Nadie daba un duro por su negocio y hoy es referente internacional en arquitectura de cejas

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Karelia Rodríguez muestra el trofeo de subcampeona de Europa en su local de Santiago. Se licenció en Económicas e hizo un ciclo superior de Cosmetología en su país natal, Cuba, donde tuvo una peluquería propia. Fue en España donde empezó a esculpir cejas y pestañas, un «trabajo muy artesanal» que además de técnica requiere «mucha paciencia», dice.
Karelia Rodríguez muestra el trofeo de subcampeona de Europa en su local de Santiago. Se licenció en Económicas e hizo un ciclo superior de Cosmetología en su país natal, Cuba, donde tuvo una peluquería propia. Fue en España donde empezó a esculpir cejas y pestañas, un «trabajo muy artesanal» que además de técnica requiere «mucha paciencia», dice. PACO RODRÍGUEZ

Karelia Rodríguez invirtió todo lo que tenía para abrir sus propio establecimiento en Compostela y, tres años después, es un ejemplo de éxito

29 ago 2021 . Actualizado a las 09:54 h.

Cuando Karelia Rodríguez abrió en el Ensanche de Santiago su centro especializado en el diseño de cejas y pestañas, «nadie daba un duro por mi negocio. En los locales vecinos hoy reconocen que todos creían que no iba a durar», cuenta ella. Aunque los inicios de Karelia Brows fueron duros, puede decir ese pequeño establecimiento se ha convertido, tres años después, en referente internacional gracias a su entrega. Para aval, el trofeo de subcampeona de Europa que conseguía esta misma semana en la categoría de arquitectura de cejas classic brows. Lo obtuvo en el marco del Champ Lash Feerie, campeonato celebrado en Barcelona como parte de una convención que reunió a casi un centenar de participantes de 12 países.

A pesar de que Karelia acude todos los años a esta cita, en su continuo afán por mejorar, era la primera vez que se inscribía en la competición, «porque soy muy perfeccionista y no creía que estuviera a la altura de los demás», confiesa la profesional de 35 años de origen cubano. «La gente se prepara con mucho tiempo de antelación y trabaja con un modelo todo el año para presentarse a estos campeonatos. En mi caso, me animó una profesora en el último momento y todo el universo se confabuló... Como decís vosotros aquí, fue chegar e encher. Tuve que improvisar el color del tinte, pero todo salió bien», relata.

Para ella, este es un premio a la constancia, «a tres años de trabajo a sol y sombra», y un ejemplo de cómo una persona joven puede emprender con éxito si se lo propone y pelea por ello: «Es difícil abrirse paso. Instagram, que en nuestro caso nos sirvió para tener un alcance que de otra forma hubiera sido imposible, vende siempre las cosas bonitas; pero detrás hay muchos dolores de cabeza, sobre todo al principio. Empecé yo sola en Karelia Brows, haciendo jornadas de 12 horas y sin perder la sonrisa de cara al público, fueron muchos días sin dormir, sueldos que se van en formaciones y conferencias para aprender de los mejores... Sin embargo, al final todo eso tiene su recompensa. El mejor pago para mí son las caras de alegría de las clientas cuando ven el resultado de tu trabajo y se sienten bellas».

Explica que llegó a España en el 2014 buscando una oportunidad y se cruzó por casualidad en un centro comercial con el mundo de la depilación con hilo, que se convirtió en su pasión más que en un trabajo. A medida que fue conociendo los secretos del diseño de miradas, fue creciendo su ilusión por tener un negocio propio en donde ofrecer los mejores productos y atención. Invirtió todos sus ahorros en el local de Alfredo Brañas en el que trabaja actualmente, junto a su madre Rosario Mercedes García, economista de profesión, quien le brindó su apoyo incondicional y se ocupa de toda la parte administrativa. La fama de Karelia Brows fue extendiéndose en medio de ese ambiente familiar, ofreciendo un servicio muy especializado del que hasta hace poco nadie hablaba. La demanda que tienen actualmente trasciende a su propio municipio y, reconoce, el establecimiento se ha quedado ya pequeño.

«Estoy intentando encontrar un local en Santiago más grande», señala Karelia, a la que le gustaría empezar a impartir formaciones en su centro y crear una bolsa de empleo propia para ampliar la plantilla. Cuenta que, aunque hay gente con un talento innato, muchos lo dejan por falta de paciencia y encontrar profesionales formados en el diseño de cejas y pestañas que disfruten con este trabajo «tan artesanal» es complicado. Entre sus muchas titulaciones oficiales, la cubana ha conseguido el rango de maestra en la disciplina, y explica que está en situación de ofrecer una formación reglada y reconocida como miembro de la Asociación Internacional de Jueces de Cejas y Pestañas.