Avelino Iglesias: «Empecé con una cubierta en mi casa de Teo y ahora nos llaman de media Europa»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Avelino Iglesias muestra en la piscina municipal de Sigüeiro, Oroso, una de las obras de Pipor más contempladas en el área compostelana al estar a la vista del público
Avelino Iglesias muestra en la piscina municipal de Sigüeiro, Oroso, una de las obras de Pipor más contempladas en el área compostelana al estar a la vista del público xoan a. soler

El fundador de Pipor da las claves de por qué la firma compostelana suma hitos desde hace 25 años

21 jun 2022 . Actualizado a las 00:20 h.

Fue en mayo cuando su empresa acaparó titulares al construir en un glamping de la localidad lusa de Nazaré la cubierta móvil de aluminio más ancha de la península ibérica. «Hasta ese momento la máxima que habíamos hecho era de 21 metros y ahí pasamos a 31,5. Me gustan los retos, aunque ya no tanto como antes», confiesa riendo a sus 67 años Avelino Iglesias, CEO de Pipor, la firma de cubiertas a medida, mayoritariamente para piscinas, que fundó en su Santiago natal -«crecí por Basquiños»- en 1996, alentado por su propia experiencia.

«Con 19 años empecé a formarme como carpintero de aluminio en Gran Vía, la firma compostelana que era referente a nivel nacional y que trabajaba en sitios como la base americana de Rota. Poco a poco me enganchó el medio. Cuando cerró esa empresa, el que era mi jefe me cogió para otra del sector, Anxocar. Él era un hombre con muchas ideas e iniciativa, algo creo que se me pegó», admite con humildad. «Con 35 años salté a otra compañía y ahí, en medio de una crisis económica, maduré una idea a la que había dado vueltas, la de explorar nuevas posibilidades para el aluminio. Me lancé a la piscina», remarca de forma gráfica al aludir al ámbito por el que ya apostó.

«Pensé que una salida podrían ser las cubiertas. Hice un estudio de mercado casero entre mis vecinos de Teo que tienen piscina para saber si le verían futuro a cubrirla. La mayoría me animó aunque no tenían tan claro lo de pagar», recuerda risueño. «Tenía que testarlo. En mes y medio cubrí la mía y vi las ventajas, como la de que mantiene el agua caliente, lo que permite usarla más horas al día. Antes yo era como un pez», desliza divertido. «La enseñé y gustó. Ahí ya me decidí a montar Pipor, un nombre que alude a piscinas y a portales, otra salida en la que solo nos centramos en el arranque», explica.

«Los inicios fueron duros porque en Galicia no se asimilaba tanto esa solución. Aún así, vendimos aquí la primera piscina y, poco después, ya salieron más», apunta agradecido, aunque aclarando que no fue en su ciudad donde más trabajaron. «Es curioso que hasta que, durante la pandemia, despuntó el sector de la piscina, lo que nos llevó a nosotros a crecer un 30 % en el 2020 y un 40 % más en el 2021, muchos aún no nos ligaban a Santiago», sostiene con pesar.

Sin descanso, repasa los méritos por los que cree que su modelo le permitió medirse al que imperaba, llegado de Francia. «Fuimos pioneros en usar vidrio de seguridad frente al policarbonato. Apostamos por emplear solo aluminio, que da mayor durabilidad y vida útil a la cubierta», encadena sin titubeos. «La del hotel Augusta de Sanxenxo, que con 50 metros llegó a ser la más larga de España, aún sorprende, y eso que pasaron 20 años», subraya, antes de enumerar más hitos. «Una de las que llevé yo fue la del hotel Nagari de Vigo, situada en un octavo piso. Ante la falta de espacio, no podíamos subir los cristales por la escalera», repasa recordando la presión. «Otra que me ilusionó mucho, al ser también una zona complicada, fue la que instalamos en una estación de esquí del Alpe d'Huez. Para demostrar su resistencia, los dueños nos mandaron este invierno una foto, toda nevada», enfatiza.

La expansión de la empresa ya había empezado en el 2000 con delegaciones en Madrid y en la ciudad gala de Narbona y a ella ayudaron incorporaciones que destaca, como las de Carlos Guerra en ventas o Jesús del Castillo en márketing. «En París, donde montamos cubiertas en varios cámpings, nos pidieron hace poco una con forma de pirámide para un organismo municipal», comparte enlazando reflexiones. «Tiene mérito que en Francia, origen de las cubiertas, se vea que hacemos algo diferente. Yo empecé con una en mi casa y ahora nos llaman de media Europa», acentúa pensando en destinos como Suiza o Bélgica y apuntando a Dubái, donde aspiran a construir instalaciones singulares. «Hay demanda, sobre todo para particulares, que suponen el 85 % de nuestros proyectos. Aún así, también trabajamos para ayuntamientos como Valencia, Xátiva y León», señala. «Ahora lo que nos cuesta es encontrar trabajadores. Aquí somos 40», resalta sobre la fábrica del polígono del Tambre.

Cubierta instalada por Pipor sobre la gran piscina del glamping Ohai Nazaré Resort, en esa localidad lusa
Cubierta instalada por Pipor sobre la gran piscina del glamping Ohai Nazaré Resort, en esa localidad lusa

Sin desánimo, comparte un anhelo. «Hace poco fui a ver la cubierta del resort de Portugal, donde ya nos pidieron otra. Me queda la espinita de ir a los Alpes», afirma. «Enorgullece saber que hace 25 años no te equivocaste», concluye.