Rafael Tojo, maestro y compañero

Juan Sánchez Lastres PEDIATRA. EXPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD DE PEDIATRÍA DE GALICIA

SANTIAGO CIUDAD

19 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Conocí al profesor Rafael Tojo cuando, en el otoño de 1981, cuando cursaba la asignatura de Pediatría correspondiente al quinto año de la licenciatura en Medicina. Como discípulo del profesor Peña, Don Rafael acababa de convertirse en catedrático y se anunciaba su trayectoria emergente en el campo de la nutrición infantil.

Unos años más tarde, ya como MIR de Pediatría en el antiguo Hospital General de Galicia de Santiago de Compostela, pude comprobar que, como jefe de servicio, además de su labor específicamente clínica, fomentó y desarrolló la investigación pediátrica en múltiples campos. De tal forma que, sin duda alguna, junto con su mentor y maestro (el profesor Peña), Rafael Tojo puede y debe ser considerado uno de los padres de la denominada Escuela Compostelana de Pediatría, una de las claves en la espectacular mejoría de la salud y desarrollo de los niños y niñas gallegos en el último tercio del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Precisamente en este aspecto investigador, adquirió gran relevancia su vinculación vocacional e inequívoca con la nutrición, el crecimiento y el desarrollo humanos. Fue tal su entusiasmo y la intensidad de su trabajo en este campo, que Rafael Tojo se convirtió en una autoridad nacional e internacional en la lucha contra la creciente epidemia de obesidad infantil. Su inconmensurable producción científica en este aspecto, ha generado un gran beneficio teórico y práctico a los profesionales pediátricos a la hora de afrontar el mencionado problema. Además, la generosidad académica y docente del profesor Tojo ha propiciado una autentica escuela de pediatras nutricionistas, de la que la profesora Rosaura Leis es su representante más genuina.

En mi condición actual, como pediatra clínico, he tenido en el profesor Tojo a un maestro y compañero, siempre dispuesto a atender una llamada telefónica para ayudar en cualquier situación profesional o circunstancia en la que los niños estuviesen implicados.

No menos importante fue su perfil humanístico, en el que yo destacaría sus dos pasiones, la literatura y la historia; y especialmente, en mi opinión, su interés por los escritores franceses de la segunda mitad del siglo XX.

Esta doble vertiente científica y humanística se concretaba en los debates de su tertulia semanal en un conocido café compostelano, en los que se revelaba como un defensor del racionalismo, del que la arquitectura de su Ferrol natal era para él un orgulloso ejemplo.

En definitiva, la visión que finalmente permanece y permanecerá en mi memoria sobre el profesor Tojo es la de una persona de exquisita educación, y al mismo tiempo de cercanía y bonhomía aderezadas con una fina ironía y un trato impecable y elegante.

Descanse en paz.