El hombre que mató a su sobrino de tres años en Santiago pudo sufrir una crisis epiléptica
SANTIAGO CIUDAD
Un informe pericial achaca la agresión a las severas lesiones cerebrales del acusado
22 sep 2022 . Actualizado a las 23:28 h.Como los terremotos en México, que se han repetido misteriosamente en tres ocasiones un 19 de septiembre, en Santiago la fecha marcada en rojo en el calendario de los seísmos, en este caso de los sucesos, es el 21 de septiembre, cuando falleció Asunta a manos de sus padres y cuando también murió asfixiado por su tío un niño de tres años, un día trágico para la familia y para toda la ciudad del que hoy se cumplen dos años.
El hombre lleva desde entonces en prisión preventiva y el juicio está previsto que empiece el 17 de enero del 2023. La Fiscalía y la acusación popular, que ejerce la asociación Amigos de Galicia, le piden prisión permanente revisable porque no creen que no fuese consciente de sus actos y, por tanto, le consideran culpable de asesinato.
La defensa, por contra, solicitará la eximente completa de la responsabilidad criminal porque estima que Santiago Cepeda Quintela, de 40 años de edad, sufrió una crisis epiléptica o comicial que le impedía saber lo que hacía. Para defender esta versión contará con un informe pericial que se presentará al juicio y en el que se considera que padeció un colapso neurológico abrupto fruto de las severas secuelas cerebrales que sufre por el tumor cerebral que padeció ya de niño y por el que tuvo que operarse varias veces entre los 12 y los 18 años.
El dictamen sostiene que el acusado fue indebidamente diagnosticado de depresión cuando en realidad su dolencia no era psiquiátrica, sino neurológica y que fue por ello por lo que agredió al niño sin saber en realidad lo que estaba haciendo. Según el perito, en ese momento estaba en lo que médicamente se conoce como «estado crepuscular», en el que una persona puede llevar a cabo una agresión, caminar, moverse e incluso conducir, pero sin tener ni control ni capacidad volitiva. Es decir, sin saber qué está haciendo.
Una familia muy querida
Esta tesis médica podría aclarar la ausencia de explicación que envuelve a este trágico suceso. Y es que la primera impresión fue que Santiago Cepeda, miembro de una familia muy conocida y querida en Santiago, había sufrido un brote psicótico. Sin embargo, el informe oficial de los psiquiatras del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) lo descartó, dejando sin respuesta la completa ausencia de móvil para el crimen.
El acusado tenía una magnífica relación con el niño y con el resto de sobrinos, así como con su hermana, su cuñado y con toda la familia. No en vano, sus padres son los que cubren su defensa jurídica y los padres del niño no han querido personarse como acusación particular. Incluso han visto con malos ojos que Amigos de Galicia entrara en el procedimiento. Todos explicaron ante la jueza de instrucción que aquella fatídica tarde, cuando le encontraron asfixiando al pequeño estaba ido, que no se le entendía lo que decía y que se agitaba violentamente, por lo que tuvo que ser reducido por la Policía. Unas declaraciones en las que encajaría la teoría del colapso mental repentino derivado de las lesiones cerebrales por el tumor extirpado, que también le dejó otras secuelas físicas como dificultad de movimientos en una parte de su cuerpo.
El abogado de Cepeda, el penalista compostelano Evaristo Nogueira, no ha querido dar ningún detalle sobre el contenido del informe pericial que presentará al juicio, pero sí ha pide «que no se prejuzgue un caso que es muy complejo». El letrado añade que «hay que esperar a la vista oral y a tener todas las pruebas sobre la mesa antes de emitir juicios de valor».
En las semanas previas oía ruidos, padecía insomnio y tenía bloqueos y lapsus mentales
Antes de que el 21 de septiembre del 2020, al filo de las 20 horas, asfixiara a su sobrino de solo tres años, Santiago Cepeda Quintela había sufrido crecientes problemas mentales que le había obligado a coger la baja laboral —era profesor en Almería— y trasladarse a vivir a casa de sus padres en Compostela, el lugar en el que se produjo el trágico suceso. Manifestaba que oía ruidos, razón que le había llevado a cambiar varias veces de domicilio, padecía insomnio, cefaleas, temblores, fallos de memoria y confusión, bloqueos y lapsus mentales, así como depresión. También intentó quitarse la vida, por lo que su familia estaba muy preocupada.
El dictamen que presentará al juicio la defensa considera que estos trastornos son compatibles con la crisis epiléptica o comicial que habría padecido el día de autos y que explicaría por qué mató a un niño al que todos en su familia aseguran que adoraba. No habría, por tanto, ni intención de asesinar, ni premeditación ni tampoco consciencia.