Un viaje en tren siempre dio para mucho en Galicia. Cierto, ahora para algo menos. La mejora de la red viaria y de los convoyes hacen los desplazamientos más rápidos, aunque los tiempos de este AVE entre Santiago y Madrid siguen siendo elevados por la incomprensible reticencia a cambiar el ancho de vía desde Ourense. También los trayectos interurbanos —que no de cercanías, que de eso en Galicia no tenemos— han mejorado las prestaciones. Por eso cientos de compostelanos eligen el tren a diario para desplazarse a trabajar o estudiar a otras ciudades. A ese colectivo, en cambio, la alta velocidad le ha complicado la vida. Su puesta en servicio coincidió, el 22 de diciembre, con unos ajustes horarios que dificultan la llegada a sus centros de trabajo o estudio, y hacen más cuesta arriba la conciliación familiar. Porque los horarios del tren no casan con los laborales. Pero los afectados no se cruzaron de brazos. Llamaron a todas las puertas, movilizaron a los grupos parlamentarios, a la propia Xunta, y a Renfe, claro. Ahora, el operador anuncia que hará una encuesta a bordo de los trenes sobre los horarios. Empieza con cuatro meses de retraso, aunque lo importante es que Renfe tome nota de las quejas y corrija el rumbo para que nadie pierda el tren de su vida.