Pelotazo S.A.

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

24 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La amplitud y variedad del catálogo de la picaresca, cuando no de la más pura delincuencia, es en este país tan grande como el descaro de los pillos, que están ojo avizor y en ocasiones señaladas, cuando se crea el caldo de cultivo apropiado, aprovechan para pescar y llenar la cesta, la saca, con tal fruición y avaricia que sus desmanes difícilmente pueden pasar desapercibidos. Santiago no es un mundo aparte. Los granujas no descansan y no siempre sus fechorías aparecen negro sobre blanco en diligencias policiales y oficios judiciales. El puente vacacional de Semana Santa puso al descubierto a una supuesta empresa que operaba un párking ficticio en el aeropuerto, apropiándose de fincas y sendas para dejar ahí los coches de sus confiados e ingenuos dueños, que nunca debieron pensar que por cinco euros diarios, y sin factura ni otros requisitos legales, sus vehículos iban a recibir un trato de alto standing. Sus autores no lucen cuello blanco, están emparentados con la gente del lumpen, como el chorizo que se esnafró este viernes al tirarse por una ventana, en su loca huida, cuando lo sorprendió la policía en un establecimiento de Laverde Ruiz. Seguramente, un primo hermano de la necesidad, que cantaría Sabina, con un poso de dignidad. El lumpen es presa fácil, pero los realmente peligrosos son los granujas de cuello blanco, porque su pillería suele asociarse con la codicia de quienes guardan la llave de los caudales públicos, los dineros que son de todos, para aprovecharse, unos y otros, de un sistema corrupto. Son granujas que administran empresas ficticias parapetadas tras toda la burocracia legal, con objetos sociales que cambian en función del lugar donde esté el botín. Son los ases del pelotazo, aunque se presentan ante la sociedad como los más meritorios ejemplos de emprendedores y empresarios de bien; ocultan la identidad de sus manejos valiéndose de testaferros; y su descaro es tal que alardean de sus abultadas sacas. Aunque los hayan pillado antes, incluso sancionado, vuelven a las andadas porque en su delirio se creen intocables. La industria del covid alimentó, también en Santiago, el enriquecimiento indecente de avezados de la pillería oportunista, un «sector» en el que los comisionistas madrileños Luceño y Medina no son el más refinado ejemplo.