Nuria Rábano: «De niña soñaba con ganar la Champions; ahora en el Barça ya lo veo más cerca»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

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Nuria Rábano, la joven futbolista compostelana que este verano fichó por el Barça, regresó en julio a su ciudad para pasar las vacaciones. «En mis días libres, intento estar aquí», aclara desde el patio de La Salle, su colegio
Nuria Rábano, la joven futbolista compostelana que este verano fichó por el Barça, regresó en julio a su ciudad para pasar las vacaciones. «En mis días libres, intento estar aquí», aclara desde el patio de La Salle, su colegio PACO RODRÍGUEZ

La santiaguesa empezó a jugar al fútbol solo con niños. Tras una trayectoria fulgurante, este verano se convirtió en la primera jugadora en ser presentada en el Camp Nou. «Ya bromeé con Borja Iglesias por haber estudiado los dos en La Salle», repasa sobre sus orígenes

07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde finales de julio -y a pesar del contratiempo de esta semana, cuando sufrió un esguince- la joven futbolista santiaguesa Nuria Rábano exprime su pretemporada en el Barça, el laureado club que convirtió su fichaje en el primero del verano. «Aún no acabo de creer que mi cuarto año en la élite sea ya en Barcelona», remarca satisfecha. «Intento mantener los pies en la tierra, pero estoy feliz. Sigo sumando experiencias», añade tímida y serena sobre una trayectoria de la que solo guarda buenos recuerdos.

Fue su padre, Javier Rábano, técnico en el Milladoiro S.D., quien la inició en este deporte. «Primero entrenó a mi hermana mayor y, con cuatro años, empecé yo, primero en fútbol sala y luego en fútbol. En los equipos de mi edad era la única niña, pero eso no me importó, siempre estuve muy cómoda. Había gente que se extrañaba, pero yo sobre todo me acuerdo de los comentarios positivos que escuchaba en cada campo. Mis compañeros, además, eran amigos y varios estudiaban conmigo en La Salle. Aprendí mucho; creo que mi técnica y mi físico se deben en parte a esos comienzos», encadena, deslizando una curiosidad. «Somos tres hermanos y las dos chicas somos bastante más futboleras que él», comenta divertida. «Yo hasta que pude no quise cambiar, seguí con niños. Con 16 años ya di el salto al femenino», evoca sobre la primera etapa de una fulgurante carrera que compatibilizó con estudios. «Hice un ciclo de educación infantil. Me encantan los niños. Si un día dejo el fútbol me gustaría dedicarme a ellos», apunta sobre un futuro, por ahora, lejano.

Tras pasar por el Atlético Arousana, la lateral zurda llegó en el 2016 al Dépor, donde despunta, mientras también progresa con la selección, formando parte de esa generación que en el 2018 quedó a las puertas del título del Mundial sub-20 e hizo a muchos empezar a seguir este deporte. «Veías que la afición crecía rápido. Tuve la suerte de vivir tanto grandes acontecimientos para el fútbol femenino como notar el cambio en gestos, que valoras, como nuevos campos de entrenamiento», destaca con orgullo al pensar en el Dépor, con el que, tras tres temporadas, subió a Primera. «Desde el principio nos sentimos arropadas, con Abegondo lleno, pero vivir ese ascenso fue increíble. No olvido la llegada al aeropuerto, con todos recibiéndonos. Tampoco el año en la máxima categoría, que fue top», analiza con una palabra comodín. «El ambiente era bueno y eso se notó. Este verano aún fui a la boda de una de ellas», señala.

Su gran temporada le abrió en el 2020 las puertas de la Real Sociedad, en donde se afianzó como pieza clave. «En Anoeta fue donde sentí más el calor del público. Impresionaba. Para mí era nuevo ver a niños o a adolescentes pidiendo algo tuyo. Durante la celebración, tras lograr billete para la Champions, fui de las últimas en entrar al vestuario. No me importó dar mi ropa, acabar casi sin nada. La afición estuvo ahí y lo merecía», subraya risueña. «Valoro también mucho haber recibido mensajes bonitos cuando me fui. Reservo tiempo para contestar a la gente en redes, para mí es fundamental», sostiene enlazando con su aterrizaje en Barcelona. «Nunca imaginé llegar a este club con 23 años, es una oportunidad que no podía rechazar», resalta.

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«El día de la firma en el Camp Nou fue especial. Venía de celebrar mi cumpleaños, la despedida de la Real... estaba nerviosa y en una nube», confiesa. «De niña soñaba con ganar la Champions; aquí lo veo más cerca. Es un proyecto ganador, con varias de las mejores. Alexia Putellas me felicitó. Ojalá pueda jugar pronto con ella», explica sobre la Balón de oro, lesionada antes de la reciente Eurocopa, una cita para la que no convocaron a Nuria. «Cuando pasa eso, intento darle tranquilidad a la cabeza. El tema mental es importante. Me alegro por ellas. Veo sus partidos. Casi no sigo fútbol masculino», aclara.

«Borja Iglesias también me escribió. Bromeamos con haber estudiado los dos en La Salle. Ambos, y Vero Boquete, mi referente, no olvidamos Santiago. Siempre volvemos», acentúa en clave local. «Tengo presente que mi camino empezó en Milladoiro. Sé que en bares de Ames ponían los partidos de la Real cuando yo jugaba. Mi intención es montar, en las próximas vacaciones, un campus aquí», avanza ilusionada.