Alejandro Gómez-Ulla: «Da gusto que una farmacia de 1910 ya llegue a más de 85.000 jóvenes por TikTok»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Paco Rodríguez

El santiagués, que representa a la cuarta generación al frente de la histórica farmacia Gómez-Ulla, a la entrada del casco histórico, aclara que ya les llegan muchos pedidos desde EE.UU., Canadá o China. Acaba de ser galardonado como autónomo gallego del año

20 nov 2022 . Actualizado a las 19:15 h.

Este mes el santiagués Alejandro Gómez-Ulla, propietario de la histórica farmacia Gómez-Ulla, fue reconocido como mejor autónomo gallego del 2022. «No me lo esperaba, sobre todo al no tener una trayectoria aún larga», admite a sus 42 años. «Estoy feliz, también por el equipo y por ver que nuestra apuesta por actualizar, sobre todo en lo digital, un negocio centenario, tiene eco», añade, siempre en plural, en alusión a Fátima Rivas, su mujer e inspiradora de que la botica de Porta Faxeira, a la entrada del casco histórico, sea un referente en las redes sociales. «Logró que con mi pudor haga vídeos para Instagram», desliza con complicidad. «A veces imagino qué pensaría mi padre. Creo que me protestaría un poco por tanta reforma, pero también estaría orgulloso», afirma sobre su paso adelante.

Tras estudiar en La Salle, Peleteiro y no dudar en cursar Farmacia, se inicia en la profesión en una botica en Oviedo, donde Fátima, médica, hacía el MIR. Al poco ya atiende junto a su padre en Santiago. «Un recuerdo bonito de niño, de cuando aún no había informática, es que el 30 de diciembre y el 1 de enero hacíamos inventario. Contábamos las cajas de medicamentos y lo apuntábamos. Ya me gustaba», rememora risueño, enlazando con más momentos. «Un cliente, que había conocido a mis bisabuelo y abuelo, se emocionó al enterarse de que yo también me llamaba Alejandro, igual que el mayor de mis tres hijos. Dijo: "¡Ya conozco a cinco generaciones!"», continúa ante una saga familiar, que arrancó en 1910.

«Creo que la farmacia se adquirió antes, pero ese es el primer documento que conservo. Ya apunta que desde hace muchos años elaboramos fórmulas magistrales, preparados para clientes. Guardo envases, un mortero antiquísimo...», encadena con entusiasmo. «Tenemos medicamentos clásicos de hasta 1940, también de otros países, que le traían vecinos a mi abuelo. Él los conservó, mi padre mantuvo la tradición hasta que falleció en el 2009 y yo la seguí. Siempre que viajamos, traemos», resalta, explicando que los guarda en casa, no en el local, donde afrontó cambios. «Muchos clientes se acuerdan de que el mostrador estaba casi en la puerta, lo que llevaba a esperar fuera», evoca, sin olvidar una anécdota relacionada con su cercanía a Bescansa, otra farmacia histórica. «Bastante gente nos confunde. Llaman preguntando por ellos, y al revés», acentúa sonriendo.

Ya sobre la última etapa, subraya que su padre, «de una forma avanzada», se introdujo en la dermofarmacia. «Nosotros profundizamos en ello. Vimos que había hueco», sostiene, mencionando que a diario atienden a más de 400 personas y que hay productos, en concreto un tratamiento regenerador, que no hay jornada que no vendan. «Al ser una zona turística, aquí entra mucha gente de fuera. Tanto ellos, cuando volvían a su país, como vecinos, nos hacían preguntas sobre fármacos por email. Y Fátima, que había asumido las redes desde casa para ayudar, propuso hacer vídeos explicativos, que realiza ella y el equipo. Todos son cercanos, sin artificios, y engancharon. No es la primera vez que entra alguien y nos dice: "Yo os sigo. Soy ¡gomezullita!"», destaca agradecido y aclarando que así saluda su mujer a sus 34.000 seguidores en Instagram.

«Por el boca a boca nos empezaron a llegar pedidos de países como EE.UU., Canadá o China, desde donde una vez nos solicitaron cien cajas de un medicamento, cien de otro... Les dijimos que tanto no era posible», indica divertido, antes de aludir a la actual campaña del Black Friday. «En un día llegué a preparar hasta 55 paquetes», defiende.

«El caso de una chica con quemaduras en la cara me marcó. Le recomendamos un producto y le fue tan bien que se hizo fotos y nos envió la secuencia diaria. Eso reconforta, ves que vale la pena», enfatiza. «Igual pasa con los jóvenes. Da gusto ver que por TikTok llegamos a más de 85.000, que cuidan pronto la piel», remarca satisfecho. «Mi madre, también farmacéutica, insiste en mantener los pies en la tierra, pero nos felicita», señala.

«Con gente que no es de aquí nos pasó que al ver nuestra estrategia en redes, no concebía que fuésemos centenarios. Pensaban que habíamos comprado la farmacia. Al saber que somos los mismos, les gusta», termina ilusionado.

PACO RODRÍGUEZ