Elvira García: «Meu tataravó xa facía zocas en Santiago e eu abrín, hai 50 anos, a primeira zapatería Piepas»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

De joven, en París, sirvió en una casa que visitaban políticos tan destacados como De Gaulle o Mitterrand, quien una vez le metió en un apuro al preguntarle por el plato que acababa de degustar. A la vuelta retomó el oficio que su familia empezó a mediados del siglo XIX. Su hija tomó el relevo en la zapatería hace 30 años

14 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El suyo fue uno de los 43 comercios históricos de Santiago a los que el Concello quiso reconocer este mes. «Iso sempre gusta, ata emociona un pouquiño. No acto ademais vinme bastante ben», comenta siempre espontánea a sus 95 años Elvira García, una compostelana a quien muchos en la ciudad aún identifican por el nombre de la zapatería que fundó en la calle Santiago del Estero en 1973. «Para todos son A Piepas, e iso que xa hai 30 anos que a miña filla se puxo á fronte da tenda», admite con orgullo mirando a María Castiñeiras. «Yo soy la sexta generación de zapateros», reflexiona la hija. «O meu tataravó, dende mediados do século XIX, facía zocas e eu abrín a primeira zapatería hai 50 anos», añade Elvira, rememorando su saga familiar.

«Aos meus tíos, cos que me criei, coñecíanos na zona de Santa Marta, onde viviamos e traballaban, polas zocas que facían para o campo. Tamén fabricaban zapatos a medida. Vendiámolos nas feiras. Lembro ir a moitas de nena, como a Padrón ou Ordes, levando sacos na cabeza. O seu último taller pechou nos anos 70», explica Elvira, enlazando con su propia trayectoria. «Eu era moza dun futbolista de Santiago que xogou aquí, no Arenal, e que logo fichou pola Ponferradina. Mentres el estaba fóra, quixen ter un soldo e en 1956, con 28 anos, collín xunto a unhas amigas un tren cara a París. Sempre fun botada para adiante. Cheguei sen saber o idioma e só tendo un enderezo no que ía servir», recuerda Elvira, quien, tras trabajar en dos casas, accede a la del reconocido novelista y ensayista francés Jean Dutourd, llevando la cocina y sumando eco con platos gallegos, como la caldeirada de raya. «Ese domicilio visitábano políticos moi importantes como Charles de Gaulle ou François Mitterrand, quen unha vez me meteu nun apuro ao querer saber a receita que degustara. Expliqueille que preparara criadillas», afirma divertida.

«En Francia pasei 14 anos bos. Traballábase moito, pero sempre para ir a mellor. Lembro a casa de Dutourd en Saint Tropez», apunta sin descanso. «Vin buscar a Galicia ao meu home e casei con el en París, onde naceron meus dous fillos. Logo quixemos que se criaran en Santiago e volvimos, xa coa idea de retomar o oficio e dar o paso de montar unha zapatería», remarca.

«Aún hay gente que hoy nos pregunta por qué la tienda se llama Piepas. Era el apodo de mi padre, Pepe, en el fútbol», introduce María, de 54 años, aludiendo a un negocio en el que ella creció desde niña. «Al salir del colegio ya venía a ayudar. Vendí mi primer par de zapatos con diez años. Me acuerdo que al principio esta calle aún era de tierra», sostiene, mientras su madre profundiza en el arranque, «de moito traballo». «Comezamos reparando calzado e vendendo zapatillas. Viaxantes que coñecía o meu marido polo fútbol introducíronnos despois nos zapatos. A xente vía que tiñamos bo produto, de variedade, e xa retivemos clientes, ata doutros sitios como A Pobra», destaca sobre un tirón comercial que no cesó.

«Hace 30 años me acuerdo que había furor por las botas Art. Llegaban y teníamos lista de espera, con chavales que llegaban con sus billetes en la mano», evoca risueña María. «Había fechas, como ocurría en los años 70 o 80 con el Domingo de Ramos o meses, como era antes octubre, en que todo el mundo compraba zapatos. Hubo días de vender hasta 70 pares», continúa, encadenando más ejemplos de su buena acogida. «Siendo yo joven, montamos un desfile en Santa Isabel al que invitamos a más firmas locales, y llenamos el pabellón. El acto lo animó Pili Pampín. Una hermana suya suma años en la tienda», comparte, queriendo subrayar la profesionalidad de sus empleadas. «Conocemos el producto, el oficio y la gente se deja aconsejar. Atendemos a la cuarta generación de compostelanos», resalta.

«Llegamos a tener tres tiendas en Santiago y una en Vigo. Aquí, además de la inicial, abrimos dos en la rúa Xeneral Pardiñas en 1995 y en el 2002. Ahora mantenemos la de Santiago del Estero y esa última. Mi idea es centrarme solo en la ciudad y seguir a pie de calle», acentúa en una defensa del comercio de proximidad.

«Mi madre no hay día que no se pase por ambas tiendas y que no aconseje al cliente», aclara con cariño María. «Cinco décadas dan para moito. Lévoo no sangue e non podo calar», señala riendo Elvira.