Luis Calviño: «La soledad no entiende de perfiles ni de poseer recursos económicos»

Irene Martín SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

El voluntario de Cáritas es el coordinador de Familia Aberta, programa impulsado por su padre

12 sep 2022 . Actualizado a las 23:56 h.

Las colonias de Cáritas Interparroquial de Santiago, ubicadas en la playa de Arnela (Porto do Son) desde hace más de cincuenta años, vivieron ayer una jornada muy especial. La instalación ha quedado rebautizada con el nombre de Albergue Xuvenil Arnela «Luis Calviño», en homenaje a Luis Calviño Pueyo, que falleció el pasado mes de mayo. «Mi padre fue un hombre de Iglesia y de Cáritas, que dedicó buena parte de su vida a los demás. Empezó siendo monitor de Arnela, con 16 años, en los primeros campamentos que se hicieron allí, en unas tiendas de campaña prestadas por el Ejército. Era su ojito derecho, su niña mimada. Así que ponerle su nombre es el mejor reconocimiento que podíamos hacerle», tal como explica su hijo Luis Calviño Vázquez (Santiago, 1982), también voluntario de Cáritas y coordinador del programa de la entidad Familia Aberta.

De hecho, fue su padre, que volvió a dirigir la Interparroquial estos últimos años, el que puso en marcha esta acción dirigida a combatir la soledad. «Era su gran preocupación, así que siguiendo el modelo iniciado en Betanzos por el padre Lista, gran mentor de Familia Aberta, logró montarlo aquí. Ahora es una responsabilidad muy emotiva para mí como monitor-coordinador», indica Calviño Vázquez. El programa se desarrolla en el Centro Sociocultural Xoán XXIII, usando de 8 a 15 horas las dependencias de cafetería, cocina y un amplio salón. Actividades recurrentes son los talleres de memoria, psicomotricidad y cocina; porque, además, ellos mismos traen los alimentos para hacer allí la comida, una dieta económica a base de lentejas, arroces, caldos, pasta y «alguna vez» carne. También hacen salidas culturales y excursiones, porque, entre otras cosas, hay gente que lleva años sin ver el mar, según apunta Calviño.

Participan actualmente en el programa entre 15 y 20 personas. «Hay más mujeres que hombres, la mayor tiene 78 años, personas que tienen hijos, separados, viudas, gente de Santiago, pero también venezolanos, y gente que procede de nuestros pisos de acogida. La soledad no entiende de perfiles, hay un retrato muy diverso detrás de la soledad, que tampoco entiende de recursos económicos. Hay gente con dinero que está muy sola», según advierte el coordinador del programa, pensado para personas que no tengan una dependencia física o mental. «Es muy eficaz, porque alivia mucha soledad. Es una pena que no participe más gente, hay demasiados vergonzantes solos, o que sienten soledad, que no se atreven a venir. Los asistentes comparten sus biografías, inquietudes y, en general, no son reticentes», añade.

En el sentido acto de homenaje póstumo a Luis Calviño Pueyo, que se celebró ayer por la tarde en Arnela con la asistencia de un centenar de personas y que cerró el arzobispo Julián Barrio, intervino su hermana Beatriz, que agradeció en nombre de su madre —Lourdes— y de toda la familia el reconocimiento hecho a su padre: «Qué puedo decir de ti, papaíño. Para ser breve y fiel a la realidad, diré que fuiste un hombre de crear y de creer. Crear, porque en todos los ámbitos de tu vida fuiste creando grandes familias (…) Y un hombre de creer, porque tu fe inquebrantable en Dios te permitió enfrentar todos los problemas de la vida y seguir adelante. Incluso en los momentos más duros». El domingo era su día favorito, porque los domingos son días de reunión para los Calviño.