Thor Rodríguez: «Siempre me lanzo, como dj, periodista y hasta con un bar escondido en Raxoi»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO DE COMPOSTELA

SANTIAGO CIUDAD

El venezolano Thor Rodríguez abrió hace una década el bar O Boneco. «Lo decoré como siempre había imaginado, como una casa», destaca mientras descuelga una 'B' que heredó de otro local. «Era del restaurante gallego que mis padres abrieron en Caracas al llegar a la emigración», muestra con orgullo
El venezolano Thor Rodríguez abrió hace una década el bar O Boneco. «Lo decoré como siempre había imaginado, como una casa», destaca mientras descuelga una 'B' que heredó de otro local. «Era del restaurante gallego que mis padres abrieron en Caracas al llegar a la emigración», muestra con orgullo XOAN A. SOLER

El tabernero y comunicador venezolano, nuevo director de Hostelería Compostela, ganó fama al frente de O Boneco: «Aquí se juntan desde artistas a políticos gallegos de primera línea»

21 dic 2021 . Actualizado a las 01:43 h.

Ni la amenaza de la pandemia, que vuelve a pesar sobre la restauración, le resta ánimo al nuevo presidente de la Asociación Hostelería Compostela. «Es un momento muy complicado, pero a mí es difícil que no me veas sonreír», destaca Thor Rodríguez, un hiperactivo «tabernero y comunicador» venezolano de 41 años al que, como reconoce, muchos vecinos aún le preguntan por su nombre. «A mis padres, grandes lectores, siempre les gustó la mitología. A mi me llamaron Thor y, a mi hermana, Circe», sostiene divertido. «Ellos nacieron en Santiago y A Baña, pero siendo muy jóvenes emigraron a Caracas donde, sin casi recursos, lograron montar un restaurante gallego, el Casbah, que se popularizó», precisa con orgullo mientras evoca su juventud en una Venezuela que poco a poco se polarizaba, algo que le marcó.

«Estudié periodismo y empecé a llevar la comunicación del político asignado al barrio de La Candelaria, que era el de la comunidad gallega. Él estaba enfrentado al chavismo. Esa parroquia se convirtió en el centro de manifestaciones, algo que no gustó. Me acuerdo cómo nos defendían muchos gallegos en los actos», incide conmovido, aunque sin ocultar su amargor. «Lamento que haya dos bandos, que parezca que debes ser fan de uno y enemigo del otro», explica sobre una época convulsa que le empujó a hacer un alto y a venir a estudiar un máster a Santiago. «Llegué en el 2002, con 21 años. Tenía la idea de regresar a Venezuela, pero ante la tranquilidad y la calidad de la vida gallega, ya no pude. Yo, además, era una persona LGTBI en una Caracas aún machista», desliza al admitir un ansia de ocio que aquí también canalizó en trabajo.

Al poco de llegar, y sin dejar los estudios, se inicia como camarero en el Forum, el pub de la rúa Travesa que «rompió moldes» con un público diverso. «Era un local atípico, no estaba decorado. Lo que generaba ambiente era la música, de la que me encargaba yo. Si alguien me pedía un tema, siempre le complacía. Creo que cuando una persona está feliz contagia al resto», encadena, rescatando recuerdos de una clientela a la que se ganó. «En Navidad la gente traía regalos, como una camiseta que sacó Zara con el nombre de Thor», rememora risueño, antes de aclarar que fue ese cariño el que le convenció, hace ahora diez años, a impulsar su propio bar, O Boneco, en un local situado junto a las escaleras que dan acceso al Obradoiro. «Hubo quien me desanimó por estar en un rincón de menor tránsito y turistas, pero a mí me cautivó. Yo siempre me lanzo, ya sea como dj, periodista, profesor de un taller de producción de telenovelas o con un bar escondido en Raxoi», subraya mientras muestra un negocio que rápidamente obtuvo eco entre los compostelanos. «Con él quería salir de la noche, ser más diurno, pero no lo logré. No se puede dirigir al cliente», añade con una sonrisa. «Al bar acuden muchos de 40 años. Creo que para esa edad se reservan espacios clásicos, protocolarios, y yo no soy así», remarca, sin dejar de alabar su mezcla. «Me gusta que el negocio no tenga etiquetas. Aquí se juntan, y creo que eso es lo mejor de Santiago, desde artistas a empresarios o políticos gallegos de primera línea», enfatiza al volver a aludir a un ámbito al que con los años él también regresó. «La comunicación política me apasiona. En el 2015 trabajé en el gabinete de Agustín Hernández cuando pasó de la alcaldía a la oposición, en una época difícil, pero interesante. Es cuando más aprendes, también de la ciudad», revela con un interés que este año también mostró al aceptar el reto de relanzar la asociación hostelera. «Durante la pandemia comprobé la necesidad de estar unidos, algo que creo que estamos consiguiendo. Ver a gente como Javier, el de la Bodeguilla, que lo logró todo, volcarse al montar un evento culinario, inspira», acentúa, sin dejar de citar a más compañeros. «A veces llegan famosos a mi bar, varios recomendados por Marcelo Tejedor», admite riendo y ante todo agradecido.

«Fue bonito que cuando me casé con mi novio los clientes del bar se presentaran en el Concello para felicitarnos», recuerda. «Tampoco olvido a esa pareja venezolana que entró en el local hace poco para ver si era el del hijo de los del Casbah», termina con ilusión.