Algo que no le cabe en la cabeza es que la sanidad pública no le haya puesto un psicólogo. No ya el día en el que falleció su hijo, sino después. Tuvo que pagarse uno privado de su bolsillo. «E eu, afortunadamente, neste momento da miña vida puiden pagalo, mais canta xente haberá que non poida e o pase mal, porque a atención psicolóxica e fundamental para poder vivir de novo cunha certa normalidade», señala.
Todo el daño sufrido ha hecho que Esperanza Rodríguez se rebele contra las injusticias que ve a su alrededor. Por eso, no solo ha emprendido una lucha para conseguir un trato más humano para aquellos que pierden a un ser querido en un accidente, sino que ha ampliado su lucha para lograr mejores condiciones para los falsos autónomos. «Están vendidos e non o saben», asegura. Su hijo Pablo lo era y ella cree que la falta de derechos laborales influyó en el siniestro.