Aquí no solo se da un plato caliente a las personas vulnerables

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

Nazaret López, coordinadora del centro de día en la Cocina Económica de Santiago, habla del servicio  suspendido por el covid que fue reabierto ayer

24 nov 2021 . Actualizado a las 10:35 h.

Hoy se celebra el Día Europeo de los Sintecho y toca reconocer a las personas, voluntarios y profesionales, que durante todo el año se esfuerzan para hacer más llevadera la vida de quienes carecen de lo más básico, como un lugar donde vivir. Desde su fundación hace 130 años, en 1891, lleva la Cocina Económica de Santiago (gestionada por las Hijas de la Caridad) proporcionando alimentos en la ciudad no solo a los sintecho sino también a quienes atraviesan un bache económico y pasan serios apuros para conseguir un plato de comida cada día. Pero, además, en el 2010 se puso en marcha un centro de día, cuya actividad se vio suspendida por la pandemia. Hoy reabría sus puertas en las instalaciones del casco histórico este pequeño refugio diurno que ofrece un lugar donde guarecerse hasta que cae la noche, al tiempo que les brinda orientación para su reinserción social y laboral.

Nazaret López Calviño coordina este servicio. La trabajadora social de 32 años conoce este centro de día y a sus usuarios desde que abrió. «Estudei Traballo Social e empecei aquí no 2010, facendo as prácticas», cuenta la santiaguesa. «As necesidades das persoas en situación de vulnerabilidade foron cambiando e era necesario ofrecer unha atención moito máis integral e non só o asistencialismo do alimento», indica sobre la creación del centro de día. Allí cuentan con duchas y productos de higiene y aseo personal básicos, desarrollan actividades de ocio productivo y un programa para la búsqueda activa de empleo, se trabajan las habilidades sociales y la resolución de conflictos, se refuerza la atención sanitaria (desde el acompañamiento y tramitación de citas hasta el acceso a residencias), además de servir como dirección de referencia para recibir los correos sobre las ayudas básicas como la risga en el caso de aquellos que aquellos que no tienen un domicilio fijo. «Da moita máis confianza o centro de día, cun horario máis amplo que o comedor, para que a xente acuda a ti para solucionar moito tipo de cousas», apunta Nazaret.

Para ella, «o que máis necesitan é unha persoa que os escoite e falar, desde ese trato diario e familiar que acabas tendo aquí». Reconoce que conoció «historias de vida» duras y al principio, cuando hacía sus prácticas y se enfrentaba por primera vez a este trabajo, «non o pasei moi ben. Nos días fríos de inverno, cando saías de traballar, vías ás persoas coas que pasabas o día ir directamente ao parque para poñer a súa tenda de campaña mentres que ti ías ao quentiño». «É importante, coma profesionais, a xestión das emocións», afirma esta veterana de la Cocina Económica, quien en el centro de día trabaja mano a mano con otros dos trabajadores sociales, Xosé Hadrián Suárez y Cristina Filloy.