en sus locales.

Z. F. F. es un personaje complicado. Además de los continuos robos que han hecho famoso su nombre entre los policías, figura como sospechoso de otras acciones más llamativas. Una de las más notorias y que da buena cuenta de su personalidad conflictiva fue quemarle el coche a un hombre con el que perdió una partida de cartas. Ha pasado por la cárcel y también estuvo involucrado en los problemas de convivencia que se vivieron en la calle Touro cuando una vecina denunció que era víctima de persecuciones y amenazas por haber denunciado un intento de okupación de un piso de protección oficial en el barrio.

La chica que lo acompaña en todos los simpas es su pareja, Á. A. L, que también cuenta con antecedentes y en algunos de los casos se ha mostrado muy agresiva cuando los camareros o los dueños de los locales en los que han dejado cuentas sin pagar les han llamado la atención. Hace tres semanas, en un conocido establecimiento de A Raíña, esta mujer, que tiene problemas con las drogas, llegó incluso a arañarle la cara a una trabajadora del local que intentó evitar que el dúo se fuese sin abonar la cuenta.

Entre las víctimas de esta pareja, que en ocasiones podría actuar junto a algunas otras personas añadidas, hay restaurantes muy conocidos de Santiago como el María Castaña en A Raíña, el Carretas en la calle homónima o A Lareira en San Clemente. También una conocida marisquería del Franco de mucha categoría e incluso hay reportes que los sitúan en O Milladoiro, Bertamiráns y Sigüeiro. En Vilagarcía y Ribeira también han vivido episodios similares este verano, aunque no está claro si se trata de los mismos que en julio y agosto han arrasado a la hostelería en Santiago.

Z. F. F. fue detenido recientemente por la Policía Nacional en Santiago porque le constaba una orden de busca y captura por un caso de robo con violencia. Sin embargo, tras prestar declaración judicial quedó en libertad. Pocos días después, se tomó la libertad de llamar a la centralita de la comisaría compostelana para proferir insultos desafiantes por el arresto. Una prueba más de su personalidad conflictiva y problemática.

El mismo «modus operandi»: intentan huir sin ser vistos y se ponen violentos si les descubren

La pareja a la que la Policía ha identificado como autora de la oleada de simpas en Santiago actúa siempre de la misma manera. Entran con gran desparpajo, se sientan y piden sin cortarse. Marisco, buena carne y vino, entre otras viandas. Aprovechan que los locales están llenos —este mes ya menos pero en julio y agosto estaban a tope— para escurrir el bulto sin ser vistos cuando los camareros se despistan.

En caso de que no puedan marcharse sin ser vistos no dudan en adoptar otras estrategias. Ya sea haciendo gala de una caradura encomiable, como ocurrió en el bar de San Clemente A Lareira, donde la mujer, que en ese caso actuó sola, se sentó en la terraza y pidió una ración de churrasco, tres pizzas para llevar y cuatro cervezas. En total, 90 euros. Comió las costillas de cerdo hasta que le entregaron el resto de la comida en una bolsa y salió diciendo que iba a dejar el pedido a casa para que no se estropeara y que volvía enseguida para pagar. Jamás regresó. En otras ocasiones, optan por ponerse violentos y montar un espectáculo alegando lo primero que se les pasa por la cabeza. Ya sea que les han atendido mal o que la comida estaba fría o en mal estado. El objetivo es levantar una cortina de humo que les permita escapar ante la confusión del personal del local hostelero.

Se las saben todas y también conocen que siempre que no superen los 400 euros de factura —solo lo hicieron en una marisquería—, se trata de un delito leve de estafa, penado solo con multa. Ahora bien, la reiteración de casos sí podría hacer que se les imputase un delito agravado, de ahí la importancia de que las víctimas denuncien siempre.