Esta pareja de peregrinos volvió al lugar donde se conocieron haciendo el Camino Primitivo y ella recibió allí una bonita sorpresa

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Los prometidos, ambos de 36 años, tras la pedida de mano en Salas (Asturias), en Pola de Somiedo. Recuerdan que el amor surgió entre ellos en el albergue de Bodenaya dirigido en su día por David y Celia, su primer beso fue poco después de un mes en Tres Cantos y en diciembre del 2019 empezaron su vida juntos en Cambados. La boda será el próximo año. La fecha está aún por confirmar y sueñan con que sea en un pazo gallego.
Los prometidos, ambos de 36 años, tras la pedida de mano en Salas (Asturias), en Pola de Somiedo. Recuerdan que el amor surgió entre ellos en el albergue de Bodenaya dirigido en su día por David y Celia, su primer beso fue poco después de un mes en Tres Cantos y en diciembre del 2019 empezaron su vida juntos en Cambados. La boda será el próximo año. La fecha está aún por confirmar y sueñan con que sea en un pazo gallego. ROSA MARTÍNEZ

El arousano David Lede pidió matrimonio en Asturias a la madrileña Sara González, profesora de inglés en un colegio de Santa Comba

12 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se conocieron en marzo del 2018 haciendo el Camino Primitivo y, según cuentan, ni siquiera se cayeron demasiado bien al principio. Cuatro años más tarde, Sara González Pinto y David Lede Pérez regresaron al lugar en el que se cruzaron sus vidas y el arousano le tenía allí preparada una bonita sorpresa a su pareja, una madrileña (de Tres Cantos) que acabó mudándose a Galicia por amor y que actualmente es profesora de inglés en el colegio Inmaculada de Santa Comba.

«Nos fuimos de viaje a Asturias y yo no me olía nada. A los dos nos apetecía volver a Salas para recordar cómo empezó todo. Fuimos hasta el banco en el que yo hablé a David y su amigo por primera vez. Me senté en él y pensaba que me iba a hacer una foto, pero estaba grabando un vídeo. Cuando miré hacia el albergue que tenía detrás, vi una pancarta enorme en la que ponía: «Sara González Pinto. ¿Quieres recorrer el camino de la vida conmigo?». Tenía hasta dibujitos con la cronología de los momentos clave de la relación. Como no leí la palabra "casarnos", no sabía si estaba implícito y tuve que preguntarle. Él, hasta ahora, siempre me había dado largas cuando hablábamos de boda y no me lo esperaba».

¿Y el anillo? «No hubo, porque no somos de eso. Él es súper detallista y lo hizo de forma diferente. Fue gracioso porque luego fuimos a tomar una sidra para celebrarlo. Al parecer, la lona en la que me pedía matrimonio ya llevaba colgada uno o dos días y en el bar escuchábamos a los vecinos preguntarse si la peregrina habría dicho que sí. Yo me di la vuelta y les confirmé que iba a haber boda», relata Sara, todavía entusiasmada con el gesto romántico del hombre con el que convive en Cambados.

Foto del día en que surgió el amor, en el albergue de Bodenaya, donde volvieron a coincidir David y Sara (en el centro de la imagen, acompañados por David, el biciperegrino y amigo que lo acompañaba a él; el padre del propietario del albergue; y los dos dueños del mismo a la derecha, Celia y David).
Foto del día en que surgió el amor, en el albergue de Bodenaya, donde volvieron a coincidir David y Sara (en el centro de la imagen, acompañados por David, el biciperegrino y amigo que lo acompañaba a él; el padre del propietario del albergue; y los dos dueños del mismo a la derecha, Celia y David).

Aunque ella no cree demasiado en el destino, asegura que fueron muchas las casualidades que se dieron para que acabaran conociéndose. Una contractura de espalda le obligó a cancelar el servicio de BlaBlacar que tenía contratado y salir un día después de cara a Oviedo. Hizo 40 kilómetros caminando el primer día, a pesar de que tenía una lesión de rodilla, «y yo no suelo hacer estas locuras, pero era como si algo me empujase a estar allí en aquel momento para encontrarme con David y su amigo haciendo el Camino en bicicleta», afirma.