Diego Horschovski: «Ver colas fuera de un pub para poder escuchar poesía es brutal»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

Instalado en Santiago desde hace 20 años, despunta y sorprende con eventos en bares. En el 2017 importó el formato que revoluciona la poesía

28 feb 2023 . Actualizado a las 21:45 h.

Admite que veinte años después de llegar a Santiago a muchos aún les cuesta pronunciar su apellido, de origen polaco. «Me llaman Horcho», aclara sonriendo el dinamizador cultural Diego Horschovski, de 36 años, detallando su procedencia. «De Polonia era mi familia materna. Yo nací en Buenos Aires, donde estuve hasta los 16 años. En el 2001, con la crisis en Argentina, me trasladé con mi familia a Galicia, de donde era mi abuela paterna», encadena con un acento que aún delata su infancia porteña. «Ya aquí llevé adelante mi pasión. Desde pequeño me interesó la filosofía, entender el universo. En el IES Eduardo Pondal, donde estudié, un profesor de esa materia, con su visión crítica, hizo que me decidiese. Opté por esa carrera», recuerda sobre una vocación con la que junto a la de la poesía y un espíritu «inquieto» se dio a conocer.

«A nivel cultural Santiago atravesaba en el 2014 un momento más difícil, por las medidas para eventos en locales, algo que yo padecía. Daba conciertos», apunta. «Pensé en algo que podría ir adelante e ideé unas sesiones de poesía e microrrelato en el antiguo pub Calderería. Soy fan de llevar todo a los bares, donde uno está abierto al encuentro», acentúa sobre unas citas que rápidamente desbordaron sus expectativas. «Me enorgullece que por allí pasaran poetas consagradas como Lúa Mosquetera o Andrea Nunes. También, que empezaran a acudir asistentes tanto de 15 a 90 años que se querían expresar. Aún recuerdo a todos ateigados dentro, en un silencio sepulcral», evoca, intercalando palabras en gallego. «Ver colas fuera, de hasta 30 personas, para poder escuchar poesía es brutal», añade agradecido. «Durante estos ocho años ahí se tiene hablado de salud mental, cuando aún era un tabú. También se compartieron emociones y se formaron parejas», desliza risueño enlazando con más recitales. «En uno a micro abierto en una cafetería de Melide la cocinera pidió participar. Le dedicó un poema a su marido, el camarero», rememora.

Ya sobre filosofía, también fue en el 2014 cuando se propuso acercarla al público, con charlas divulgativas en bares impartidas por gente de la universidad. «Defiendo que se puede mantener el rigor democratizándola», señala. «En la cafetería Airas Nunes logré juntar en un debate a los dos profesores que me marcaron en el instituto y en la facultad», remarca con orgullo, saltando a su ámbito personal.

«Estudié el Erasmus en Polonia, cerrando el círculo familiar. Después viví y trabajé en un refugio en Los Alpes italianos. Fue una de mis mejores experiencias; hasta me enamoré de una camarera que me recitó el Infierno de Dante», comenta sonriendo. «Me encanta viajar, pero siempre vuelvo a Santiago», contrapone sobre su ciudad, en la que reside en el casco histórico. «Mi vida y mi trabajo está ahí», sostiene, poniendo el foco en un proyecto que gana eco.

«En el 2017 me hablaron del Poetry Slam, un certamen de poesía oral en el que cada participante tiene tres minutos para dramatizar y en el que el público elige al ganador. Quise probar aquí. Publiqué en las redes el cartel "se buscan slammers" y antes de tener local ya había 20 solicitudes», resalta sobre un evento que después del verano sumará su quinta convocatoria. «No olvido una final en el Teatro Principal en la que la poeta compostelana Luz Fandiño, para mí un faro, iba a anunciar al ganador. A sus 90 años recordó que siendo moza, cuando subía al gallinero, nunca pensó que la invitarían al escenario. No pude evitar venirme abajo. Los 220 asistentes se pusieron en pie», comparte con emoción ante una elevada cifra que confirma el gran retorno del público con sus actos. «Con los años he tenido que buscar salas de mayor aforo, como la del Riquela. El ambiente universitario de la ciudad lo facilita», reconoce.

Sin descanso, rescata más experiencias como la haber participado en la primera residencia literaria Uxío Novoneyra o la de promover en este 2022, por los 50 años del pub Modus Vivendi, encuentros con nombres de la cultura y la política. «Estamos estudiando también la posibilidad de que Santiago sea sede de la final estatal del Poetry Slam», avanza ilusionado. «En la pandemia me propuse frenar, pero soy muy activo. Eso va dentro de mí», confiesa riendo.