El mejor momento para dejarse sorprender por el patrimonio de Compostela

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

xoan a. soler

El cierre perimetral puede ser una oportunidad única para conocer los tesoros monumentales que alberga la ciudad, empezando por una Catedral llena de sorpresas y sin colas

15 feb 2021 . Actualizado a las 22:35 h.

Las barreras al avance del covid han obligado a dejar aparcadas las maletas. Se cumple un mes desde que se endureció el cierre perimetral en Compostela y solo se permiten los desplazamientos dentro del territorio municipal. Pero, a falta de grandes viajes, queda mucho margen para descubrir nuevos rincones sin saltarse las medidas. De hecho, esta podría ser una oportunidad única para conocer el abundante patrimonio que alberga la ciudad y muchos tesoros que están al alcance de la mano.

XOAN A. SOLER

Si por algo destaca Santiago es por su riqueza monumental y este es el mejor momento para disfrutar de ella con detenimiento, sin el bullicio turístico ni aglomeraciones. Entre las muchas visitas obligadas, está una joya del románico como la Colexiata de Sar, con su particular inclinación y una buena colección de piezas arqueológicas y litúrgicas en su interior; o el monasterio benedictino de San Martiño Pinario, recientemente declarado como Ben de Interese Cultural (BIC). Y, dentro del patrimonio civil, el castillo de A Rocha Forte, una fortaleza medieval que sigue arrojando nuevos hallazgos arqueológicos. Aunque, si hay una visita ineludible estos días para los compostelanos es a la Catedral, llena de sorpresas tras su restauración interior y sin colas, para disfrutar sin prisas ni aglomeraciones del conjunto histórico-artístico recuperado.

PACO RODRÍGUEZ

El caballo blanco del Apóstol

Al atravesar los muros de la Catedral la vista se dirige automáticamente hacia arriba, a través de las columnas policromadas. Donde antes había una bóveda gris, producto de las filtraciones y humedades, ahora hay una escena colorida. Un batallón de ángeles —combinados con motivos jacobeos, de la ciudad y de la peregrinación— se abren paso en una representación del cielo y de la historia de Santiago. Nadie podría imaginarse una concha gigante en el ábside hasta que la haya visto con sus propios ojos y es solo un pequeño detalle de una gran intervención, que permite apreciar de nuevo un diseño de los siglos XVII y XVIII oculto hasta ahora. Tampoco se podía adivinar el número incontable de querubines que había escondidos o que la figura del Apóstol guerrero que corona el baldaquino, espada en mano, cabalgaba sobre un caballo blanco (el deterioro de la policromía lo había oscurecido), respondiendo al imaginario colectivo.

Ahora podrán distinguir también que el Santiago peregrino (no confundir con la figura con esclavina a la que se abraza en el camarín, en la Capilla Mayor hay tres esculturas del apóstol que dio origen a la Catedral) de sujeta un bastón dorado y, lo que parecía una sobria vestimenta marrón, está ornamentada. Una curiosidad es que las cabezas de los cuatro reyes que lo rodean estaban intercambiadas. La plata y oro (de hasta 23 quilates) del conjunto barroco irradian una inédita luminosidad a esta catedral rejuvenecida y deslumbrante. La magnitud de la obra es más abrumadora que nunca y, salvo en horario de culto (la misa del peregrino es a las 12 y a las 18 horas), estos días no hay que esperar para entrar y pararse a contemplar lo nunca visto. Eso sí, quedarán más para adelante las visitas al Pórtico de la Gloria, suspendidas junto con la entrada al Museo Catedral por la Fundación Catedral de Santiago, siguiendo las recomendaciones de las autoridades, desde el 15 de noviembre y hasta nuevo aviso. 

Álvaro Ballesteros

Más de 250 hectáreas de espacios verdes para vivir al aire libre

Extensa y variada, la red de parques invita al contacto con la naturaleza

r.m./ J.G.

La pandemia ha puesto en valor los espacios abiertos, sobre todo los de contacto con la naturaleza. Y en ese sentido, los compostelanos están de suerte. No en vano disfrutan de una de las ciudades españolas con más metros cuadrados (27) de zonas verdes por habitante. Un manto verde de 2,6 millones de metros se extiende por el casco urbano, con el atractivo de la variedad y con espacios más que generosos en algunos casos (el Eugenio Granell, en el Restollal; el Carlomagno, en Fontiñas; el de Belvís e incluso la Alameda).

Y para muestra de variedad, la media docena de parques que serpentean por los poco más de tres kilómetros que separan Vite del campus sur, recorribles tocando muy poco asfalto. Lindando con San Caetano, Vite alberga el de Pablo Iglesias y, enfrente, el Bouza Brey, cuya pendiente no llega a ensombrecer la belleza de sus praderas y que prácticamente desemboca en el más intimista jardín de Zeca Afonso, ya en el Burgo, a cuya salida se avista el del Auditorio, que apenas precisa cuatro pasos para adentrar al caminante en el de la finca Simeón. Y a cien metros de este se abre el de Galeras, donde ya asoma el Sarela. De ahí al campus y a la Alameda, poco más, aunque en el centro son de visita obligada también dos joyas de antiguos espacios y huertas conventuales, los parques de Bonaval (con vistas magníficas a la ciudad) y Belvís. Para vistas, igualmente la Granxa do Xesto, el área recreativa del Pedroso que comparte interés natural con la menos conocida Selva Negra, el amplio remanso con el que linda y que el Consorcio aportó a la ciudad. Hay más, pero, entre los grandes, y aparte de su paseo por el Sar, el Eugenio Granell ofrece una hermosa carballeira.

XOAN A. SOLER

El atractivo de los árboles de la Alameda 

Disfrutar del atractivo de los árboles de la Alameda es siempre una opción de paseo recomendable. Allí se puede admirar el ejemplar de secuoya en la esquina derecha de la entrada al Campo da Estrela, según se accede desde el casco histórico; los diversos ejemplares de magnolia grandiflora a la entrada del paseo de los Leones, Campo da Estrela o frente a la iglesia del Pilar; los cipreses, como el que hay frente al instituto San Clemente; las dos largas hileras de tilos plateados; la también doble fila de plátanos en la parte posterior del quiosco de la música; la carballeira de Santa Susana, siempre un clásico; los ejemplares de cedro llorón, situados a la izquierda del denominado eucalipto de los enamorados, próximo a la rúa del Cruceiro do Gaio, con atractivas vistas a la Catedral y, próximo también, un ejemplar aislado de cedro. El camelio plantado más recientemente para poner en diálogo a Rosalía de Castro y a Lorca, con la original estatua del andaluz (frente a la de Rosalía), no deben faltar en el itinerario.

Hay otras opciones en la ciudad, menos conocidas pero también del mayor interés. Por ejemplo, el arbolado que rodea el colegio público de infantil y primaria de Lamas de Abade, que puede verse cuando abre el centro.

xoan a. soler

Los impactantes nuevos seres del monte Viso 

El monte Viso cuenta las últimas semanas con un nuevo atractivo, que visitan cada vez más personas: la impactante Senda Mitolóxica Galega, a la que se puede acceder desde el Gaiás, Aríns o por los caminos del lugar de O Viso. Allí se hallan A Lamia, una criatura monstruosa femenina, mezcla de mujer y serpiente; A Coca, O Nubeiro, Breogán (el del himno), Os Mouros, A Meiga, O Tardo, A Moura, O Gatipedro y Os Biosbardos, estatuas de gran tamaño que realizó el artista compostelano José Manuel Méndez Rodríguez. Además, conserva las espectaculares vistas de la ciudad que caracterizaron siempre a este paraje. Es un paseo agradable y que vale la pena.

Álvaro Ballesteros

Paseos a orillas del Sar y el Sarela, con interés natural y etnográfico 

Hablar de Santiago es hablar del casco monumental y la Catedral, pero también de sus ríos, del Tambre, del Sar y del Sarela. Los dos últimos, que se aliaron para rodear la ciudad, ofrecen lugares de paseo cada vez más frecuentados por compostelanos y visitantes. Espectaculares los diez kilómetros del paseo del Sarela desde O Romaño hasta A Amanecida, con admirables atractivos naturales de abedules o sauces; y etnográficos, en especial las antiguas fábricas de curtidos y los puentes, sin olvidar hermosos enclaves urbanos como el de Carme de Abaixo y el contiguo parque de Galeras. Por la zona este, junto al Sar, un paseo tranquilo, o deportista para corredores, arranca en la zona del Multiusos, acaricia la Colexiata de Santa María y llega a Pontepedriña -este tramo es ya muy utilizado para desplazamientos urbanos peatonales-, cruza el parque del Restollal, llega al del Banquete de Conxo y desde ahí a Vidán a recibir el Sarela.

SANDRA ALONSO

Miradores con caminata para abrazar visualmente la ciudad 

Una ciudad monumental debe ser admirada en plano corto, pateando sus calles para admirar su pasado y su presente. Pero de vez en cuando también conviene calibrar su monumentalidad desde la visión panorámica, sobre todo si para llegar a lo alto se realizan placenteros -esforzados, también- recorridos a pie, mejor que en coche. Es el caso de los miradores que abrazan visualmente Santiago: el clásico popular de lo alto del Pedroso, junto a las torres de telecomunicaciones que iban a ser sustituidas y que nunca lo fueron por las diseñadas por sir Norman Foster, desde las que la capital también ganaría el mar. El mirador más urbano pero igualmente atractivo del monte de Deus, en la zona de Vite; el de la Cidade da Cultura, tras acceder al Gaiás a pie subiendo por los senderos serpenteantes del todavía casi desconocido Bosque de Galicia; y el de O Viso, por la Senda Mitolóxica recientemente habilitada por el Concello.

Denís Estévez

De Verdía a Villestro, con parada en Santa Cristina de Fecha 

Las parroquias rurales del concello de Santiago tienen rincones prácticamente desconocidos para los vecinos de la ciudad. Desde el sorprendente verde de las de la zona norte, como Nemenzo o Verdía, escasamente urbanizadas fuera de sus núcleos tradicionales, hasta las del sur, como Villestro o Laraño, que soportan una notable presión demográfica por su clima más benigno, así como Aríns, al este. Entre los enclaves naturales más conocidos está Chaián, por su área recreativa en el límite con Trazo, a orillas del Tambre, y entre los más desconocidos, el de O Souto, en Villestro, el lugar finalmente salvado de la ubicación de la nueva planta depuradora, que sorprende por su arbolado autóctono, la fervenza del regato de Roxos y donde, además, se han hallado importantes yacimientos de petroglifos y hasta restos medievales. Otro lugar para no perderse, casi desapercibido junto a la carretera de Carballo, la aldea de Belén, en Santa Cristina de Fecha.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Tras las huellas del pasado en el castro de Vilasuso 

cristóbal ramírez

Los compostelanos tienen hoy, con un magnífico día invernal y sin posibilidad de salir del perímetro del concello, una buena oportunidad para conocer un poco más su propia tierra y a quienes la poblaron en el pasado. O, al menos, ver las huellas que quedaron ahí a la vista.

Entre las numerosas posibilidades, elegir una siempre es difícil. Pero la que permite conocer dos castros y encima pisar unos metros el Camino Inglés -lo cual, por cierto, impide la pérdida gracias a su excelente señalización-, y además invita a la aventura controlada, ocupa uno de los primeros lugares de ese imaginario ránking.

Así que carretera de A Coruña adelante, se llega a A Sionlla, se acomete una pequeña cuesta y justo al comienzo del doble carril se gira a la izquierda previo stop.

Esa pista muestra el cartel de Vilasuso. Sígase aproximadamente 250 metros y deténgase el coche en la pista de tierra que nace a la izquierda dejando a la derecha un hórreo en buen estado. Ante el visitante, una colina arbolada con un acceso que no ofrece dificultad alguna ni siquiera para los más pequeños. Esa es la actual entrada al castro, que remata en las mismísimas murallas.

Dando marcha atrás hasta el cruce con la carretera nacional, las flechas amarillas y los mojones indican que el excursionista pisa el Camino Inglés, pasando al lado de una casa que destila nobleza. Teniendo cuidado con los niños en unas pocas docenas de metros en que se circula por el margen del asfalto, en A Sionlla toca subir buscando la cumbre, en donde en su día fue colocado uno de esos enormes toros negros que anunciaban un coñac.

Ese es el castro de Formarís. El Camino Inglés de Santiago lo rodea por la derecha, pero desde ahí el acceso a la cumbre, tan rocosa que indica que ese solo era un pequeño puesto de observación, resulta difícil. Dejándolo a la izquierda surge un sendero de un centenar de metros, pero en este caso solo para aventureros.

Y desde ahí, marcha atrás. Claro que existe otra posibilidad: arrancar en Vilasuso y que alguien del grupo no ponga un pie delante del otro sino que vaya en coche al hotel Castro. Quienes sigan el Camino Inglés van a dar al mismo sitio, que tiene a sus espaldas el Bosque Encantado. Un gran final, desde luego.