Desde 1968, estudiar en el Seminario Menor es igual que hacerlo en cualquier otro colegio o instituto aunque, evidentemente, en el marco de los valores cristianos, pero hasta ahora solo admitían niños en sus aulas. Este es un centro privado, aunque cuenta con una subvención estatal que habrían perdido de no dar este paso, ya que la Ley Celaá impide optar a fondos públicos a aquellas instituciones de enseñanza que discriminen por sexos. No obstante, el debate sobre la admisión de alumnas viene de mucho antes. «Es fruto de nuestra intención de innovar constantemente para mejorar. Vamos sembrando ideas y se van dando pasos, este es uno, como también pretendemos ampliar la oferta educativa y, además de ESO y bachillerato, ofrecer formación profesional», explica Ferreiro.
Mucho espacio para 48 alumnos
El colegio ofrece hoy tres tipos de bachillerato con los que se puede tener acceso a todas las carreras universitarias y cuenta con 48 alumnos, muchos menos de los que sus enormes instalaciones podrían acoger. Algo que también resulta una fortaleza en estos tiempos de pandemia, porque no hay problemas para garantizar el distanciamiento social, pero que además hace que la enseñanza sea personalizada, ya que hay un profesor para grupos muy pequeños, lo que permite, añade el rector, «educar en los valores cristianos y fomentar un proceso de discernimiento para que cada alumno descubra su vocación, ya sea tanto en la Iglesia, como en la sociedad». Es decir, que la educación no está encaminada exclusivamente a la formación de sacerdotes, sino a la de padres —y ahora también madres— de familia que trabajen en todo tipo de profesiones.