El nuevo radar de velocidad de Santiago ampliará su mapa de actuación a Amio, Sar y O Romaño

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SANTIAGO / LA VOZ

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Aunque el radar no se utilizó de mañana por la lluvia, los conductores sí respetaron el límite
Aunque el radar no se utilizó de mañana por la lluvia, los conductores sí respetaron el límite Sandra Alonso

Tras su puesta en marcha en Concheiros, el dispositivo se usará por toda la ciudad para «pacificar el tráfico»

07 mar 2023 . Actualizado a las 22:41 h.

Cruzar Santiago de Compostela de norte a sur sin ser controlado por un dispositivo de velocidad se ha convertido en un imposible. Desde ayer, la telaraña del control viario se ha extendido a Concheiros, concretamente y especialmente al nudo que forma con las avenidas de Lugo y de Rodríguez de Viguri. La Policía Local ha estrenado su nuevo radar móvil en el control de este punto caliente donde la velocidad máxima a la que se puede transitar son los 20 kilómetros por hora. La campaña para «pacificar el tráfico» se extenderá en breves a otros puntos de la ciudad. Entre ellos, Sar, O Romaño y Amio, lugares donde también se espera poner en marcha el nuevo dispositivo.

Todavía no hay datos sobre el número de infracciones del primer día, aunque es el edil de Seguridade Cidadá e Mobilidade, Gonzalo Muíños, el que confirma que, en el estudio previo de la Policía Local, la velocidad media a la que se transitaba por el vial era de 24,3 kilómetros por hora. Aunque durante esas pruebas no se multó a ningún conductor, el vehículo que pasó a mayor velocidad por la zona lo hizo a unos 56 kilómetros por hora. Se supervisó la zona en diferentes momentos del día y en varias alturas y lo normal fue que los coches circularan a una velocidad que iba entre los 20 y los 30 kilómetros por hora: «Hubo alguno a 34, 36, 38, pero en general los datos fueron buenos».

El radar, además, no podrá multar a 20 kilómetros por hora ya que todo dispositivo de estas características debe contar con un margen de seguridad, marcado por ley. Desde el Concello de Santiago no desvelan cuál será el tope al que sancionará, aunque el anuncio de su puesta en marcha ya ha dado frutos. Durante la jornada de ayer, la gran mayoría de los vehículos que pasaron por la zona respetaron el límite, aunque a duras penas.

«El objetivo no es recaudar, es pacificar el tráfico. Concheiros es de preferencia peatonal y quien marca es el peatón», explica Muíños, quien afirma que las ciudades caminan hacia un futuro con menos coches y al que la ciudadanía tendrá que acostumbrarse «aunque sabemos que será difícil». Sobre el nuevo radar, reconoce que serán los responsables de la Policía Local los que decidirán cuándo y dónde se utilizará. Ni estará todos los días en Concheiros ni durante las 24 horas, ya que, por ejemplo, no es recomendable ponerlo en marcha con lluvia.

Sar será uno de los primeros lugares donde se colocará, ya que, a pesar de la instalación de radares educativos, se han realizado mediciones que indican que un 10 % de los conductores incumplen la velocidad, que de media está en los 40 kilómetros por hora. Otra zona es la de O Romaño, donde los vecinos se han quejado en diversas ocasiones de los vehículos que pasan por el lugar. En la recta de Amio, a pesar de la instalación de bandas rugosas para motivar el frenado, se considera que no se están respetando los límites. Todos ellos son candidatos para el nuevo radar de Santiago.

De los radares de Conxo y O Hórreo, a los fotorrojos de Romero Donallo y Plaza de España

El control tecnológico de las calles de Santiago de Compostela sigue extendiéndose. Al radar móvil que se ha puesto en marcha este mes hay que sumar los fijos ubicados en tres puntos de la ciudad: O Restollal, Conxo y el túnel de O Hórreo. Los dos primeros funcionan de manera alterna, ya que solo hay un dispositivo para las tres cajas que están colocadas.

A mayores hay que contar los semáforos con fotorrojo que están desperdigados por la ciudad. El de la avenida de Lugo se retiró y no hay plan de volver a colocarlo, pero quedan los ubicados en Romero Donallo, Amor Ruibal, Plaza España y Praza da Paz. Los dispositivos sacan una fotografía a los vehículos en el momento en que se saltan el semáforo con la luz roja. A veces, de manera imperceptible para el conductor.

Apuesta por el uso de un transporte público cuya renovación todavía se hará esperar

El plan es el de que los ciudadanos utilicen menos el coche y más el autobús. El principal motivo, la reducción de gases invernadero y, de paso, hacer más «habitables» las ciudades. Por el momento, en Santiago esa cuestión sigue lejos de cumplirse. El proceso para renovar líneas y autobuses no ha entrado en licitación, por lo que todavía tardará en llevarse a término. Hoy viajar desde O Milladoiro al polígono del Tambre, por poner un ejemplo, es un imposible que hace inviable reducir el uso del coche.

El Gran Hermano llega al tráfico

Cuando George Orwell creó a su Gran Hermano en 1984 no se esperaba que ese control total acabaría llegando a los desplazamientos por carretera. Cedemos privacidad por seguridad. Y lo hacemos tanto en el coche como cuando cogemos un tren o nos subimos a un avión, culmen este de la degradación absoluta del trato al ciudadano. Descálcese, ponga sus pertenencias en una caja y pase el detector de metales. Mientras tragamos, las ciudades se convierten en una telaraña para los conductores. Entendemos que es por la seguridad de todos, pero para llevarlo a cabo hay que darle alternativas al contribuyente para llegar dignamente al puesto de trabajo. Gracias a él paga, religiosamente, sus impuestos.