Entrada apoteósica hace 70 años del cardenal Quiroga Palacios en Compostela

La Voz OURENSE / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Anuncios de agencias que se dedicaban a capturar prófugos del Ejército para que otros soldados que habían sido excedente de cupo pudieran volver a casa
Anuncios de agencias que se dedicaban a capturar prófugos del Ejército para que otros soldados que habían sido excedente de cupo pudieran volver a casa La Voz de Galicia

Cunqueiro firmaba un artículo en el que destacaba su pasión por Galicia

29 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Jornada de gloria para el nacionalcatolicismo y para Galicia la de hace setenta años. La toma de posesión de un gallego de Maceda como arzobispo de Santiago de Compostela se convertía en todo un encuentro de exaltación del régimen y de la iglesia, en una reafirmación de la indisoluble unión de la dictadura y la religión cristiana simbolizada por las miles de banderas de España y del Vaticano que jalonaron las actividades de aquel 25 de enero de 1953.

Fernando Quiroga Palacios llegaba a la ciudad para tomar posesión de la plaza más codiciada en el ámbito religioso en el Noroeste y lo hacía en olor de multitudes. Con todas las autoridades civiles, militares y religiosas rendidas a sus pies.

En la crónica de la jornada se dejaba patente la fastuosidad e implicación de autoridades y ciudadanos en la celebración. «A partir del mediodía se paralizaron todas las actividades laborales en Compostela, cerrando el comercio para sumarse en pleno al homenaje que la ciudad tributaba a su cardenal arzobispo, con motivo de su regreso de Madrid, donde días pasados recibió de manos de S. E. el Jefe del Estado la birreta cardenalicia».

 Avión Santiago Apóstol y ruta en descapotable

Quiroga Palacios realizaba el trayecto Madrid-Compostela en el bimotor Santiago Apóstol y su llegada al aeropuerto de Lavacolla ya era apoteósica. A las cinco de la tarde desembarcaba y en la información se reseñaba que «acompañaban al purpurado el abogado pontificio monseñor Torrado y el capitán de la Guardia Noble de su Santidad, conde Colacicchi». El capitán general de la VIII Región y el gobernador civil de A Coruña, Pardo de Santayana, eran los primeros en saludarlo a pie de pista. El público congregado en el aeropuerto lo recibía calurosamente.

Anuncios de agencias que se dedicaban a capturar prófugos del Ejército para que otros soldados que habían sido excedente de cupo pudieran volver a casa
Anuncios de agencias que se dedicaban a capturar prófugos del Ejército para que otros soldados que habían sido excedente de cupo pudieran volver a casa La Voz de Galicia

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A partir de ahí comenzaba un recorrido plagado de vítores, aplausos, reconocimientos y elogios. Desde Lavacolla arrancaba el descapotable en el que Quiroga Palacios hacía el recorrido hasta la praza do Obradoiro en compañía del alcalde de la ciudad, el señor Otero, y el capitán general de la VIII Región, el teniente general Delgado Serrano. El entusiasmo popular se desbordaba, con grupos de personas aplaudiendo y agitando pañuelos. En la entrada de la ciudad por San Lázaro «los vecinos levantaron un arco de triunfo con la leyenda ‘Bendito sea el que viene en nombre del Señor’». La entrada en el epicentro del poder compostelano era memorable: «Las muestras de entusiasmo revistieron carácter de verdadera apoteosis en el momento en que a las seis y cuarto de la tarde, Su Eminencia llegaba a la Plaza de España», atestada de autoridades, vecindario y engalanada con tapices en los cuatro edificios emblemáticos de la misma —basílica, palacio municipal, hospital de los Reyes Católicos y antiguo colegio de San Jerónimo—.

Todas las autoridades civiles y militares, así como las corporaciones de las ciudades de Galicia en pleno, se citaban en Compostela. Al entrar Quiroga Palacios en el Obradoiro comenzaban a repicar las campanas de la ciudad, hubo disparo de las correspondientes salvas de ordenanza y el protagonista absoluto de la jornada pasaba revista a una compañía del Regimiento de Infantería de Zaragoza nº 12 que formaba en la plaza mientras la banda de música amenizaba el acto con sus acordes. La corporación municipal de Santiago cumplía «con el ineludible deber de proclamarle desde ese momento hijo adoptivo de la ciudad», además de entregarle la medalla de plata de la misma.

Desde el balcón del Concello el cardenal Quiroga Palacios se dirigía a los presentes. Se consideraba con méritos suficientes para el alto honor recibido «porque mi corazón está lleno de Santiago de Compostela y está lleno de Galicia».

Desde el palacio municipal atravesaba la plaza para entrar en una basílica en cuya escalinata le esperaban seicientos seminaristas, que se ponían de rodillas a su paso mientras él los bendecía. Bajo palio, acompañado de las autoridades y del cabildo compostelano entraba Fernando Quiroga Palacios en la catedral. Se dirigía al altar mayor «y, en un momento de intensa emoción, se postró ante la imagen de Santiago Apóstol». Luis Caparrós y Álvaro Cunqueiro firmaban artículos de opinión en las páginas en las que se publicaba la noticia. El de Mondoñedo referiéndose a él como «El cardenal de Galicia». A su muerte, en 1971, Quiroga Palacios fue enterrado junto al Pórtico de la Gloria.

25-1-1953

Compostela vivía una jornada de celebración multitudinaria, con el comercio cerrado y los vecinos en la calle, para honrar al religioso de Maceda.