Martín recupera la fe en la humanidad junto con la gaita que le robaron hace un mes en Santiago

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Paco Rodríguez

Una persona reconoció el instrumento al encontrarlo en un trastero compartido y se lo devolvió

23 jun 2022 . Actualizado a las 01:18 h.

La historia de Martín Ramírez, al que robaron el mes pasado en Santiago su gaita, llegó al otro lado del Atlántico. Y, justo cinco semanas después de haber desaparecido su principal medio de vida en un local del casco histórico, logró recuperar el preciado instrumento, que para él tiene un «enorme» valor sentimental más allá de lo económico. El miércoles recibía la feliz noticia, relata: «Estaba ensayando con el grupo al que pertenezco y recibí una llamada. No cogí el teléfono en ese momento y me dejaron un wasap para que llamase de forma urgente». Detrás de este mensaje estaba una persona que reconoció el estuche de su gaita cuando lo vio en un trastero compartido y se puso en contacto con el músico para devolvérselo. Le explicó, cuenta el chileno de 30 años afincado en Compostela, que se había fijado en los carteles que él había pegado por la ciudad y en la noticia difundida por las redes sociales, por lo que ató cabos.

Su Seivane de madera de granadillo, que tanto esfuerzo le costó conseguir, no había salido de la ciudad. Se encontraba al norte de la misma. Y, para mayor alegría, no sufrió ningún tipo de daño: «Estaba en un estado perfecto. Yo creo que ni siquiera la armaron. Faltaban un par de cosas, mínimas, en el bolso, pero nada importante». Dice Martín que este gesto le ha ayudado a recuperar la fe en la humanidad y «en las buenas intenciones que hay en el mundo. Hay gente mala, pero hay diez veces más personas buenas, y yo lo he podido comprobar. No solo tuve compañeros que me prestaron un instrumento para poder seguir tocando en el Arco de Xelmírez y con los conjuntos de los que formo parte, sino que hubo quien me ofreció ayuda económica, me propusieron organizar un concierto de recaudación, campañas de crowdfunding... hasta una gaita me daban, pero yo quería recuperar la mía, por todo que significa».

No obstante, no puede estar más agradecido «a todos los que se interesaron por él: otros músicos, gente de la emigración en Latinoamérica, amigos, desconocidos, hasta peregrinos que me habían visto tocar a su llegada al Obradoiro... Incluso preguntaban a otros gaiteiros de la ciudad por mí». El mismo día en que recuperó el instrumento ya lo reestrenó por la noche en el Arco de Xelmírez, aunque con otra boquilla por una cuestión higiénica. Tuvo un par de días para limpiarla a fondo y hacer una puesta a fondo, «y ayer [por el domingo] toqué de nuevo, ya con la gaita completa, en el Teatro Principal», señala. Fue un reencuentro con el público compostelano especial, tras ser rescatada de su escondite. Reconoce que «ya iba perdiendo la esperanza de recuperarla y había dejado el tema en manos de la Policía. Tanto ellos como los artesanos del taller donde la compré me decían que, normalmente, este tipo de instrumentos acaban apareciendo, tarde o temprano. Hablaban de años, en algún caso, pero ha sido una alegría que fuera tan pronto».