El último día de servicio de Manolo Seoane, uno de los policías locales más queridos de Santiago

SANTIAGO CIUDAD

El amiense se retira por jubilación a sus 60 años y recuerda la parte positiva y negativa de una profesión en la que comenzó con 24
31 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Se estrenó en la Policía Local de Santiago con 24 años. Manolo Seoane García recuerda perfectamente aquel día: «Foi o 1 de xullo do 87. Carril, que era suboficial naquela época, foinos ensinando as distintas zonas da cidade aos novos. Fomos 21 nesa promoción. Daquela era o señor Bugallo o primeiro delegado de Seguridade. El creou as seccións e dotou á Policía Local de medios materiais e humanos. Aquí chegamos a ser 175». El amiense de 60 años trabajó desde entonces de noche, de día, como paisano, incluso como escolta de lancero en las celebraciones de pompa. Y ayer fue su último día de servicio, a pesar de que le correspondería jubilarse el 1 de diciembre, pero acumulaba horas pendientes, vacaciones y antigüedad que le permitieron adelantar su retiro.
La suya fue una despedida sin sobresaltos y llena de muestras de afecto. A las ocho de la mañana, como siempre, pasaron lista y le asignaron el distrito 2, la zona del Ensanche, en una jornada de cielos encapotados y nostalgia en el aire. Dice Manolo, uno de los policías más queridos de la capital gallega por su cercanía y buen humor, que él siempre supo que quería dedicarse a esto: «O meu irmán estivo na famosa brigada nocturna e tiña tamén un primo e un cuñado policías, pero eu non me puiden presentar antes a examen porque a anterior convocatoria colleume na mili, en Melilla». Sus dos hijos no han seguido sus pasos, aunque a él no le hubiese importado. Les dio libertad para estudiar lo que quisieran «e foilles ben». Uno se dedica al mundo audiovisual y el otro es psicólogo.
Echando la vista atrás, no se arrepiente de su elección: «Foron 36 años de bos recordos e compañías moi gratas. Tamén houbo momentos duros, claro. Eu estiven no atentado na discoteca Clangor e no accidente en Angrois do Alvia. Traballei 20 anos pola noite, entraba ás dez e saía ás oito da mañá. Tocoume toda a movida dos 90, cando aquí se xuntaban moitos miles de persoas de toda Galicia; e a época do botellón». Explica el vecino de Seares de Arriba (Ames) que esto le permitió conciliar la vida laboral con la familiar cuando sus hijos eran pequeños y pudo llevarlos a las actividades por las tardes, destaca un hombre que se define como familiar y hogareño, pero también muy activo. «Nacín así», espeta con gracia.
Cuenta que le sobran actividades a las que dedicar a partir de ahora el tiempo libre: su huerta, la natación, senderismo, kayak, ciclismo... E incluso se plantea la posibilidad de asistir a clases de baile o retomar alguna afición que tenía aparcada, como aprender a tocar un instrumento musical, ya que en su día formó parte de la tuna de su colegio (en Bertamiráns) como laudista. En su opinión, «é máis complicado traballar agora como policía que hai 20 anos, porque non hai quen bote unha man pero si quen che grave co móbil para compartilo nas redes sociais», lamenta. Confiesa, a pesar de todo, que echará de menos vestir el uniforme y el «ambiente diario» con los compañeros, así como recorrer las calles de la capital. «Sempre estiven traballando na rúa e coñeces a moitísima xente. Diría que son unha persoa con empatía e socializo facilmente», señala un policía que afirma haber pasado la mayor parte del tiempo «facendo servizos, axudando e informando aos cidadáns» y no poniendo multas o llamando a la grúa, al igual que el resto de sus compañeros, defiende.
Solo resultó herido en una ocasión en acto de servicio, pero fue leve. Y, aunque tuvo que enfrentarse a escenas muy duras en el desempeño de su profesión, nunca necesitó apoyo psicológico. «Sempre tratei de non levar os problemas do traballo para casa nin traer os da casa para o traballo», sostiene, al tiempo que admite que hay imágenes imborrables. «Ver un corpo desmembrado non é fácil de olvidar e, por moita experiencia que teñas, afecta». «Cando chaman por un caso de violencia doméstica ou un intento de suicidio xa te pos alerta, porque son desas cousas que nas que non sabes o que te vas atopar. E este é un traballo imprevisible. Hai días máis rutinarios, nos que tes poucos avisos, pero como pase algo gordo sabes cando entras pero non cando saes», constata Manolo. A él solo se le quedó una espinita clavada y es haberse presentado para ascender a oficial -siendo aún un veinteañero- y no haberlo conseguido. También es cierto que nunca lo volvió a intentar. A partir de ahora, será intendente mayor de su nueva vida.