Comerciantes sin comercios

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO CIUDAD

23 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Yo tengo unos iguales y me van de maravilla». No había fallo. En aquellas tardes de compras que en la infancia parecían interminables esa sentencia siempre inclinaba la operación hacia el cierre. El cliente echaba mano a la cartera y el comerciante relajaba el gesto y dejaba caer eso de lo bien conjuntados que iban los niños. Daba igual que fuera un jersey, un aparato de radio o una caja de tacos del 6. «Yo los uso y me van de maravilla». Era raro que, siendo la oferta de calcetines tan variada, el dependiente compartiera el gusto del cliente. Pero ese empujón les funcionaba. Si me da esa garantía, entonces adelante. La sentencia incitadora de compras era al pequeño consumo lo que la consulta al superior cuando crecía la familia y tocaba renovar el coche. Cualquier intento de arañar aquel pico al precio de venta del turismo daba lugar a una rápida escapada del vendedor a otra oficina, de la que indefectiblemente regresaba con una sonrisa cómplice. Los que han visto Fargo —la película, no la serie— recordarán la escena en la que el personaje de Jerry Lundegaard —en la magistral interpretación de William H. Macy— convierte esa situación absurda en una secuencia delirante. Pero internet lo ha cambiado todo y esas maneras ya son difíciles de ver. No tanto porque a los comerciantes les falte arte como porque empiezan a faltar comercios.