Él convirtió un viejo almacén de Compostela que no lograba alquilar en un aparcamiento domótico para motos y bicicletas

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Xoán A. Soler

Ricardo Gómez abrió Sleepbike este verano como solución empresarial a un bajo que solo generaba gastos tributarios

02 dic 2022 . Actualizado a las 09:12 h.

En su día, sirvió como almacén para la empresa de sus padres, que llegaron a tener cuatro tiendas de electrodomésticos en Santiago. El negocio se cerró en el 2007 y aquel espacio situado a pocos metros de la avenida Rosalía de Castro, en Mestre Mateo, se convirtió en una carga. «No había forma de alquilarlo ni venderlo. Nunca tuvo una salida como local comercial y estábamos pagando año tras año unos impuestos terribles. Solo por el IBI ya eran 3.000 euros y al final tienes otro bajo vacío más en el centro, que es algo que empobrece a las ciudades. Pensé en crear algo distinto para dar una solución a esta situación, con la idea de probar a ver si funcionaba y, si no, por lo menos se reformaba el local, que falta le hacía», cuenta Ricardo Gómez Loureda. El santiagués de 52 años, como administrador de la sociedad familiar Invergolou, convirtió aquel espacio en un aparcamiento para motos y bicicletas que funciona de forma autónoma gracias a la domótica.

Sleepbike abrió sus puertas en junio y, aunque no ha sido un bum, confían en que poco a poco empiece a tener más demanda, dice: «Es algo que funciona lento, al menos aquí. Aún estamos al 10 % de ocupación, porque las bicis eléctricas todavía no están tan extendidas como en otras partes. Vi este modelo en Madrid y pusimos también consignas, que es algo que en el centro de ciudades como París se lleva mucho, incluso entre la gente que vive allí. Este verano sí que hubo bastante demanda de consignas, sobre todo entre los peregrinos, porque hasta donde yo sé solo las había en el aeropuerto y en la estación de tren», indica este abogado y empresario que se define como un «hombre orquesta» y vive a caballo entre Vigo y Compostela.

El recinto cuenta con cámaras de seguridad, un teléfono por si hay averías y una decena de armarios domóticos —prevén añadir más— que sirven como guardarropa, para dejar allí las maletas, mochilas u otros objetos personales y poder disfrutar de la ciudad sin cargar con todo ello a cuestas. «Pago previo, se da al usuario una clave para entrar en el párking y otra clave propia para la consigna», explica Ricardo. Además, cuentan con una docena de plazas para motos y otras 99 para bicicletas, todas con enchufe para recargar las baterías (el precio baja si no son modelos eléctricos, al no hacer uso de este servicio). La gestión de las reservas, pagos y claves se hace a través de una empresa externa, la plataforma Párking Verde, «que funciona igual que Booking en el caso de los alojamientos», indica el responsable de Sleepbike. El perfil de su público más habitual, señala, son «grupos de peregrinos que hacen el Camino de Santiago en bici y quieren pasar unos días por Galicia sin ir cargando con ellas de un lado para otro. Y, en general, vienen pero no regresan en bici de vuelta a sus lugares de procedencia».