Ramón Martínez-Rumbo: «En neurocirugía de Santiago aprovechamos mucho el traspaso de la sanidad a Galicia»

Joel Gómez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Ramón Martínez Rumbo recibe el jueves la medalla de honor de la Academia Médico-Quirúrgica de Santiago
Ramón Martínez Rumbo recibe el jueves la medalla de honor de la Academia Médico-Quirúrgica de Santiago xoan a. soler

El especialista que operó a Manuel Fraga, resalta cómo consiguieron ser centro de referencia estatal para operar el párkinson y la implantación de la radiocirugía

16 jun 2022 . Actualizado a las 01:04 h.

«El hospital de Santiago fue mi casa. Entré como estudiante interno de la cátedra Quirúrgica y del servicio de neurocirugía, con el doctor Reyes y la aquiescencia del catedrático, José Luis Puente, en el curso 1959-1960. Tenía entonces 20 años. Y lo dejé al jubilarme, en el 2009, con 70 años», afirma Ramón Domingo Martínez-Rumbo del Castillo, quien mañana recibirá la medalla de honor de la Academia Médico-Quirúrgica de Santiago. Es un reconocimiento a su trayectoria profesional y a su actividad en esa entidad.

—¿Cómo valora esta medalla, 13 años después de jubilarse?

—Estoy muy agradecido a la junta directiva de la Academia Médico-Quirúrgica de Santiago y a su presidente por este reconocimiento. Empecé a estudiar Medicina en Santiago con 17 años y, al finalizar, en 1963, fue la primera entidad profesional a la que pertenecí. Fui miembro de sus juntas directivas desde 1975 a 1987.

—Usted participó en muchas entidades, incluso fue concejal.

—Fui fundador de la Sociedad Gallega de neurocirugía; y pertenecí a la sociedad española de la especialidad. También fui vicepresidente del Colegio Médico de A Coruña. Lo de concejal fue una etapa en la primera corporación municipal democrática de Santiago.

—¿Acertó al elegir la especialidad de neurocirugía?

—Amplié la formación en neurocirugía en Madrid, París y Montreal [Canadá]. No me arrepentí nunca, fue una enorme satisfacción. Creo que cumplí todos mis anhelos y mis deseos y estoy muy orgulloso de la neurocirugía que hice y de la herencia que dejé para Santiago. En el hospital formamos más de 30 residentes, que ejercen en Galicia y España, varios son jefes de servicio. Recuerdo los primeros: Bastida, De la Torre, Quintana...

—¿Cómo consiguieron ser centro de referencia estatal para cirugía del párkinson?

—La primera operación de párkinson en Galicia la había hecho ya en Santiago, como ayudante del profesor Reyes, en 1966. Me habían enviado a formarme a Madrid, en la Fundación Jiménez Díaz. Hicimos cerca de 40 intervenciones. Después apareció la dopamina y se dejó de operar el párkinson hasta la década de los 90. Entonces fui a Francia a aprender la nueva técnica y la montamos sin ningún problema.

—¿Era muy diferente?

—Si, la actual es una técnica mínimamente invasiva: se introduce un electrodo profundo en una parte del tronco cerebral en el núcleo subtalámico, que mide 2 por 7 milímetros y es difícil llegar a él sin verlo, pues todo se hace a través de coordenadas, con un neuronavegador. La operación es una colaboración muy intensa entre neurocirugía, neurología y neurofisiología. La hicimos ya en el Clínico, a principios de este siglo.

—También implantaron radiocirugía.

—La montamos en Galicia, gracias a una donación de la Fundación Botín. Se la ofrecieron a Manuel Fraga y él decidió que se instalase en Santiago. Vino un acelerador lineal de última generación, muy costoso. Es un triste recuerdo que en ese quirófano de radiocirugía no se le reconozca a Manuel Fraga su aportación.

—¿Cómo valora la etapa de jefe de servicio de neurocirugía?

—Estuve en la jefatura del servicio desde 1992, al jubilarse mi maestro, el profesor Reyes, que es el padre de la neurocirugía gallega, hasta que me jubilé. En ese período el hospital de Santiago creció de una forma considerable, sobre todo tras la puesta en marcha del Clínico. Me rodeé de muy buenos colaboradores, como los doctores Allut, Gelabert y Prieto; formamos un equipo muy bueno, aprovechamos mucho el traspaso de las competencias de la Sanidad a Galicia.

—¿Cómo lo aprovecharon?

—Con la Xunta tuve muy buenas relaciones, con los diferentes gobiernos, y logramos que la infraestructura del Clínico creciese de una forma tremenda: pasamos a tener más personal, más de 40 camas, 2 quirófanos, un utillaje quirúrgico fantástico. Con apoyo de la Xunta conseguimos el mejor servicio de neurocirugía de Galicia y estar entre los 10 primeros de España; fue un logro de todo el servicio. Es cierto que Fraga se portó muy bien conmigo; yo le intervine quirúrgicamente, aunque ya éramos amigos de antes, y se volcó con el servicio.

—¿Añora la profesión?

—Me jubilé al cumplir 70 años. Al principio lo pasé muy mal, pero era el momento de dedicarme a mi familia. Porque la neurocirugía, en mí época, sabías cuando empezabas, a las 8.00 de la mañana, pero nunca sabías cuando terminabas; fueron muchas noches de urgencias e intervenciones quirúrgicas.