«Ya teníamos ganas de vivir lo que nos decían de la noche de Santiago»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Mayoría de universitarios entre los asistentes a la prueba en la sala Sónar

14 jun 2021 . Actualizado a las 21:45 h.

Estaba casi cantado que la mayoría de los que se apuntaron para participar en la prueba piloto del ocio nocturno iban a ser jóvenes universitarios. Y así fue. Media hora antes de las nueve de la noche de ayer, la sala Sónar recibía la visita de la policía autonómica para comprobar que todo estaba según lo indicado por el protocolo de la Consellería de Sanidade, y para ofrecer su ayuda en caso de incidentes. Jesús Peón, propietario de la sala, estaba seguro de que 60 personas serían «fáciles de controlar» y descartaba problemas. Poco antes de la hora señalada para la apertura, Carla, de Vigo, y Elena, de Xinzo de Limia, estudiantes de segundo curso de Ciencias Políticas en la USC, se acercaban tímidamente a la puerta del local y se sorprendía por la gran cantidad de medios de comunicación que aguardaban. Carla confesaba su expectación por la cita tras los cierres por la pandemia: «Es nuestra primera noche de segundo de carrera, y ya casi no queda curso». «En primero solo salimos en el primer trimestre, después se cerró todo», apostillaba Elena.

Lucía, de Boiro, y Michelle, de Carnota, estudiantes de un ciclo superior en el instituto Compostela, no disimulaban sus ganas de fiesta. «Ya tenía ganas de revivir la noche de Santiago». Lucía comentó que «no me produce ningún miedo esta noche, porque ya pase el covid». Y su amiga Michelle acudió al Sónar vacunada, porque es voluntaria de Protección Civil. Uno de los grupos más numeroso en la sala lo integraban el de diez amigas de Lalín, estudiantes de primero de carrera y que también se mostraban ilusionadas por conocer «la noche de Santiago. Nos han contado tantas cosas, que ya tenía ganas de vivirlo», apuntó Noa, estudiante de Filología Inglesa. En el grupo había una representación de diversas carreras, entre ellas, Farmacia, Filología, Medicina y Pedagogía.

Además de las universitarias y estudiantes de ciclos superiores, también había algunos vecinos de Santiago que lograron su entrada para la prueba piloto. Como María, Natalia, Alejandro y Borja, cuatro amigos que compartían entusiasmo: «Era hora de tomar una copa en un pub». Natalia confesaba no acordarse «de la última vez que tomé una copa en un local, y de noche».

Todos los que ayer participaron en la prueba piloto coincidían en el deseo de que «todo vaya bien, y que el ocio nocturno pueda volver a trabajar», apuntaba Natalia. La noche compostelana comenzó a las 21.00 en el Sónar, pero tenía hora de finalización. Las puertas de este primer ensayo se cerraron a la una de la madrugada de hoy domingo.

Contactos sin cambiar de mesa y con distancia de seguridad

El protocolo de la prueba piloto se conocía desde hace semanas, lo que permitió que Jesús Peón tuviera todo preparado y ensayado con antelación. El primer paso del protocolo fue abrir el plazo de inscripción y asignar las entradas. Solo 60 personas fueron las agraciadas, y unas 150 se quedaron fuera. Los sesenta invitados se organizaron por grupos, según indicaron cada uno. Este permitió que, una vez dentro de la sala, se les asignase una mesa y una silla. «Está prohibido cambiar de mesa y pasearse por la sala», explicó Peón. Lo de ligar, pues, queda para otra noche «o lo hacen manteniendo la distancia de seguridad». La pista de baile se sustituyó por mesas y sillas, y se instalaron taburetes altos junto a la barra. «Hay sitio para unas 32 personas sentadas, y el resto, de pie», indicó.

El protocolo para entrar en la sala seguía un proceso engorroso, pero «muy necesario para que no pase nada». Al llegar se mostraba al portero el mensaje con el resultado negativo de la PCR y el DNI. Tras comprobar que el nombre estaba en la lista de invitados, se les entregaba una pulsera amarilla que deberían llevar puesta durante toda la noche. Esta pulsera permitía identificar a los autorizados, que podían entrar y salir de la sala. «Se tienen que cambiar la mascarilla. Nosotros les damos una nueva, precintada, y tiran la que traen en un contenedor. Con esto me aseguro de que tienen mascarilla nueva», reveló Jesús Peón, que reconocía que, si bien es un gasto más, «la seguridad es fundamental». Tanto él como los cinco trabajadores pasaron con éxito a los test PCR: «Todos somos negativos».

Peón señaló que, a modo de agradecimiento «por participar en la prueba piloto y, sobre todo, porque es temprano, les tengo una sorpresa». Los invitados pudieron disfrutar de los canapés elaborados para la ocasión, y que se colocaron en unas bandejas en las mesas de la sala y se repartieron entre los asistentes.