Ramón Sabín, abogado en Santiago: «Con el coronavirus nos reinventamos y ofrecemos nuevos servicios a empresas»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

El abogado Ramón Sabín, en la sala de reuniones de su despacho en Santiago
El abogado Ramón Sabín, en la sala de reuniones de su despacho en Santiago Sandra Alonso

El bufete ahora también elabora planes de igualdad o de prevención de delitos

28 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre quiso estudiar Derecho y tras 37 años ejerciendo Ramón Sabín (Miño, 1958) sigue declarándose un apasionado de su profesión y tiene la misma ilusión que cuando en 1984 montó su primer despacho de abogados en Noia, que sigue funcionando, y desde el que después dio el saltó a Santiago para convertirse en uno de los bufetes con mayor prestigio en Galicia.

—¿Cómo y cuánto está afectando la pandemia a la Justicia y a la actividad de los abogados?

—Ha afectado y está afectando negativamente, como es lógico. A la Justicia y a nuestra profesión. Primero, porque cuando empezó la pandemia y se empezó a legislar sobre el coronavirus, los juzgados se paralizaron. Nosotros, los despachos, vivimos de dar un servicio a los clientes y esos servicios, el resultado del trabajo que haces, es la sentencia. Si los juzgados están paralizados, nuestra actividad está prácticamente paralizada. Y así, el año pasado, cuando acabó el confinamiento, empezó la época de verano, con las vacaciones, por lo que me atrevo a decir que estuvimos prácticamente paralizados de vida judicial desde marzo a septiembre.

—Medio año...

—Sí, pero es que ya veníamos de la huelga judicial del 2018, cuando también estuvimos, por otros motivos, pero también exactamente igual de paralizados. Esto para un colectivo como el nuestro es muy difícil de digerir. Después, nosotros somos abogados, tenemos despachos de abogados, pero vivimos por y nos debemos a unos clientes. Esos clientes, en muchos casos, lo están pasando muy mal. Nosotros, al fin y al cabo, me atrevería a decir que somos un sector privilegiado, pese a los problemas que tenemos, pero no me querría poner en la piel de la restauración o de la hostelería, que yo no sé cómo consiguen mantenerse en pie tan dignamente. Esto es todo un círculo, si el restaurador o el hostelero no genera dinero, no va al odontólogo o al abogado, no se hace una casa... Todo es un círculo y todo lo que está pasando va minando la economía y creo que estamos en un momento crítico, muy difícil, y nosotros lo notamos. De momento, nuestros despachos siguen funcionando, pero también nos estamos reinventando.

—¿Cómo se están reinventando?

—Ahora también estamos haciendo planes de igualdad para muchas empresas que concurren a concursos públicos, porque es un complemento que les beneficia y que aumenta la puntuación, también los planes de prevención de delitos, los famosos complaints. Con el coronavirus nos reinventamos y ahora ofrecemos nuevos servicios a empresas. Gracias a estas nuevas líneas y a la actividad que ya teníamos mantenemos el volumen de trabajo.

—Las empresas que son capaces de adaptarse a los cambios son las que sobreviven a la crisis.

—Nos ayuda mucho que también tenemos muchos clientes que pagan al mes una cantidad fija, una iguala, a cambio de un servicio jurídico constante. Y lo que hemos visto es que en estos meses de crisis esta forma de funcionar es muy buena tanto para nosotros como para los clientes, porque a la pequeña y mediana empresa que cuenta con un asesoramiento integral, como lo está pagando, no le duelen prendas en llamar todos los días y consultar. En esta época en la que está cambiando la legislación relativa al covid continuamente, con disposiciones nuevas cada día y a menudo contradictorias, pues a nuestros clientes de iguala los hemos podido asesorar estupendamente y tenerlos al día de todo lo que estaba pasando.

—Ocurre lo mismo con los seguros médicos, que cuando aparece la enfermedad es cuando se ve lo importantes que son.

—Sí, yo siempre comparo la prestación de servicios de iguala con el seguro médico, que cuanto menos lo utilices, mejor. Pero lo que siempre le digo a los clientes es que no se corten en llamar y consultar las veces que haga falta porque, al igual que en la medicina, en el derecho la mejor praxis es prevenir. Son muchas las personas que llegan al despacho con una sentencia firme de segunda o ulterior instancia, cuando ya no hay nada que hacer. Le han dictado una sentencia en primera instancia, otra en segunda y en el Supremo y es entonces cuando vienen a consultar qué pueden hacer... pues yo siempre les doy la misma respuesta: cumplir la sentencia.

—El coronavirus ha multiplicado las videoconferencias y los trámites telemáticos. ¿Se garantizan igual los derechos de los procesados?

—Yo soy un devoto de oralidad y de la inmediación en los procedimientos judiciales, por lo que entiendo que las videoconferencias, para ciertas cuestiones, son un buen sucedáneo, pero que ya para el juicio oral entiendo que no sirve, porque tienes que poder leer la cara de la persona que está respondiendo.

—Y más con la mascarilla.

—Es que despista mucho porque no ves la cara de la persona y es más difícil saber si está mintiendo o no. En todo caso, la mascarilla es inevitable y creo que ha venido para quedarse. Lo que sí ha cambiado es la dinámica de trabajo y esto sí que es bienvenido y va a ayudar mucho. Antes ibas a Madrid a una reunión de media hora y que te suponía perder un día y medio de trabajo y ahora muchas cosas las haces por videoconferencia y la verdad es que para cuestiones de mero trámite, bienvenido sea. Para ciertas cosas, es una gran ventaja.

«Los abogados de pueblo no podemos tener una especialidad»

Pese a su larga y renombrada trayectoria profesional en casos tan sonados como, entre una lista infinita, los del Prestige, el Mar Egeo o la Fundación Cela, a que trabaja en toda España y a que lo ha hecho en lugares tan lejanos como Japón, Ramón Sabín se autodefine como «un abogado de pueblo, de aldea» y asegura que por ello «no podemos tener una especialidad concreta y tienes que dedicarte un poco a todo». Eso sí, no tiene ninguna duda en señalar que penal es la rama del derecho que más le gusta. «Sí, me encanta», confiesa, «porque me gusta mucho el procedimiento penal, el interrogatorio y me encuentro muy bien en este tipo de cuestiones».

Eso sí, en sus despachos de Santiago y Noia, atienden asuntos de todas las ramas, desde civil y administrativo, hasta tributario y laboral. «Cuando son asuntos de Hacienda nosotros nos ceñimos a la parte del juzgado y siempre contamos con un experto fiscal, dada la complejidad de estos temas», explica. Su pasión por el derecho la lleva en la sangre y debió de que así como se la transmitió a sus hijos, ya que ambos son hoy en día abogados. Su hija en uno de los más destacados bufetes de Barcelona y su hijo colabora con él.