Isauro López sale de permiso, vuelve a Santiago y reitera ante sus amigos que no encargó matar a su examante

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO DE COMPOSTELA

SANTIAGO CIUDAD

El constructor fue condenado a 28 años de cárcel por encargar el crimen que acabó con las vidas de Yalennys Valero y un amigo de la chica

22 nov 2021 . Actualizado a las 23:08 h.

Han pasado seis años desde que en noviembre del 2015 el adinerado constructor Isauro López Hidalgo fue condenado a 28 años de cárcel por el denominado crimen de Cálig (Castellón), en el que fallecieron la joven Cubana Yalennys Valero, que había sido su amante, y un amigo de la chica, Juan Manuel Mata. Ambos fueron ejecutados por un sicario contratado, a través de un intermediario, por el conocido empresario. Al menos, eso es lo que dicen los hechos probados de la sentencia de la Audiencia Provincial castellonense que el Tribunal Supremo ratificó en diciembre del 2016. Desde que el jurado popular dictó por unanimidad su veredicto de culpabilidad, Isauro ha estado cumpliendo su pena en la prisión de A Lama (Pontevedra) y recientemente disfrutó de su primer permiso. Volvió a Santiago y se reunió con amigos y allegados, a los que una vez más, como ha hecho en todo momento, reiteró que él no encargó el asesinato de la mujer.

¿Si Isauro López no ordenó matar a su joven examante cubana —32 años menor que él— qué fue lo que pasó aquel 12 de junio del 2005 en el que la vida del constructor, que ahora tiene 73 años, se truncó para siempre? Inicialmente, sus más allegados sospecharon que podría haber sido objeto de la venganza de un empresario rival, pero esa teoría se deshizo como un azucarillo en el juicio. Ahora, algunas de las personas que mejor conocen al constructor creen que pudo haber querido dar «un susto» a la chica, pero nunca matarla, y que el cariz que finalmente tomaron los acontecimientos pudo deberse a que al hombre contratado para dar ese aviso se le fue la mano.

Esa posibilidad, que estuvo entre las hipótesis que barajaron los investigadores de la Guardia Civil que dirigieron las pesquisas, fue precisamente la que declaró en el juicio el antiguo socio en Castellón de Isauro López. Él testificó que el constructor compostelano le pidió que contratase a la joven cubana, a la que le presentó como «su novia o su amante» y añadió que cuando la relación amorosa «se enfrió» en una ocasión él le dijo que «le iba a dar un pequeño susto» a Yalennys Valero.

En la vista oral, sin embargo, lo que quedó como hechos probados fue que Isauro López contactó con Manuel Antonio Mas Julián —condenado a 15 años— para que contratase a un sicario que acabase con la vida de la joven. El encargo lo recibió Emilio Pérez Rivera, que fue el primero en ser juzgado y condenado en el 2008 a 44 años de cárcel.

La Guardia Civil no se cree la teoría del susto. El teniente que dirigió la investigación declaró en el juicio que Isauro López tenía una «fijación obsesiva» con Valero «propia de la violencia de género» y que encargó su muerte al sentirse despechado.

Tras los seis años que ya lleva en prisión más el tiempo que pasó de forma preventiva hasta que le permitieron salir pagando una fianza de un millón de euros, a Isauro López Hidalgo le quedarían unos siete años más hasta poder solicitar el tercer grado, momento en el que ya tendría 80 años.

El recto hijo de militar que perdió la cabeza tras conocer al padre de Julio Iglesias y viajar al Caribe

Isauro López Hidalgo es el perfecto ejemplo de hombre hecho a sí mismo. Antes de que el bum del ladrillo tornase en ricos hasta a los que no sabían ni qué eran un pilar o un encofrado, él ya había levantado Zielsa Construcciones y había ganado dinero a espuertas edificado medio O Milladoiro y Bertamiráns. Hijo de militar y educado en La Salle, los que mejor le conocen dicen que siempre fue un hombre muy recto, alejado de las faldas ajenas, fiel a su esposa — fue una prestigiosa pediatra del Hospital Clínico— y dedicado a su familia. Todo cambió entre 1993 y 1994. Conoció a Julio Iglesias y a su padre, Papuchi, porque les construyó una mansión en Punta Cana (República Dominicana). Fue entonces cuando comenzó a viajar a Cuba y el sol del Caribe le cambió para siempre. «Simplemente, perdió la cabeza», recuerda una persona con la que mantuvo una estrecha amistad.

Yalennys Valero no fue ni la primera ni la única amante cubana que tuvo. Con otra, hasta tuvo un hijo, pero fue esta chica a la que conoció en 1997 con 17 años en la sala Comodoro de La Habana la que, por alguna razón, le llamó más la atención. Ella era prostituta y aquella noche Isauro pagó por acostarse con ella, pero en 1998 la convenció de que podía ser una pretty woman y la joven se vino a Santiago. Le puso un piso y la mantuvo, pero finalmente prefirió llevársela a Benicarló donde podía verse con ella de forma más discreta. Él ya había extendido sus negocios a Levante, donde la construcción hacía dinero de verdad y tenía un socio que le dio trabajo a la chica. Además, le puso piso, le ingresó dinero y le dio las llaves de un buen coche.

Sin embargo, en el 2004 la relación se rompió y ella no dudó en devolverle piso y coche y empezar de cero. Isauro, despechado, ordenó matarla, aunque él siga negando esa verdad jurídica.

Dos ejecuciones, el cruel destino y una investigación que se esclareció por unas colillas

La Guardia Civil bautizó la investigación del crimen de Cálig como operación Destino. El motivo estaba claro, porque aquella noche del 12 de junio del 2005 los hados se conjuraron de forma cruel. Yalennys Valero y su hermana Yairet habían salido a tomar algo por Vinaroz, pero cuando volvían a Cálig sufrieron un accidente. No tenían los papeles del coche y decidieron llamar a unos chicos que acababan de conocer para que les ayudasen. Juan Manuel Mata, de 23 años, y su amigo acudieron enseguida y los cuatro acordaron dividirse. Juan Manuel llevaría a casa en su vehículo a Yalennys mientras el otro joven se quedaría haciendo compañía a Yairet en el lugar del siniestro.

Parecía todo muy sencillo, pero no sabían que aquel choque imprevisto acababa de echar por tierra el plan del sicario que, a través de un intermediario, había contratado Isauro López para acabar con las vidas de Yalennys y su hermana. La idea inicial era plantar fuego a su casa con ellas dentro, pero cuando la chica entró en la vivienda con el joven, el asesino tuvo que improvisar y acabó atándolos con bridas de pies y manos y ejecutándolos con dos disparos en la cabeza.

Se había cumplido lo que Yalennys Valero advirtió en una profética carta que escribió y depositó ante notario en la que decía que «si en un futuro me sucede algo (...), estoy segura de que el único responsable es Isauro López. Esta seguridad es a causa de su amor obsesivo y posesivo hacia mi persona, no dejando mi vida en libertad, amenazándome de que, si lo dejo, mi final será en un prostíbulo drogada y muerta».

El destino volvió a conjurarse, esta vez en favor de las víctimas, y aquella investigación que hubiese sido difícil esclarecer se encauzó gracias al buen olfato de los guardias civiles que inspeccionaron la escena del crimen. Olieron a humo, y se dieron cuenta de que el sicario había fumado esperando a Yalennys. Buscaron y buscaron y finalmente hallaron dos colillas en el desagüe del váter. El ADN permitió identificar al asesino y, de ahí, imputar al intermediario y a Isauro.