El parado que lucha contra la obligación de hacer cola en la calle en Santiago: «Mis vecinos no tienen por qué verme ahí»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

José Manuel Romero, en la cola de la oficina de empleo de la calle Ramón Piñeiro de Santiago en la que obligan a los desempleados a esperar en la calle
José Manuel Romero, en la cola de la oficina de empleo de la calle Ramón Piñeiro de Santiago en la que obligan a los desempleados a esperar en la calle PACO RODRÍGUEZ

José Manuel Romero pide «más empatía» para evitar humillar a los desempleados

03 nov 2022 . Actualizado a las 18:23 h.

José Manuel Romero tiene 57 años y lleva tres en el paro. Hace meses que está de baja laboral porque sufrió un ictus del que aún se está recuperando, pero tiene que seguir yendo periódicamente a la oficina de empleo de la calle Ramón Piñeiro de Santiago —junto al Parlamento— para presentar los partes médicos. «Ahora mismo es como si fuesen mi empresa», explica este desempleado que está cobrando un subsidio para mayores de 53 años que tiene aprobado hasta los 65. Su mayor preocupación no es la falta de trabajo, porque toda la vida se ha dedicado a la construcción de obra civil y tiene ofertas sobre la mesa que no ha podido aceptar por estar convaleciente. «Trabajo hay, pero lo mío es muy físico y tengo que estar recuperado», señala. Lo que de verdad le tiene soliviantado es que le obliguen a hacer cola en la calle porque los funcionarios siguen aplicando el protocolo covid pese a que las restricciones por la pandemia se han eliminado en todos los ámbitos salvo el sanitario y el transporte público.

«Antes del coronavirus nos dejaban entrar y esperar en la oficina, pero llegó el coronavirus y empezaron a dar cita cada cuarto de hora y hay que esperar fuera, en la calle y al frío. Se aprovechan de que este edificio tienen soportales, porque no podrían hacerlo y dejarnos fuera cuando llueve», se lamenta José Manuel.

Considera que seguir aplicando el protocolo covid y tenerles esperando en la calle es «una injusticia» y un «sinsentido porque una vez dentro todo el mundo está sin mascarilla», por lo que presentó una reclamación oficial en la oficina de empleo que rechazaron alegando que aún había muchos contagios por coronavirus. Ahora, además de hacer pública su queja, anuncia que está dispuesto a llegar al Valedor do Pobo para defender «nuestra dignidad y nuestros derechos», afirma.

A este desempleado confiesa que le «hunde» verse en esta situación, «haciendo cola en la calle tras 35 años cotizados en 25 empresas». Pide a los responsables de la oficina de empleo «más empatía» para evitar humillaciones y se pregunta: «¿Por qué tenemos que estar los parados en la calle? Mis vecinos no tienen por qué ver que estoy en el paro, no tienen por qué verme ahí».

El sistema de turnos no evita las colas, porque los desempleados suelen acudir con tiempo para llevar a cabo sus gestiones y trámites en la oficina «por lo que al final siempre hay un grupo a la puerta esperando», relata. La situación, además de «humillante» en opinión de José Manuel Romero es también, añade, «cuando menos nada discreta» porque el sistema que utilizan es que cada uno de los demandantes de empleo tiene que decir su nombre en alto al guarda de seguridad que hay en la entrada, por lo que cualquiera que pase en ese momento por la calle puede conocer la identidad de los parados.

A muchos de los usuarios de este servicio que gestionan el Inem —del Estado— y el Servizo Galego de Colocación —de la Xunta— les parece que obligándoles a hacer cola en la calle se atenta contra su intimidad en un momento en el que leyes como la de protección de datos buscan, precisamente, evitar situaciones de este tipo.