La Asociación Paluso cerrará en cinco semanas si el Concello no le da apoyo

Iván Caride / i. c. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

Chus Iglesias: «Necesitamos un espacio donde realizar nuestra actividad»

12 ago 2021 . Actualizado a las 00:01 h.

Cajas de comida y ropa se amontonan en la casa de Chus Iglesias, que también es la sede de la Asociación Paluso, en Conxo: un patio y un garaje transformados en almacén, que ya no da más de sí. Y es que los días de esta iniciativa benéfica penden de un hilo: más de diez años pasaron desde que el alma máter de la asociación, y orgullo de la Compostela más solidaria, Chus Iglesias, acudió al Concello de Santiago en busca de ayuda para disponer de un espacio más grande donde almacenar los productos en un ambiente propicio para su reparto a los necesitados.

Chus Iglesias, tras más de 25 años al frente de la iniciativa, ya anunció que sin el apoyo del Concello no podrán seguir llevando a cabo la actividad que realizan, y esto supondría que entre 600 y 800 personas en riesgo de exclusión social dejasen de recibir ayuda de la Asociación Paluso cada semana. «En más de una ocasión se desentendieron y nos mandaron pedir ayuda directamente a la Iglesia», declararon colaboradores de la asociación ante la falta de interés del gobierno municipal.

Chus Iglesias destaca que no trabajan con subvenciones y que nunca las han buscado: «No creo en las asociaciones que trabajan con dinero público, nosotros nunca pedimos una subvención, solo pedimos ayuda al Concello para poner la carpa y el generador en Navidad, pero eso no es ayudar a los más necesitados, la ayuda tiene que estar ahí siempre. Paluso es una asociación transparente y así seguirá».

La decisión está tomada: cinco semanas es lo que pueden aguantar en esta situación extrema. «Nos están utilizando como propaganda política, pero no nos ayudan», afirma uno de los colaboradores. Chus Iglesias incide en la precariedad del almacén actual: «Aparte de alimentos, también donamos ropa y mandamos enseres a Cuba. Dejamos a la gente escoger las prendas que más les gusten porque creemos que cada uno tiene su dignidad, el problema está en el espacio, nos vemos obligados a dejar algunos de los productos fuera del almacén y cuando llueve se estropean o tenemos que secarlos. Además, en mi casa no puedo atender a la gente, por eso precisamos de un espacio adecuado donde realizar nuestra actividad».

Con el corazón en un puño, Susana Otero, colaboradora de la asociación, afirma que «se ha llegado al límite» y que la situación es insostenible: «Llegan cajas de comida y ropa y no tenemos sitio para guardarlas, no podemos ni entrar a coger unos papeles», afirma Otero, que también recalca que si se ven obligados a cerrar, el cargo de conciencia por haber abandonado a una parte la ciudadanía recaerá sobre la administración pública y sus gestores.

Chus Iglesias, que luchó contra viento y marea para ayudar a los más desfavorecidos y apoyar a aquellos que son víctimas de la soledad, cuya prueba se materializa en las cenas de Nochebuena y las comidas de Navidad, se encuentra desesperada y ninguneada: «Alguien del Concello nos ha dicho que ni siquiera tienen un expediente abierto para nuestro caso después de tanto tiempo».

Chus, que destina parte de su pensión a la compra de alimentos y ropa para la familia Paluso -así llama a quienes ayuda-, cuenta con innumerables apoyos entre la ciudadanía, salvo, parece ser, por parte del Concello. «Bugallo nos conoce y conoce nuestra labor, entiendo que el Ayuntamiento tiene muchas cosas que hacer, y confío mucho en Mila Castro, pero ya no podemos más; si alguien viene a pedir una talla de concreta, tenemos que desordenarlo todo porque no tenemos espacio para movernos en casa».

En marzo de este año, tras una reunión con el alcalde, parecía que por fin el Concello cumpliría con Paluso, pero esa ayuda sigue sin llegar y los ánimos en la asociación comienzan ya a flaquear. 

Sandra Alonso

«La gente confía en nosotros porque no pedimos dinero, sino comida»

La Asociación Paluso, que se encuentra al borde del abismo, pide al Concello una cesión de un espacio para llevar a cabo sus actividades. «La gente confía en Paluso, no pedimos dinero, preferimos comida o ropa, pero lo que más necesitamos es una infraestructura donde almacenar y ordenar todos los enseres, así como poder atender a la gente y realizar otras actividades», declaró Chus Iglesias, que también sugirió que de conseguir un local que precisara reformas, las llevaría a cabo con la ayuda de amigos.

La impartición de clases de castellano y otras lenguas, así como las enseñanzas de cocina básica o la creación de un «Banco de horas perdidas» en el que voluntarios inviertan unas horas en ayudar a personas que lo necesiten, son algunas propuestas para el espacio que solicitan,

«Yo lloro, y creo que no tengo edad ya para eso», afirma Chus Iglesias entre cajas ante la impotencia por su situación.

Mila Castro: «Hacemos todo lo posible, no se nos ha olvidado»

La edila de Políticas Sociais, Mila Castro, declara que el Concello «está haciendo todo lo posible» para poder cumplir con la Asociación Paluso, y que a partir de septiembre retomarán el tema «con ganas». La edila también aprovechó para destacar la labor tan honesta de Chus Iglesias, a quien describió como «una persona dedicada y admirable, que cuenta con el reconocimiento del Concello y de la ciudad de Santiago». Además, anunció que le consta que la paluseira ha mantenido una conversación con el alcalde y que «pronto» encauzarán el tema, ya que son plenamente conscientes de la situación tan complicada que está viviendo respecto al espacio disponible.