Hace unas semanas también emprendía otro individuo su propia campaña y clavaba banderillas sobre las deposiciones caninas de Quiroga Palacios, con mensajes como «a caca de can non é abono» o «cagada de dono/a». La acción es defendida por otros afectados como Belén Gómez, quien asegura que «no tiene ninguna gracia que tenga que estar esquivándolas cada mañana cuando voy con mi hija de camino al colegio. La acera de la izquierda, según subes hacia la avenida de Lugo, es como un campo de minas, una auténtica guarrada. Alguien del servicio de limpieza las debe recoger, porque al mediodía ya no están, pero al día siguiente aparecen más». En este caso, «el problema sigue igual», indica, las banderillas no tuvieron un efecto disuasorio ni le consta que el justiciero misterioso volviese a actuar.
A través de Instagram también se hacía pública una nota que apareció estos días en una comunidad de vecinos de Santiago, pidiendo que se controlen «los ruidos ocasionados por el coito», un mensaje mucho más corriente y fácil de ver que los anteriores.