El acusado alegó que compraba los artículos en mercadillos
En su recurso ante la Audiencia, el acusado alegó que los objetos robados que vendió los había obtenido en mercadillos de segunda mano en los que personas particulares bajan de sus casas cosas que ya no usan y citó uno como ejemplo, al que se refirió como el del Caracol, del que los policías que declararon en la vista dijeron que no existía.
En su sentencia, la Audiencia compostelana no ve creíble esta explicación porque «no consta probada la existencia de los referidos mercadillos de segunda mano» pero también por los «escasos importes obtenidos con la venta en los establecimientos». Es decir, que no resulta creíble que los dueños de los artículos, en lugar de venderlos directamente en la tienda de segunda mano, se los entregaran a él a cambio de un precio mucho más bajo.