Lecciones del patio del recreo

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO CIUDAD

29 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La cuenta atrás para la vuelta al cole es un quebradero de cabeza. Los preparativos son tediosos y los desembolsos por los libros de texto y esas montañas de material compiten en la misma liga de la factura eléctrica. Pero el retorno a las aulas siempre ofrece una recompensa reconfortante, que es todavía mayor en estos tiempos de pandemia. Mientras fuera no nos da tregua el soporífero barullo berlanguiano en el que los que gestionan y los que aspiran a gestionar por ellos son incapaces de ponerse de acuerdo, en los colegios las cosas discurren por el cauce de la naturalidad. Y ese abismo se ha ensanchado todavía más con la pandemia. Hace un año encaramos el inicio del curso con el temor a que los comportamientos irresponsables de los adultos que disparan los contagios se convirtieran en un polvorín en los centros escolares. Cómo iban a ser los colegios -dejados a su suerte en infinidad de pequeñas decisiones necesarias para que todo funcione- capaces de darse unos protocolos para blindar las aulas. Cómo iban a habituarse los niños a la mascarilla, a ser escrupulosos con la higiene. Pues todo aquello salió bien. Los contagios en los centros fueron mínimos comparados con lo que sigue sucediendo fuera. Por eso entre las lecciones de la pandemia despuntan las de la comunidad escolar. Su antídoto es la sensatez.