Esta pizzería nacida en Santiago ya es símbolo de la excelencia italiana

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Silvia García y Alberto Bracone muestran el certificado.
Silvia García y Alberto Bracone muestran el certificado. PACO RODRÍGUEZ

El germen sembrado por un erasmus de Térmoli y su madre se ha convertido en una cadena con 12 puntos de venta, incluido Ames

20 nov 2021 . Actualizado a las 12:43 h.

Igual que en la Guía Michelin, hay inspectores que comprueban si el nombre de Italia está bien representado por el mundo. Conceden un sello de calidad, el de Eccellenze Italiane, que certifica en el caso de los restaurantes que tanto sus platos como los productos que emplean son auténticos y no malas imitaciones. De ese distintivo pueden presumir ya las pizzas de Dolce Vita, que este año pasaron la criba. «Te hacen una visita anónima, como si fueran un cliente más. Los inspectores vinieron en mayo, probaron nuestra carta y consultaron qué tipo de harinas e ingredientes usábamos. Dos semanas después, la empresa que concede el certificado se puso en contacto con nosotros para decirnos que iban a dárnoslo, aunque de forma física no nos llegó hasta hace un par de meses», cuenta Silvia García.

Ella se unió hace unos 4 años a la empresa para impulsar la expansión de una cadena que ya tiene 12 puntos de venta, incluido uno en O Milladoiro (Ames) y varios fuera de Galicia (en Alcorcón, Mallorca y Gijón). El germen de todo surgió el 2008 en Santiago, donde Alberto Bracone y su madre Perla Barone abrieron el primer local especializado en pizzas napolitanas. Procedentes de Térmoli, su intención era compartir un símbolo de la cultura gastronómica italiana y de su tradición familiar. ¿Y por qué en Galicia? Cuenta Alberto (hoy afincado en Ourense) que siendo alumno de Erasmus en Oporto hizo una escapada a Compostela y le encantó esta ciudad y su ambiente.

De aquella primera experiencia surgió hará ya 7 años un nuevo un nuevo modelo de negocio, cuando ambos se trasladaron a Pontevedra (Perla sigue allí y dirige esa zona). «En los últimos tiempos le hemos dado un empujón para darlo a conocer más y hemos trabajado muchísimo en la calidad. No solo hacemos recetas tradicionales, además utilizamos productos importados desde Sant'Anastasia (a las afueras de Nápoles) donde hay pequeños molinos que fabrican su propia harina. También traemos de allí el tomate y la mozarela, que forman parte de la base de las pizzas. Aunque nos ha costado mucho conseguirlo, merece la pena», apunta Silvia, cuyo marido y familia política son de otra región bañada por el Adriático (Pescara) y conoció a su socio porque era clienta habitual del Dolce Vita original.

Aclaran que el sello de excelencia italiana acredita a todos sus restaurantes: «Tenemos unos protocolos para que la pizza sepa igual en Madrid que en Ourense y saber que, aún teniendo tantos puntos de venta, hemos conseguido mantener en todos esa calidad de la auténtica pizza italiana es un logro. Obtener este sello es, ante todo, un orgullo... más siendo nosotros de procedencia italiana». Con cerca de 60 trabajadores empleados y una carta de 24 pizzas, Alberto confiesa que entre sus elaboraciones preferidas están «"la guapa", con rúcula, tomate y mozarela fresca de búfala; o "la abuela"... pero las que mejor hacemos no son las que más se venden porque aquí lo típico es jamón y queso, barbacoa y estas cosas». También tiene mucho éxito entre los clientes una pizza dulce, la calzonne de Nutella.