Diosbett, una artista que vive de la tinta en Santiago y cuyos tentáculos llegan a muros, ropa o cuadros

SANTIAGO CIUDAD

Diosbett Montero está al frente del estudio de arte y tatuajes Chipirón, en Santiago de Guayaquil. Es la pequeña de dos hermanas (la mayor es interiorista) que emigraron en busca de un futuro mejor. «No sé por qué vinimos a Santiago. El destino nos lanzó aquí. Solo teníamos un conocido, que fue quien nos abrió las puertas de su casa el primer mes», relata.
Diosbett Montero está al frente del estudio de arte y tatuajes Chipirón, en Santiago de Guayaquil. Es la pequeña de dos hermanas (la mayor es interiorista) que emigraron en busca de un futuro mejor. «No sé por qué vinimos a Santiago. El destino nos lanzó aquí. Solo teníamos un conocido, que fue quien nos abrió las puertas de su casa el primer mes», relata. XOAN A. SOLER

Esta joven emprendedora venezolana dirige el estudio de tatuaje Chipirón y plasma su creatividad tanto en la piel como en muchos otros soportes

30 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Su madre es artesana y su padre carpintero, por lo que Diosbett Montero siente que hay cierto componente genético entre los motivos que la llevaron a ser artista. «Empecé desde súper pequeña», recuerda la venezolana de 25 años que dirige el estudio de tatuajes Chipirón Tattoo & Art en Compostela. Hizo diseño gráfico en su tierra natal, relata, «pero no terminé la carrera. Por la situación del país, era preferible salir de allí a seguir estudiando. Cuando llegué a Santiago no tenía documentos y busqué trabajo en negro de diseño gráfico durante el primer año y medio para salir adelante. Luego empecé a trabajar de camarera y dejé de lado el tema artístico, pero nunca lo abandoné». Compaginaba este empleo con la customización textil de chaquetas, zapatillas deportivas u otras prendas, con cuadros personalizados que le encargaban para sorprender a un ser querido y otros pequeños trabajos en los que daba rienda suelta a su talento creativo.

Tras la pandemia, hizo un curso profesional de tatuaje y en octubre del 2021 esta veinteañera se lanzó a la piscina y abrió su estudio, un espacio que va más allá del tatuaje y en el que hasta las propias paredes y decoración hablan de sus mil y un tentáculos artísticos. De hecho, cuenta que el nombre del negocio se refiere a esa idea: «Vi que el tatuaje era bastante rentable y decidí montar el estudio. Es algo que me da margen para gestionar mi propio horario, y estirarlo más o menos, para hacer otros proyectos. La tinta es lo que hoy me mantiene y me da una estabilidad económica, pero más allá del dibujo corporal, también hago muchas otras cosas: ilustración digital y normal, cuadros, esculturas, personalización de cualquier producto, muralismo... Y me llama mucho la atención el tema de la decoración».

Dice Diosbett que ella siempre está abierta «a lo que pueda suceder, a todo lo que se ponga por delante», y saca tiempo para compaginar sus trabajos artísticos con la formación. Este curso se matriculó en Bellas Artes, en Pontevedra. Su predilección por el surrealismo y la abstracción dominan su obra plástica y como tatuadora, aunque se caracteriza por combinar distintas técnicas en la ejecución de los diseños, desde microrrealismo al puntillismo de arrastre.

Entre sus clientes no solo hay compostelanos y peregrinos, también personas que se desplazan incluso desde A Coruña o Vigo. «Empecé tatuando a las personas de mi entorno y fue corriéndose la voz. Ahora la mayoría conoce mi estudio gracias a las redes sociales», explica una joven emprendedora cuya mayor satisfacción «es haber conocido a personas que han sumado». «La situación que pasé desde que vine de Venezuela me ha hecho ver la vida de diferente manera y he acabado forjando un vínculo especial con la gente a la que tatúo. Hay sesiones que se convierten en una terapia, tanto para ellos como para mí», añade una mujer inquieta que sueña con trabajar «en un sitio más amplio, en el que diferentes artistas y yo podamos plasmar detalles y recuerdos, en la piel o en donde sea».

Recuerda que en Venezuela ya hizo sus primeros pinitos como tatuadora mientras estudiaba, al conocer allí a unos profesionales del sector «que me proporcionaron el material para ponerlo en práctica», así como en el muralismo. Reconoce que en más de una ocasión se han interesado por sus obras o prendas personalizadas mientras se estaban tatuando en su estudio, del que también han salido cuadros para decorar negocios de la ciudad, como los de El Point.

Y, aunque Diosbett confiesa que «a veces me atareo demasiado», también apoya a su hermana mayor para poner en marcha una nueva empresa de diseño y ejecución de muebles a medida, Módulo Carpintería, que todavía está en ciernes, y supone recuperar el legado paterno y darle continuidad al otro lado del charco.