La skater de Santiago que transforma las tablas rotas en piezas artísticas

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Nahikari Pérez, con una de las cámaras de madera de I?m Feeling Wood.
Nahikari Pérez, con una de las cámaras de madera de I?m Feeling Wood. CEDIDA

Un curso de carpintería del Inem fue el germen para que Nahikari Pérez pusiese en marcha su proyecto creativo I'm Feeling Wood

13 ago 2022 . Actualizado a las 12:05 h.

Vino a Galicia por amor, hace ya ocho años, y en Santiago Nahikari Pérez empezó a explotar su lado más creativo. La donostiarra había estudiado Secretariado de Dirección y era administrativa, aunque siempre tuvo debilidad por las artes, reconoce. «Me fui con el paro y, mientras buscaba trabajo, decidí apuntarme a algún curso del Inem. Solo había uno de cocina y uno de carpintería», relata, y en el segundo de ellos descubrió una de sus grandes pasiones, junto con el skate y la fotografía. «Mi familia viene del mundo de la construcción, por lo que de niña yo jugaba a que ayudaba en la obra. Mi tío, además, tiene una ferretería. A mí me encantaba trastear con las herramientas y tenía las sierras muy a mano», comenta entre risas. Con esta predisposición y un maestro de carpintería que la animó a explorar, nació el proyecto I'm Feeling Wood, en el que crea piezas artísticas a partir de tablas rotas.

«En la Fundación Laboral de la Construcción me encontré con un profe súper guay, Carlos Pereiras. Él sabía que yo patinaba y me dio libertad para llevar tablas y hacer cosas con ellas. Yo siempre he estado vinculada a proyectos de autogestión y empecé a reciclar tablas porque un amigo mío lo hacía en el País Vasco», explica la skater de 37 años. «Mi ahijada, que ahora tiene 10 años, en ese momento era muy pequeña y yo quería hacerle un juguete que no tuviese ninguna connotación de género. De ahí salió la primera cámara de madera hecha de descartes. Y, a partir de entonces, surgió la marca registrada», recuerda Nahikari, nieta de gallegos. «Supuso el salto definitivo para convertir un pasatiempo que tenía en algo más. Aunque yo no vivo de esto y lo compagino con mi trabajo con niños (como monitora en un comedor escolar de Fontiñas y profesora en Skate Escola), es un proyecto muy bonito, de desarrollo personal y creativo, además de ser súper terapéutico», apunta.

De las tablas que otros tirarían directamente a la basura, ella hace desde juguetes hasta bisutería o esculturas. Y cuando empezó a mostrarlas al mundo a través de las redes sociales se dio cuenta de cuánto gustaban. «Estudié fotografía en el Mestre Mateo y, para el proyecto final, hice un catálogo en el que me ayudó Rosa Figueroa. Me creé una cuenta de Instagram para ese trabajo y vi que la gente tenía interés. Al principio no quería que se viera que soy una mujer y muchos se sorprendieron al saber que era una mujer la que hacía esas cosas, aunque parezca increíble», repara. Expuso su trabajo en Zarauz, lo vendió en mercadillos y recibe encargos por redes sociales. Reconoce que «tenía el síndrome del impostor: tú no te valoras igual que te pueden valorar los demás»; pero se ha llevado la sorpresa de ser reconocida por sus propios referentes: «Hacer un trabajo inspirado en la obra de un artista que siempre has admirado, como Ed Templeton, y que te dé un like o te escriba es un chute de motivación y un honor impagable».

«Paso muchas horas en la calle y algunas de mis piezas están inspiradas en ese paisaje urbano, como roedores o palomas, elementos de los que estamos rodeados los patinadores underground. Yo intento volcar eso que me encuentro y convertirlo en algo bonito, sacando una versión entrañable de una rata o una paloma», señala Nahikari. Para ella, el skate es más una disciplina artística que un deporte y se siente muy vinculada a la skateplaza construida detrás del Parlamento de Galicia, en la Praza da Constitución. «Ahora mismo tenemos instalaciones, pero cuando llegué a Santiago lo que había estaba en un estado muy lamentable. De hecho, desde la asociación de skate estamos reclamando la pista en Conxo y seguimos peleando para conseguir en la comunidad instalaciones públicas decentes para seguir patinando y creando», continúa la treintañera, quien por su parte comparte también su inquietud por la sostenibilidad entre las nuevas generaciones. «Intento enseñarles a mis alumnos todo lo que podemos hacer con los monopatines y, dentro de los campamentos, hay sesiones sobre el aprovechamiento de material», apunta la vasca, que utiliza el concepto de reskate.