Durante la mañana de Viernes Santo se acumularon las quejas ante el temor de no poder recuperar los automóviles
18 abr 2022 . Actualizado a las 19:38 h.
El falso aparcamiento regulado en el aeropuerto Rosalía de Castro de Santiago, que acumula sin control alguno vehículos en fincas cercanas al aeródromo con tarifas de cinco euros diarios, está provocando situaciones de tensión en la terminal compostelana. En la jornada de Viernes Santo se acumuló un grupo de afectados que regresaban de su viaje durante la mañana y al solicitar la entrega de sus vehículos se encontraron como respuesta que la persona encargada de esta tarea estaba enferma, por lo que se iba a dilatar el tiempo de recogida de sus automóviles. Muchos de ellos ya conocían las irregularidades del servicio que habían contratado, lo que provocó que la Guardia Civil del aeropuerto, que no tiene competencia para tramitar denuncias por sustracciones en Lavacolla, invitase a los afectados a acudir a la Policía Nacional, debiendo desplazarse hasta sus oficinas en Santiago.
El mismo problema se repitió a primera hora de la tarde, con al menos dos casos de retrasos en la entrega de los vehículos de más de una hora. Así le ocurrió a una familia que había contratado el servicio de aparcamiento durante varios días pero sin tener ningún documento que lo corroborase. Se enteraron de los problemas de este aparcamiento durante sus vacaciones y no se quedaron tranquilos hasta que recogieron su automóvil, que les fue entregado conforme a lo acordado. Mientras esperaban por su coche, sin tener muy claro si podrían recuperarlo, se encontraron a otros dos afectados en el aeropuerto, aunque en este segundo caso habían hecho la reserva por Internet, por lo que tenían el recibo del servicio que ya habían pagado con tarjeta de crédito. «Nos enteramos de lo que estaba pasando cuando estábamos de viaje, pero sabíamos donde estaba nuestro coche por la geolocalización», explicó uno de ellos.
En ambos casos confirmaron que habían optado por esta empresa porque era la única que disponía de plazas, ya que el aparcamiento del aeropuerto estaba completo y en el resto de estacionamientos no quedaba sitio. La pareja que reservó por Internet comprobó previamente el lugar en el que iban a estacionar el vehículo. No les hizo mucha gracia que fuese una carballeira en las inmediaciones del aeropuerto, pero su ubicación coincidía con el nombre de la empresa con la que contrataron el servicio «y era el único sitio que había», recalcan.