La guerra en Ucrania amenaza con convertir en un lujo los menús con patatas fritas en Santiago

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

La psicosis por el desabastecimiento ha aumentado los pedidos de aceite de girasol en Santiago
La psicosis por el desabastecimiento ha aumentado los pedidos de aceite de girasol en Santiago Sandra Alonso

El coste disparado de luz, aceite y materias primas obligará a subir precios en la hostelería

14 mar 2022 . Actualizado a las 00:49 h.

Desde que la pandemia del coronavirus azotó al mundo, los hosteleros tienen la sensación de vivir en un carrusel de permanentes agonías. Sortearon como pudieron cierres forzosos, toques de queda y multas y desde hace un año lidian con la desesperante escalada del precio de la luz que distorsiona por completo sus cuentas de explotación y ha obligado a subir las tarifas de las cartas. En Santiago, el precio medio del café está ya en 1,40 euros, el de la caña en 2,20, las copas básicas no bajan de seis o siete euros y el menú del día ha escalado hasta los trece, según explica Thor Rodríguez, presidente de Hostelería Compostela y dueño del pub Boneco, que reconoce que el sector está inquieto. «Estamos preocupados y lo hablamos entre nosotros porque los sueldos no han subido y nos preocupa repercutir los sobrecostes a los clientes, que también están sufriendo esta subida general de precios», señala.

Esa tendencia a la contención la corrobora el presidente de la otra entidad que representa al sector en la ciudad, Hostelería.gal. Lois Lopes, propietario de A Nave de Vidán, advierte sin embargo que la entidad está recomendando repercutir los costes «porque se non imos ao tacho». En su negocio ha visto como la factura de la luz ha pasado de 1.800 a 7.000 euros al mes y el gas también se ha triplicado. Él ya ha optado por subir el precio del café, la cerveza y otros productos con mucha rotación para tratar de amortiguar las pérdidas, pero la guerra de Ucrania está siendo el golpe definitivo por el incremento que están experimentando las materias primas.

Uno de los ejemplos más visibles de la situación que está provocando la invasión rusa es la subida exponencial del aceite de girasol, ya que Ucrania es uno de los principales productores mundiales. «Cando acabe o que teño almacenado haberá que darlle unha volta. Deixarei certos fritos, repercutirei o prezo noutros, fritirei con oliva e en soportes máis pequenos que as fritideiras de 25 litros que teño e iso de menú a 13 euros de bisté con patacas fritidas pois non, serán cocidas, e o que queira un prato de patacas fritidas terá que pagar tres, catro euros ou o que sexa», advierte Lopes, al que hasta su proveedor de hielo ya le ha comunicado que no aguantará más con el precio actual.

El horizonte estará en cuestión de días dominado por una inexorable subida de precios en la hostelería compostelana. «El que no los ha subido ya, los va a subir, ya se lo está planteando porque es inasumible soportar los sobrecostes que están provocando la energía y los carburantes», afirma Thor Rodríguez.

Por muy tentador que resulte endosar a Putin toda la culpa de este tsunami inflacionista, lo cierto es que la enorme ola se formó mucho antes de la invasión de Ucrania. La guerra es la puntilla, el maretazo que ha barrido de la orilla la esperanza con la que el sector afrontaba lo que parecía el fin de la pesadilla covid. Pese a todo, por el momento bares y restaurantes aguantan el tirón en Santiago. «No hemos notado bajón, los fines de semana hay lleno y los que trabajan más a diario siguen con buenos resultados», señala Rodríguez.

Ahora bien, cada vez parece más claro que el conflicto bélico va a cambiar el paisaje en elementos que hasta ahora parecían insospechados y a los que casi no se daba valor. Nadie pensaría hace un mes, por ejemplo, que las patatas fritas serían un artículo de lujo. «E cando veña o verán a ver quen aguanta os aires acondicionados postos, haberá que abrir portas e fiestras», reflexiona Lois Lopes. El impacto de la guerra en la economía amenaza nuestras vidas en extremos tan distantes como la propia seguridad personal y colectiva o el gesto cotidiano de desayunar o tomar una caña en el bar. Una realidad que los hosteleros, uno de los sectores sobre los que pivota el PIB local, tratan de asimilar sin ocultar sus fundados temores. Nunca el futuro fue tan incierto como ahora.

Juan Carlos Somoza, uno de los propietarios de A Noiesa Casa de Comidas
Juan Carlos Somoza, uno de los propietarios de A Noiesa Casa de Comidas Sandra Alonso

Juan Carlos Somoza, A Noiesa: «Aún estamos todos agazapados para ver qué pasa»

A Noiesa abrió en el verano del 2019, así que poco disfrutó de los tiempos tranquilos. Pese a las dificultades, se ha convertido en una referencia de la buena cocina en la zona vieja. Advierte que los precios ya subieron como consecuencia del covid, pero no oculta que la invasión de Ucrania abre un nuevo escenario de incertidumbre. «Ahora hablo con el panadero y me dice que a ver lo que aguanta [el precio] y así con todos los proveedores. Aún estamos todos como agazapados para ver qué pasa porque el consumidor tiene la capacidad que tiene y nos podemos cargar el mercado», señala Juan Carlos Somoza. Su solución está siendo echarle imaginación y buscar productos alternativos que permitan no tener que tocar la carta.

Fredy Rial, dueño del Asador Gonzaba
Fredy Rial, dueño del Asador Gonzaba PACO RODRÍGUEZ

Fredy Rial, Asador Gonzaba: «Todo va a subir y tendremos que ver qué hacemos»

El Asador Gonzaba es uno de los templos gallegos de la carne. Su propietario, Fredy Rial, es de los que aún no se ha planteado subir los precios por el impacto de la invasión rusa de Ucrania, aunque admite que la situación es preocupante y que aún no se sabe cómo la guerra les va a afectar. «La subida de los costes no es de ahora, aunque ahora se ha acentuado aún más, porque ahora llenar el depósito del coche son tres dígitos. La mercancía que tenemos ahora es aún con los precios de principios de año, que se suponía que se iban a quedar todo el año, pero todo va a subir y tendremos que ver qué hacemos. Pero no es solo a nosotros, tengo clientes constructores con presupuestos dados que ya no pueden cumplirlos», explica.

Marcos Cerqueiro, uno de los responsables del Abastos 2.0
Marcos Cerqueiro, uno de los responsables del Abastos 2.0 Sandra Alonso

Marcos Cerqueiro, Abastos 2.0: «Xa estabamos escaldados coa covid e isto supérao»

En el Abastos 2.0, uno de los emblemas de la nueva cocina gallega, admiten que aún están en una fase de «incredulidade e sorpresa» ante la generalizada subida de precios que está provocando la guerra en Ucrania. «Coa covid, levabamos contendo os prezos bastante tempo para tentar de non trasladalos ao cliente e agora isto é a puntilla e non sabemos moi ben como encaixalo», señala Marcos Cerqueiro, uno de los dueños. «Os provedores xa nos están avisando dos aumentos, como é o caso do aceite. Estamos esperando a ver como evolucionan os que nos abastecen a nós, o gandeiro, o peixeiro, e a partir de aí teremos que actuar. Xa estabamos escaldados coa covid e isto supérao, a xente anda con isto con algo máis de preocupación».